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Observaciones equívocas

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 2 de octubre de 2020, 13:52 h (CET)

A pesar de la mucha atención dedicada a la contemplación de ciertas actitudes, la certeza suele escapar de las conclusiones. Las circunstancias modelan la realidad de los elementos expuestos, como también afectan a la disposición de quienes vayan a observar el fenómeno en cuestión. Desde estas variadas influencias surgen los MALENTENDIDOS, errores, incomprensiones, malicias o simples falsedades. Arrastrados por la complicada marcha de los acontecimientos cotidianos, solemos descuidar la atención, plegándonos con demasiada frecuencia a las versiones parciales. Con las mejores intenciones de captar con acierto la realidad, se nos acumulan las dificultades derivadas de esas confluencias.

A veces no es fácil la separación entre sensaciones opuestas, sobre todo si están mediadas por potentes estímulos externos. Sometidos a fuertes presiones se impone el ACOGOTAMIENTO, llegando a confundir uno mismo el carácter de sus percepciones. Aun siendo totalmente diferentes, el afecto se convierte en franca sensación de miedo a la mínima oscilación de las presiones.

Situados ante un tirano, una crisis catastrófica o cuando la vida laboral depende de las veleidades de sus gestores, se generan percepciones contradictorias. El aplauso adulador o el miedo están muy cercanos al vernos enfrentados a esas potencias ajenas que nos afectan. Es una especie de adaptación servil.

No hablo de meras situaciones anacrónicas relatadas en viejas crónicas y desechadas en las prácticas actuales. Al contrario, son de plena actualidad; ponen a gran número de ciudadanos en el filo de esas dependencias abusivas. Toleradas, asumidas como una normalidad asfixiante e irreversible, obligados a soportarlas, engañados sin más preámbulos; esas valoraciones se prestan a múltiples consideraciones cuando son vistas de cerca por la gente implicada. Desde lejos siempre se modifican las impresiones. Son abusos muy actuales de aplicación SOLAPADA entre los clientelismos de los partidos políticos, en el forzamiento de sueldos bajos y trabajo, en las discordancias no toleradas en las agrupaciones.

Al hablar de los sabios solía resaltarse la importancia del olvido; recordarlo todo, saberlo, además de imposible, generaba una situación de atasco que inutilizaba los pensamientos. Es muy primordial la selección de los saberes para llegara a las conclusiones verosímiles. La sabiduría conlleva esa necesidad de no saberlo todo una vez escogido lo fundamental. Pues bien, en la actualidad hemos pasado a la otra cara de la hoja. Aparecen expertos para cualquier asunto, desconocedores de sus limitaciones, disponemos de datos como nunca, pero contemplamos como se agranda el DESCONOCIMIENTO esencial. Aún no hemos resuelto esa inversión paradójica que nos provoca tantas insatisfacciones.

De las incesantes percepciones accesibles cuesta extraer su verdadero sentido, al menos en cuanto a su aplicación particular. Del auténtico conocimiento conseguimos sólo migajas; para ello recurrimos a cualquier sistema de búsqueda. Las investigaciones científicas son las preferidas en general, pero los hallazgos artísticos aportan logros relevantes. Así mismo, las relaciones sociales amplían significativamente las primeras intuiciones y descubren lagunas. Es difícil interpretar las actuaciones de los seres humanos, aunque disponemos de una triple PRUEBA aclaratoria cuando se enfrentan a una desgracia, disfrutan del poder o de la fortuna. Refleja con mayor nitidez la circulación de sus interiores.

Si bien las visiones panorámicas aclaran algunos aspectos del conjunto, tienden a silenciar los mecanismos interiores de todo el procedimiento. El efecto distractor de las avalanchas informativas indiscriminadas tampoco favorece el conocimiento de esos interiores. Independientemente de la honradez dedicada a la organización de las diferentes tramas, su verdadero sentido final permanece en sus fondos complejos. La corrupción suele aprovechar esos escondrijos. Para los observadores interesados en destapar las irregularidades, el DISTANCIAMIENTO del punto de mira será decisivo.

De cerca se aprecian mejor los detalles, por lo que esa aproximación debe estar siempre en condiciones accesibles para la ciudadanía.

Es cierto, en el escenario de la verdad aparecen sombras por cualquier parte; siendo válida así mismo la afirmación contraria, entre las sombras asientan verdades indiscutibles. Estamos ante una liebre escurridiza, vista y no vista, de movimientos imprevistos. El instante de la valoración es decisivo, varían las circunstancias confluyentes y modelan el rostro de esas verdades. Su captación al completo supera las capacidades humanas. Por eso, se muestra la SUPERCHERÍA en cuanto el petulante de turno se siente y se manifiesta con la seguridad de quien posee la verdad y no se conforma con su pequeña verdad. El equívoco adquiere proporciones alarmantes asociado al poder y el dinero.

Si no recuerdo mal, JR Jiménez escribió:”Si os dan un papel pautado, escribid por el otro lado”. Nos viene bien la apreciación, porque nos presentan pautados hasta los pormenores irrelevantes. Predomina ese afán programador como un ansia plenipotenciaria desbocada sin rumbo perfilado.

Esa contemplación ajena programadora entorpece los acontecimientos vivenciales personales; es de una ubicuidad ilimitada en los ambientes actuales. Necesitamos desvelar la otra parte, el ÁNGEL poético para enlazar con la realidad social a base de la renovación de la experiencia personal, redescubir ese ángel escarbando donde sea, los recursos abundan. Su existencia espera la atención de sus posibles beneficiarios.

Podemos realizar un ejercicio muy ilustrativo de radical importancia cuando estamos situados entre expertos para todo, políticos prepotentes e intolerantes, medios de comunicación desbordados y un importante número de personas anonadadas en ese panorama. Consiste en una comparación franca de la información transmitida por el SILENCIO frente a la recibida por las manifestaciones al uso.

Enseguida nos daremos cuenta del problema generado por las explicaciones desviadas del meollo de los verdaderos asuntos cruciales. Aquel pálpito taoísta del mayor crédito del rollo en blanco frente a los escritos o habladurías. La osadía de los argumentos excesivos aboca a la confusa respuesta de los individuos.

Quién no oye hablar de ética más de una vez al día y a su pesar, no sabe a qué se refieren dichas afirmaciones; porque del concepto ético, al sentido ético en la práctica y a las diferentes éticas particulares, ya no sabe uno donde asentar las ideas y sobre todo las actitudes. Como la superficie de las cosas, y de las personas, es inagotable; solemos perdernos en esa maraña. Qué haremos con los diversos criterios si tratamos de saber vivir. No olvidemos lo dicho por F. Pessoa:”Los beneficios son cosas que se infligen”. Conviene vigilar las INCLINACIONES éticas.

Pronunciarnos sobre los males y sus remedios nos trae de cabeza con toda la razón del mundo, los saberes son incompletos. Entre vivir para los demás y que los demás vivan para uno, el coraje de la aventura personal es apasionante y responsable.

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