Si el señor Pedro Sánchez no hubiera demostrado, con suficiente claridad, su plena disposición a tener satisfecho al independentismo catalán y vasco para asegurarse su sillón presidencial, podríamos pensar que no se entera de lo que está sucediendo en Cataluña, donde no pasa día que no haya algún iluminado que no se meta con España y los españoles, que no ataque furibundamente a la monarquía y que no ponga de chupa de dómine a aquellos españoles, catalanes incluidos, que no entendemos que se permita que, una minoría que no llega a un tercio de la población de la autonomía, siga emperrada en que el resto de españoles les entreguemos esta parte de la nación que usufructuamos los que habitamos en esta región.
Especialmente, se viene notando un incremento de actividad propagandística en contra de la derecha española que, evidentemente, es la que se muestra más contraria a sus aspiraciones separatistas y la que, en consecuencia, recrimina con mayor intensidad al gobierno del señor Sánchez que, de una vez, se deje de martingalas, florituras, engañifas y preferencias cuando trata con los catalanes que, como estamos constatando estos días, son los que han sido mejor tratados en cuanto a la financiación autonómica ya que reciben una parte sustancial del pastel a repartir, de la cual, sin duda alguna, se están sirviendo para montar su tinglado independentista y para sostener a estas embajadas ilegales que mantienen en diversos países, con el único objetivo de poner a nuestra nación de chupa de dómine, mientras intentan, por todos los medios a su alcance, con el dinero del resto de los españoles, salvar a aquellos que intentaron alevosamente separar a Cataluña del resto del Estado.
No es de extrañar que los abogados del Estado, fieles súbditos del gobierno socialista, hayan intentado retirar ( y parecen que tienen éxito) la vigencia de las órdenes europeas en las que se pedía la extradición del señor Puigdemont, un personaje que huyó cobardemente de España, dejando al resto de sus compinches en manos de la justicia española y, ahora, con el apoyo financiero de algunos multimillonarios catalanes y de los organismo separatistas correspondientes, se está dando la gran vida en Waterloo, insultando a España, renegando de sus tribunales y, por qué no decirlo, tomando el pelo a aquellas naciones mal informadas, que se está tomando en serio que, en España, no tenemos una Justicia democrática.
Y, tomen nota ustedes, tenemos a en Barcelona una serie de periódicos, televisiones, tertulianos y periodistas que se han quitado la careta y ahora muestran, sin ambages, su odio hacia España.Entregados completamente a la causa separatista, no ahorran insultos, descalificaciones, engaños, desinformaciones dirigidas a aquellos que siguen manteniendo que Cataluña es España.
Por encima de todo, se han constituido en lo que podríamos calificar de unos supremacistas, intelectuales y racistas, que miran al resto de españoles por encima del hombro presumiendo, en su egolatría cerril, de estar intelectualmente por encima del resto de los españoles. Panfletarios de pura cepa que, aunque parezca imposible, parece que se han agrupado en algunos medios informativos, como La Vanguardia de los Godó (¿cuándo estos condes van a renunciar a un título nobiliario que, viendo su comportamiento claramente de apoyo al catalanismo, parece absurdo que pretendan conservarlo), donde no paran de tergiversar hechos, inventarse patrañas sobre el soberanismo, atacar sin contemplaciones a cualquier miembro del PP, como es el caso de la presidenta de la comunidad madrileña, señora Ayuso, entre otras razones, porque ha demostrado saber tratar el coronavirus mejor que ellos, en Cataluña, y por el hecho, imperdonable para Sánchez y sus amigos independentistas, de que Madrid haya superado a Cataluña y tenga una recaudación superior por impuestos, mientras que la presión tributaria en mucho menor que en Cataluña, una de las comunidades donde hay más impuestos de toda España. El despecho, la envidia y el rencor no son los mejores acompañantes, si lo que se quiere es levantar un país que, todo parece indicarlo, está marchando camino del caos.
Pero echemos un vistazo a algunos acontecimientos que resultan ser muy significativos. Por ejemplo, el Cercle d’Economía de Cataluña, una institución que siempre se había caracterizado por su prudencia ante los actos de la Generalitat, alertó públicamente del peligro de llevar a Cataluña a la decadencia, si se mantienen las políticas actuales. Lo que califica de ser “una espiral de irrelevancia económica en Cataluña”, rematando con una frase lapidaria: “ni Barcelona ni Cataluña disponen de un modelo de prosperidad compartida”.
