El pasado miércoles se reunió en el Palau de la Generalitat en Barcelona la llamada “Mesa del Diàlogo”. A un lado el Gobierno de España, y su Presidente Pedro Sánchez, enfrente los representantes del Govern de la Generalitat, con su President, Pere Aragonés, al frente. Una reunión de alto nivel a la que muchos, de un lado y otro, habían intentado poner piedras en el camino con el fin de impedir su celebración.
Tengo que decir que, desde un principio, no me gustó el nombre de “Mesa de Diálogo”. El Gobierno español había reconocido, a regañadientes, la existencia de un problema político entre España y Catalunya, y ambas partes, en su dia, reconocieron que la forma más oportuna de tratarlo era mediante reuniones donde los interlocutores estuvieran al mismo nivel. Para intentar resolver los problemas derivados de este conflicto político más que de un diàlogo, que ya se da por supuesto, el nombre que creo más oportuno para este tipo de reuniones es “Mesa de negociación”, ya que de lo que se va a tratar es de negociar la forma de resolver un problema político mediante el diálogo y la negociación.
Estamos ante un problema, el llamado “problema catalán”, y aunque algunos quieran hacer ver a la ciudadanía que el independentismo es una nueva deriva de las elites y las clases altas catalanas esto no es cierto, las ansias del pueblo catalan por ser dueños de su destino y gestores de sus vidas y haciendas viene de muy lejos. ERC, un partido con noventa años de existencia ya luchaba por la independencia de Catalunya durante la Segunda República española.
El 1898 el poeta Joan Maragall terminaba su “Oda a Espanya” con estas palabras “On ets Espanya?/No et veig enlloc/No sents la meva veu atronadora?No entens aquesta llengua/que et parla entre perills?/Has desaprés d'entendre entre els teus fills?/Adéu,Espanya”. Y desde entonces España, sus políticos y muchas de sus gentes, no han escuchado la voz, atronadora decía el poeta, de Catalunya. No quisieron escuchar las voces que votaron la reforma de un Estatut porque otorgaba a Catalunya el rango de nación, y cuando a raíz de esta negativa el independentismo creció lo único que supieron los políticos españoles fue enviar policías y guardias civiles a apalear a pacíficos ciudadanos que tan sólo querían expresar su opinión en las urnas, con la aquiescencia de una parte de los españoles que alentaba a las fuerzas del orden público al grito de “a por ellos” y de un rey, al que nadie ha votado, que también alentó el “a por ellos” con un discurso que le alejó totalmente de la mayoría de catalanes.
El suflé no se había desinflado, como comentaristas y políticos decían que pasaría, el problema es cada vez mayor porque a pesar del exilio y prisión de los políticos y líderes sociales catalanes a los que una Justicia, al borde de la prevaricación, ha condenado, a pesar de un Tribunal de Cuentas que ejercer como elemento disuasorio en la guerra sucia entre el Deep State español y Catalunya, a pesar de las imputaciones de independentistas basandose los jueces en informes, sin fundamento alguno, de los investigadores de la Guárdia Civil, a pesar que ahora mismo más de 3.000 catalanes estan bajo el punto de mira de una Justicia cada dia con menos credibilitat, a pesar de todo eso el “suflé del independentismo” continúa su marcha hacia adelante.
Y por ello es necesaria una Mesa de Negociación, una Mesa que , en mi opinión, nace coja porque desde una de las partes se intenta marcar el terreno de juego vetando palabras y temas. Creo firmemente en el diálogo pero no confío en los negociadores de la parte española. Tengo la impresión que Pedro Sánchez intenta ganar tiempo, ya le queda poco tiempo y poca credibilidad ante los catalanes. ERC se la juega en este envite, también está a favor del diálogo, pero para dialogar hace falta un mínimo de dos partes, y que todos los implicados crean en la negociación sin temas tabús y sin ases en la manga.
Y nada de eso vimos la semana pasada cuando Pedro Sánchez dejó la Mesa de Negociación, a partir de ahora este será para mi su nombre, con prisas para acudir al barrio de Poble Nou a hacerse una foto con el diputado Illa, cabeza de la franquicia del PSOE en Catalunya. Ya tenía las dos fotos que había venido a buscar, una, la que está con Pere Aragonés, fue portada del New York Times dándole prestigio internacional de negociador, la otra, con su jefe de filas en Catalunya, apareció en la prensa española, acallando así las críticas del nacionalismo español y de algunos “barones” socialistas. Misión cumplida.
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