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Verdad es que ideología suena a palabra maldita y fea y que verdad, exenta de carga ideológica, pasa por sentido común y certeza absoluta. En el Evangelio de san Juan se hace decir a Jesús de Nazaret que “yo soy el camino, y la verdad, y la vida.” La frase, literal o recortada, luce en numerosos frontispicios de iglesias cristianas.
Si la mentira se apropia del Gobierno, comenzando por la cabeza, su Presidente, un país comenzará a ir a la deriva, empujado por las aguas turbulentas que buscan su espacio con la brutalidad de las tormentas. Sabemos lo que es la política nacional e internacional, complejo de intereses compartidos y llenos de contradicciones, pero sólo las revoluciones, si miramos la historia, han sido las “casi” capaces de corregir esa marea podrida que destruye sin compasión.
Algunas teorías de la conspiración se muestran cercanas a la estupidez plena, mientras otras se quedan a medio camino y, las que menos, las que animan a pensar, a quien dispone de capacidad para ello, plantean dudas de lo que se impone como verdad oficial.
Decíamos que la censura de hoy no necesita ni tijeras ni brochas. Más sutil, le basta con volcar toneladas de paja sobre la aguja de oro (la información veraz) y a su vez fomentar animadversiones contra aquellos que no comulguen con ruedas de molino. Todo esto tiene un efecto degenerativo: que la mentira consentida o compartida, sin reproches morales, impregne todo el pensamiento. Amoralidad y ausencia de reflexión crítica.
En El Criterio, Balmes (muerto en 1848) dice: “El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe…”.
Nosotros, hombres sencillos, de difícil discurso, sólo tenemos claro varios términos muy simples: TIMO, ENGAÑO, MENTIRA, REALIDAD y VERDAD. Académicamente hay conceptos que se definen de tal forma que parecen lo que no son o son lo que no parecen... SÓLO UNA BUENA EDUCACIÓN ACLARA CADA SIGNIFICADO.
Como el mundo camina a la velocidad de la inteligencia ¿cómo podremos conocer las realidades que han transformado la sociedad global?... ¿A través de los historiadores?... ¿qué características deben tener dichos historiadores?... La mejor manera de conseguir un idea equivocada de la historia es cogiendo un libro en vez de seleccionar una persona.
Hay quienes le tienen severa alergia y repulsión, otros la veneran sin entenderla, otros dicen portarla para someter a los demás, otros tantos pasan de ella porque les da igual, otros la necesitan para trabajar, otros la buscan permanentemente y la defienden a capa y espada, creyendo que así la vida es más auténtica. Pues amigos, el problema de la verdad nos acompañó siempre, y no pierde vigencia.
El enfoque machadiano de ponernos juntos a buscarla, reúne a la vez, el acuciante anhelo por obtenerla, la necesitamos, y las evidentes dificultades por encontrarla. Son tantas las facetas a tener en cuenta, tan enrevesadas, se mire por donde se mire, que accedemos únicamente a verdades segmentarias y momentáneas.
El tiempo borra de la memoria muchos sucesos y muchas personas. Decían nuestras madres que lo que nunca se olvida en esta vida es la figura de aquellas personas que dejaron como herencia un rastro de inteligencia y de buen hacer.
Realmente la existencia en el siglo XXI cada vez es más complicada, ya que el desorden y las mentiras están presentes en muchas partes, frente a la verdad. Se puede decir que estamos viviendo en la época de la mentira, sin duda, porque las manipulaciones, tergiversaciones de la información y los engaños y fraudes están a la orden del día.
Dejó escrito Jean-François Revel, allá por los años ochenta del pasado siglo, que “la primera de todas las fuerzas que gobiernan el mundo es la mentira”. Se anticipó, tal vez, a estos tiempos de posverdad, teorías de la conspiración y argumentación confusa.
En definitiva, nuestras verdades - nuestras mentiras. Unos las llaman extremos otros realidades para una sana convivencia. Otros, muchos otros, las conocen como herramientas de progreso personal o de grupos dentro del grupo principal. En definitiva, la única y certera realidad es un pueblo que, como la historia de siempre nos describe, se presta al juego por su necesidad imperiosa de mantener una familia.
Considero fundamental en esta época de abundantes falsedades, pararse a discernir para poder caminar hacia adelante. De entrada, una ruptura de los esquemas mundanos nos vendrá bien para ganar salud y atesorar concordia. Ya está bien de prometer todo y luego no dar nada.
Los parloteos han llegado hasta extremos inauditos, nos acribillan a verdades desde las perspectivas acomodaticias de cada pronunciamiento. Ni teorías son, ni afirmaciones llegan a ser, apenas se presentan como unos dichos insolentes, pero se cuelan. Cargadas con el estigma de la subjetividad más intempestiva e intolerante, apenas logran adaptarse a su propio protagonista.
¡Camaradas! ¡Siempre la Verdad! ¡El Partido será siempre vuestro guía! Suena a Comunismo trasnochado. Método “comunal” para controlar la población. La palabra “Camarada” ha sido siempre la mayor hipocresía engañosa del débil. El Comunismo sólo ha hecho “autómatas trabajadores silenciosos”.
Como andaluz me enorgullezco del acuerdo que ha tomado el Gobierno de la Junta para que los niños puedan estudiar, entre otras muchas cosas que ha “borrado” el Gobierno central, el imperio español y el terrorismo de ETA. Lo ha hecho, naturalmente al amparo la ley y lógicamente para desmontar el embrollo interesado que Sánchez y sus aliados han formado para dar “aire” al nefasto independentismo imperante en la mal llamada progresía española.
Impensable, pero cierto. No me lo podía creer, pero PS me ha sorprendido. Es la 2ª vez que me sucede en sus años de figurón. Lo cierto es que no sé de qué hablaba (no soy masoka para escucharle), pero de pronto le oí solemne y enfático decir: “Este gobierno decide, actúa”. ¡Uuuaaauuuh!!
Pronto descubrimos ese canto engañoso de la libertad al que tantas vueltas le damos posteriormente. Con pequeñas muestras de su existencia, nos mantenemos ilusionados sin parar mientes en el fundamento de las limitaciones, ni tan siquiera en la existencia real de dichos impedimentos.
Seguramente siempre se ha dicho eso de “no sé donde vamos a llegar” en un lastimero tono de queja y esperando que alguien lo arregle. Pero nos cuesta trabajo pensar que las cosas llegarán hasta donde cada uno de nosotros las dejemos llegar. No creemos que las cosas estén en nuestras manos ni en nuestra voluntad.
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