Apagué la luz, la fiesta llegaba a mis oídos, las cortina cerradas esperaban al hilo del sueño; las mujeres cantaban, no tenía mayor importancia ese hecho, lo que llamó mi atención fueron tres voces masculinas que discutían sobre temas que no entendían, un tal Edipo fue el tema central. Entre las sílabas y palabras entrecortadas por canciones banales intuí que era una conversación idónea de copas, borrachos pretendían conversar de algo importante para que al día siguiente pudieran autoafirmarse profundos, una charla productiva, una noche bien usada.
Hay muchas cosas que desconocemos, Santiago Posteguillo nos cuenta en su antología «La sangre de los libros» el angustioso momento en que los hijos de Dante dieron por perdido 13 cantos del Paraíso, desconocían -incluso - si alguna vez fueron escritos, aunque presentían que si, tal vez perdidos ¿pero, dónde?; intentaron componer aquellos versos, hicieron su mejor esfuerzo sin el menor logro, desconocían cómo hacerlo, Boccaccio nos cuenta como en un sueño Dante se le apareció a uno de sus hijos mostrándole el lugar en el que los poemas fueron escondidos en el tiempo en el que el gran artista tuvo que salir de su ciudad natal.
“La divina comedia”, un hito de la literatura universal, que inicia con la intención de buscar a Beatriz que ha muerto. Petrarca nos contaría su amor por Laura en su “Cancionero” en los siguientes versos: «Era el cabello al aura desatado / que en mil nudos de oro entretejía; / y en la mirada sin medida ardía / aquel hermoso brillo, hoy ya apagado». «Leonora» alzaría el canto Edgar Allan Poe en “El Cuervo”. La muerte es algo misterioso que en medio de su tristeza han surgido grandes poemas, pinturas y obras magníficas de la ópera y el teatro, o, a su vez, la muerte y el dolor son un punto central de grandes creaciones… «Coge tu corazón roto y conviértelo en arte» escuché decir una vez.
Otros artistas que han sabido recoger esos momentos tan dolorosos son: el famoso pintor prerrafaelista John Everett Millais oAugust Strindbergcon la obra teatral “Señorita Julia”, “Ofelia” de Rimbaud o “Carmen” de George Bizet, y así podría dedicar 500 páginas a nombrar a artistas y sus obras.
Si pretendes hablar sobre algo profundo en una noche de copas, medio borracho, medio consciente, primero agarra un libro, investiga o lee algunos capítulos de los libros de Santiago Posteguillo (un gran narrador) y deja que Freud y su hijo Edipo descansen en paz.
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