No les importa hacer el ridículo como otro periodista de La Vanguardia que, reconociendo que Cataluña recibe una financiación del doble que la comunidad madrileña se queja de que, luego, recibe menos de lo asignado. A este señor se le puede decir que Cataluña, al revés que el resto de España está sobre financiada, dado que cada vez representa menos en el ámbito económico del Estado; de que una parte importante de lo que viene recibiendo, no solo en concepto de financiación autonómica sino como préstamos, los vienen dedicando a financiar proyectos de infraestructuras dedicadas a lo que sería el nuevo gobierno independiente de Cataluña; a financiar delegaciones en otras naciones dedicadas precisamente a denostar al país y, puesto que lo que piden es no depender de España, lo que se podría esperar de ellos es que tuvieran los medios suficientes ( dado que es la comunidad con más impuestos recauda de toda la nación) para no tener que mendigar apoyos de un gobierno al que no reconocen como tal.
Y puestos a comentar artículos de este periódico panfletario al que nos estamos refiriendo, conviene prestar atención a una periodista que, seguramente, intenta hacer méritos agradando a sus superiores, que ha escrito y publicado un artículo que titula “El PP no tiene sentido de Estado”. Es evidente que la frase se la ha copiado al señor Sánchez, puesto que no deja nunca de repetirla, pero, como suele suceder con los novatos o aquellos que hablan sin conocer el tema que quieren desarrollar, parece que no ha acertado en su desarrollo. Habla, la articulista, de que el PP siempre dice que no a las propuestas del Gobierno. Se queja de que digan que no a la ley del aborto; no a la ley de universidades; no a la ley de eutanasia y no a la ley de vivienda. Pues no sabemos si por ignorancia, por omisión voluntaria o porque nadie la haya informado o corregido, da la casualidad de que todos los temas a los que se ha referido están contemplados dentro del programa del PP y no de ahora, sino de siempre desde que Alianza Popular se convirtió en un partido político. Y esta señora lo que pretende, lo que critica o de lo que acusa al PP es de que siga aplicando su propio programa.
Claro que hay mentes obtusas, poco cultivadas o que piensan que pueden hablar sobre cualquier materia, sin informarse debidamente del tema, que incurren en semejantes errores. Esta señora, de talante absolutista y totalitario. pretende que todo lo que presente el PSOE, sea aceptado sin protestar por la oposición. Le recuerdo que lo que ella recrimina al PP, los socialistas, durante todo el tiempo que dirigió la nación el señor Rajoy, no hicieron otra cosa que intentar, por todos los medios posibles, hacerle caer, negándose a aceptar las propuestas que se llevaban a las Cortes ( ahora, en cambio, el señor Sánchez utiliza un medio que se podría calificar de ilegal, debido a la forma impropia en que lo hace, promulgando leyes por el procedimiento de Decretos Ley, evitando el filtro previo de que sean discutidas en las cámaras de representación popular; lo que le permite su aplicación inmediata, en tanto que se puedan convalidar o rechazar, en el Parlamento).
Por si no lo sabe o no lo recuerda, el papel de la oposición no se reduce a sentarse en los escaños y escuchar lo que dice el gobierno, sino que ha sido el propio señor Pedro Sánchez el que ha puesto de moda la idea de que, si la oposición no aprueba sus proyectos, la acusa de desleal, de antipatriota, de obstaculizar la acción gubernamental. Compruebe el talante, la escribiente, del presidente español que no se ha dignado llamar al jefe de la oposición desde hace meses ¿cree que es esta forma de gobernar una nación? España es una democracia parlamentaria, aunque ahora, por culpa de los socialistas y comunistas, parezca que se ha convertido más bien en un clon del Venezuela, por los modos, formas, actitudes e imposiciones autoritarias del gobierno, más bien da la sensación de que estamos en manos de una dictadura comunista.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no vamos a dejar de denunciar que, en una autonomía española, a diferencia de lo que dispones nuestra Constitución de 1978, se permite que, de hecho si no de derecho, se implante un tipo de gobierno de evidente carácter separatista, que se incumplan todos los requisitos que la Ley española establece para que no puedan ocupar cargos públicos personas que, evidentemente, no están en condiciones de hacerlo, debido a que, ellas mismas, se han declarado en contra de España y su gobierno, algo que vienen evidenciando, tanto en las sesiones de su Parlamento, cómo en lo que viene siendo el ejercicio de sus funciones como delegados del gobierno de España.
La frase de hoy es del filósofo Ortega y Gasset y creo que nos alecciona sobre algo que, en muchas ocasiones, olvidamos. La cita en cuestión es la siguiente: “El pasado no nos dirá lo que debemos hacer, pero sí lo que deberíamos evitar”.
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