El inefable, inenarrable e indescriptible Zapatero promulgó la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura después de tan nefasta guerra, pero poca atención o ninguna dedica en ella a los masacrados durante la Segunda República.
Ahora este príncipe de la mentira y cabeza deshabita de Pedro Sánchez se ha sacado de la manga, por no ser menos, (¡Pobre hombre, solo sabe copiar! Y lo que copia se lo hace un “negro”) la Ley de la Memoria Democrática. Con ella se aspira a mejorar y ampliar la vigente Ley de Memoria Histórica de 2007, ya mencionada. Con la que pretende subsanar todas las carencias que presentaba la legislación previay que, por ende, ha conllevado un largo proceso antes de su remisión a las Cortes.
Pienso que, si se quiere llevar a cabo una revisión histórica, hay que acometerlo con todas sus consecuencias y arrostrar con imparcialidad todos los hechos ocurridos no solo durante la guerra civil sino también en el periodo anterior a la misma, ya que son muchos los historiadores que se decantan por, según los documentos consultados, en aseverar que la guerra mencionada no comenzó con el levantamiento del General Franco, sino que se venía gestando mucho tiempo atrás por la situación en la que España se encontraba por los distintos partidos políticos que se disputaban el poder.
No vamos a entrar en quienes querían destruir a España y convertirla en una nación satélite de la Rusia comunista. Más de un político comunista republicano lo había expresado en discursos en el Parlamento y en mítines con los que enardecía al pueblo al que hacía ver que la única solución para España era el Comunismo.
Esta forma de gobierno demostró el bien que podía proporcionar a los ciudadanos y lo ha puesto en práctica allá donde ha gobernado. Solo aporta hambre, miseria y falta de libertad.
Hagamos repaso a la Historia y busquemos en hemerotecas, panfletos y pasquines la propaganda comunista y encontraremos que su único fin era solamente aniquilar al adversario político.
Largo Caballero, ruin y miserable donde los haya, tiene un florilegio de frases antidemocráticas que cualquiera que esté interesado puede buscar en Internet, de las que solamente entresacaremos una que demuestra su talante “democrático” y su propósito de buscar para España un sistema de gobierno en paz y concordia: Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”. Pronunciada el 10 de febrero de 1936, en el Cinema Europa.
Este es el impulso que anima a los propulsores de la memoria democrática. El espíritu de revancha, venganza y desquite en el que se olvidan las incontables atrocidades que los republícanos perpetraron con los que no estaban de acuerdo con sus ideas.
Se va a penar cualquier forma de recuerdo del franquismo. Se retirarán los nombres de las calles y serán condenados a severas multas a quienes digan que con Franco se vivía mejor, pero no se retirarán los monumentos ni los nombres de las calles a los comunistas aunque sean reos de crímenes como Dolores Ibárruri que llegó a decir: “Es mejor matar a cien inocentes, antes de que se escape un solo fascista vivo”, o del carnicero de Paracuellos, Santiago Carrillo.
Es lo de siempre de los social-comunistas: “Justicia Señor, pero por mi casa no”.
Hace más de cien años que ocurrieron crímenes, revanchas y asesinatos que ahora se empeñan en resucitar estos social-comunistas que solo buscan el odio y el enfrentamiento volviendo a las “dos Españas” que nos helarán el corazón, como decía Antonio Machado.
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