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Que GRACIAS y hasta siempre

​Y yo, qué pobre hombre, no se me ocurrió un sólo verso más que decirte
Ángel Padilla
jueves, 28 de enero de 2021, 10:38 h (CET)

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Ya te has ido, hermano

y no te fuiste bien,

así, como debe retornar la ola del mar

mar adentro o

como los lagos en verano suben a las nubes.

Y ni siquiera tu patria te rindió honores

por ser bueno,

por defender un ideal

en un mundo donde defender la tierra y la libertad

supone que te llamen terrorista.

Los barcos de Greenpeace se enfrentan a las petroleras,

todavía hay gente de esta lucha encerradas como

criminales,

porque luchar por la tierra es un crimen,

por el mar, por los cielos,

la gente no habla y las grúas

y las petroleras

avanzan.

Fue más importante para la mayoría de los argentinos

-excepto ese grupo maravilloso que salió a la calle a protestar por ti-

discutir en las redes, mientras gendarmería te mantenía congelado,

de si eras un simple mugriento, de si eras familia de

o tu pasado fue,

no quiero ponerte aún más triste, casi estamos igual de tristes ambos,

amigo,

pero la verdad debe decirse

ahora que tu familia ya sabe de tu cuerpo

y puede comenzar un duelo que el gobierno de Macri les negó durante 80 días.

Sabe que ese tal Macri llamó a tu familia el mismo día en que

ganó las elecciones,

después de no responder a las peticiones de ayuda de tus padres y hermano

durante tres meses

-incluso expertos internacionales se ofrecían a cooperar,

pero no hubo interés por el gobierno-,

imagina a tu madre cogiendo el teléfono cuando ya sabía de ti y del río

escuchando la voz de Macri

para tenderle la mano entonces

cuando tú ya no estabas

y él ya era presidente.

Todos jugaron a eso,

se te apresó por ser bueno en la lucha por las flores en mitad de una campaña,

pagaste el precio de la vileza humana actual.

Daba lo mismo que la lógica y el sentido común de las pruebas

mostrasen que Gendarmería te secuestró

y que moriste bajo sus instalaciones

a saber en qué forma,

sólo tú podrías contarlo

pero cerraron tu boca

para acallar lo ocurrido,

pero nada ha podido

acallar a tu alma.

Que tu hermano tuviera que permanecer horas en la orilla del río

donde te plantaron

para resguardar la cadena de custodia

y por si las moscas, en un estado así

eran capaces de llevársete de nuevo a otro lado

aún muerto.
No imagino a un hermano al lado de otro hermano

permaneciendo bajo un mismo cielo el uno vivo

y el otro muerto,

sin poder hablarse.
Que tú le hubieras dicho tanto.
Que él te hubiera dicho tanto.

Un forense dijo que esa parte del río donde te encontraron

que ya fue trillada tres veces y allí no estabas,

para que se te encontrase como se te encontró

sólo podías haber estado 10 días

no más, pues

de haber estado desde tu desaparición

no se te verían los tatuajes de tus brazos

ni rasgos de tu cara,

como dice el mapuche: “fue plantado”.
“Lo mantuvieron en algún lugar y al final, lo plantaron”.

No llores.

No pienses.

No mires.

Descansa.
Tenme como amigo.
Te hablo como par.
Ya no hay enemigos.
Deja de llorar, Santiago.
Deja de esperar, Santiago.
De recorrer el río Chubut como fantasma,

de transitar las manifestaciones por ti

intentando tocar las caras de la gente,

sintiendo el amor intenso de una parte de Argentina

y tú, loco de muerte, aún enamorado

de la vida,

como planta que espera

desde un fondo muy hondo.
Volverás con el sol.

La Argentina fascista se enconó con tu recuerdo.

Hubo quien se alegró de que te encontrasen

muerto,

como lo oyes,

estoy siendo tan duro para cuando vuelvas.

Que lo sepas.

Lo que hay.

Los soldados de la hierba debemos ser fieros y serios.

Pero no te alejes, por favor, que ya termino,

estamos esta noche por la orilla del Chubut,

no quiero que quedes aquí,

tu familia ya comenzó a lamer la herida,

debes comenzar

a escuchar primero mi voz

y luego mi voz, desde la luna,

para que escapes de esa mentira del acariciar las caras de los manifestantes.

El gran campo te espera para que seas semilla.

Así, detente, ves en mí un gendarme. Lo sé.

Si consigo que veas quién soy

comenzará

el recomienzo.

Les mandé a tus padres unos poemas

sobre ti, seguí tu caso, como tú yo soy un poeta.

Estás sentado bajo la luna de octubre

con tu pelo de libre y la arena en las manos,

déjame que te limpie con el agua del río

y ahora olvida de una todo lo que te he contado.

Mira los murciélagos. Andan por lo blanco. Saben de andar por las otras cosas.

Y mira cómo se ha hecho de día aún siendo la noche.

Todos aquellos que vienen, sonríes, no quiero mirar, no lo merezco,

son tu familia

que te sueñan, creen que es sueño, este encontrarte un rato.

Os abrazáis serenos y ufanos como el polen y las abejas.

Quiero romper paredes como un toro.

Ahora sólo veo árboles a las orillas de esta corriente

amarillos como la muerte, amarillos como la vida.

Suenan danzas mapuches, y de indios del Norte.

Los pájaros. Los lobos. Se unen a esta danza.

En el mundo de la noche de los dormidos las puertas se abren y cierran a portazos,

Argentina con tanto ruido no lo sabe

que lo que ocurre es el ruido de la sangre vertida

convirtiéndose en flores,

es el ruido más alto que se puede escuchar en este mundo.

Ya me marcho, Argentina, cuida más a tus hijos.

Los presidentes sólo son de paso.

Confío en que el país de las desapariciones forzadas recuerde su lucha,

que las madres no olviden que los hijos son hijos.

He querido durante tiempo escribir un poema

para tu vida y tu muerte pero nada bueno salió,

es tan fuerte lo ocurrido que

me quedé sin palabra,

así, de pie, como estabas tú mareado por los ríos antes de que viniera

yo, que soy Tu volviendo

Volviendo en promesa

Volviendo en rosa

Volviendo en Victoria

Volviendo en meteoro

Volviendo en caballo por las calles de Argentina, libre, abriendo paso

Volviendo como suerte para todos

Volviendo como luz para los hospitales

Volviendo como arena azul de mar

Volviendo como una sonrisa para los ancianos que defienden esta lumbre

Volviendo como trueno

Volviendo como niño cuando fuiste niño

Tornando como sueños

para los soñadores

Tornando como pasos

donde reina un silencio.

Y yo, qué pobre hombre, no se me ocurrió un sólo verso más que decirte

de parte de todos los que creemos en la continuidad

de lo justo y hermoso en este mundo,

que GRACIAS.

Y hasta siempre.

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