El movimiento perpetuo origina de vez en cuando alguna configuración más estable, sea en forma de residuos, agotamiento de reservas o FIGURACIONES aparentes. De estas últimas quiero hacerme eco hoy. No adquieren una presencia física indiscutible, su figura es evidente, con notables repercusiones sobre la vida de las personas. Las detectamos por sus efectos, pero no conseguimos atraparlas como entidades reales bien delimitadas. Experimentamos esa relación directa con sus potentes influencias; permaneciendo el carácter esquivo de su presencia, verosímil e inasible. Son inseparables de cuantas inquietudes nos obligan y entretienen en medio de las aceleraciones actuales.
Estas figuraciones nos acometen desde diversos aspectos curiosos y relevantes. Nos IRRADIAN sus influencias como auténticos soles. Su condición evanescente ha servido de entretenimiento estudioso a los sabios más entusiastas, con toda clase de aseveraciones concienzudas, sin el alcance definitivo de ninguna esencia. Están adheridas de manera inseparable a la vida humana; como veremos, si algo hay demostrado sobre ellas, es su carácter ineludible, qurámoslo o no, forman parte del entorno habitual. Tampoco vamos a negarles su fuerza estimulante, facilitadora, para el desarrollo de las cualidades disponibles; estamos ligados a esas relaciones un tanto enigmáticas.
Hablamos mucho del ESPACIO dando por supuesto el valor de sus dimensiones extendidas por las lejanías y las ramificaciones próximas en la capacidad de un local, extensión de una playa, en propiedades públicas o privadas. Es decir, como un componente neutro interpretado como capacidad, un vacío con posibilidad de ser ocupado por cuerpos celestes o por entidades de menor tamaño en los ámbitos cercanos. Si será sólo ese hueco susceptible de ser ocupado, es un asunto por dilucidar, porque muchas más noticias sobre sus atribuciones tampoco conocemos. También vivimos en su seno sin tener claro su significado.
Más adelante, en otras acepciones, cpomienzan a referirse atribuciones en torno al espacio como una entidad más activa, con unas propiedades determinadas. Einstein describía curvaturas extrañas en esas extensiones espaciales; la trayectoria de las luces estelares se curvaban en presencia de la luz solar y la presencia de cuerpos celestes. En el Universo, la evolución de sus componentes se modifica según las extensiones espaciales. En cualquier caso, son efectos desarrollados en el recipiente contenedor, ese espacio INTERPRETABLE, como un componente activo esencial o como una nada pendiente de las ocupaciones y reacciones desatadas en su interior. Hay mucho desconocimiento al respecto todavía.
Los proceos naturales, también los artificiales, siguen su evolución al ritmo del sol y la luna, es decir, los condicionantes universales; transcurren sin pausa. En ese discurso con tantos avatares sucesivos nos introducimos en la noción del TIEMPO, por todos experimentado, sin llegar a definirlo con una comprensión de sus alcances. Los sentidos no ayudan a estas precisiones; ni lo vemos, ni lo tocamos, ni lo escuchamos. Si nos conformamos con algunos rasgos objetivos, ahí surgen las diversas medidas cronológicas, la edad percibida en el propio cuerpo o la duración en su sentido amplio. Nos sirven para la existencia, pero dejan sin respuesta los fondos interpretativos sobre su verdadero sentido cósmico.
Los descubrimientos de la física añaden componentes y funcionamientos a la complejidad del tiempo. Progresivo o en retroceso, centelleante o de largos períodos, cíclico o esporádico; diversifica sus manifestaciones sin topar con límites concretos. Por eso, una cosa es ese fenómeno cursando en su elemento y en otro aspecto, como es detectado por las personas en sus curiosos avatares. Adentrarnos en esos pormenores, es hacerlo a la vez sobre las características esenciales de las personas; porque no somos seres independientes, formamos parte del ENTRAMADO natural con todas las consecuencias. Pensar en sus condiciones es hacerlo en relación a las particularidades constituyentes de los humanos.
Para bien o para mal, es evidente la disociación efectiva entre las pautas colectivas y las respuestas relativamente autónomas de los individuos. La estructura de las relaciones personales deja su sello con las consiguientes repercusiones sobre sus sentimientos y conductas. Esa individuación nos acerca a otro ente real pero evanescente; en este caso, la CONCIENCIA de ese sujeto concreto, núcleo importante de su fermentación intelectiva. Sobre todo, cuando además de conocer las realidades, reconoce las intervenciones efectuadas y pondera las cualidades de las aportaciones propias. Como enseguida apreciamos, su importancia no va aparejada a la transparencia ni tampoco a la coherencia.
La siguiente entelequia está omnipresente, comienza en uno mismo, extendiéndose hasta donde se pierden las percepciones razonables. Sus controvertidas manifestaciones recorren trayectos inverosímiles. El PODER reúne características con ese perfil e influencias desorbitadas. Desde la práctica concreta bien palpable, se concentra progresivamente en configuraciones inabarcables para los ciudadanos. En el diálogo, el trabajo, los sentimientos y emociones, se pone de manifiesto. Su presencia es natural debido a la diversidad imperante. Nos plantea la idea de su regulación de sus aplicaciones, en especial dedicados a un decisivo combate frente a la perfidia de los abusadores.
Rebasar las condiciones presentes de la existencia, comienza por ser una acción natural y espontánea. A continuación vienen las adaptaciones, interpretaciones y reacciones de diverso calado. Precisamos de una destreza e imaginación creativa para superar la realidad inicial. Es decir, un verdadero ARTE. Abocando a un concepto ilimitado abierto a los descubrimientos y sensaciones particulares; como una esfera accesible, pero inconquistable, oferente en su amplitud sin sectores cerrados. Ni tan siquiera los grados de esa actividad son códigos cerrados. La apertura es total. Las cerrazones comerciales, estilísticas, políticas, devienen en torpezas utilitarias marginales. El verdadero arte resplandece.
El compromiso en cualquiera de sus aplicaciones tiene su nivel de franca exigencia; con él, deja uno constancia de sus posicionamientos. Como contraste, viene a explicarnos la ligereza de mantenernos en la pereza o la ignorancia para evitarnos esfuerzos. Por eso no diluimos en esas entelequias donde es más fácil eludir responsabilidades.
En uno de los ejemplos habituales, las PALABRAS, se aprecia con claridad ese desliz. Una vez vaciadas de significado al aplicarlas de manera caprichosa, sin coherencias prácticas perceptibles; ya liberados, las orientaciones pueden ser ilimitadas. Sirven para enlaces o disrupciones según la referencia de utilidad para sus practicantes. Estamos ante una nueva entidad con sus condicionantes. Aunque seremos las personas las encargadas de desenvolvernos con esplendidez o con necedad.
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