En la votación más importante que ha tenido este Congreso peruano la izquierda apareció dividida y sus dos fracciones terminaron siendo una minoría dentro de distintos bloques liderados por distintos derechistas. Es una lástima que en el aniversario del inicio de la rebelión de Túpac Amaru del 4 de noviembre de 1870 quienes reclaman seguir su estandarte hayan preferido dejar que los conservadores les descuarticen. Por un lado 23 congresistas (19 de la mayoría de Perú Libre, PL, y 4 de Juntos Por el Perú) le dieron el voto de confianza al Gabinete de Mirtha Vásquez, mientras que 16 de la minoría de PL que sigue a los hermanos Cerrón votaron en contra de su ratificación. Ambos bandos reclaman una victoria: el primero por haber logrado que salga aprobado el elenco ministerial del Presidente Pedro Castillo, y el segundo porque demostraron votar con disciplina.
Sin embargo, ambos perdieron. Los 23 congresistas izquierdistas pro-Castillo fueron apenas la tercera parte de los 68 parlamentarios que lograron avalar al Gabinete, el cual fue ratificado con el apoyo de 45 legisladores derechistas, incluyendo 5 de los extremistas de Renovación Popular y Avanza País. Los 16 legisladores cerronistas representaron menos del 30% de los 56 congresistas que votaron en contra de darle la investidura a Vásquez y sus ministros.
Fuerza Popular con sus 24 congresistas fue la mayor bancada en votar unánimemente en bloque. Con Fuerza Popular estuvieron la mayor parte de sus socios de Renovación Popular y Avanza País, pero el mayor contingente que votó con ellos fueron los 16 congresistas cerronistas. Acción Popular fue el otro partido importante en votar todos de un solo lado, aunque lo hicieron en oposición al fujimorismo. Este es el partido en el que milita Manuel Merino, el líder del golpe parlamentario de hace 12 meses, y en el cual está la actual Presidenta del Congreso Mari Carmen Alva, quien quiere volver a vacar a un Presidente. Gracias a su aval y al de la mayoría de la oposición fue aprobado el Gabinete oficialista.
Esta situación contrasta con la que se dio cuando fue ratificado el primer Gabinete (el de Guido Bellido) cuando los 42 congresistas de las izquierdas le respaldaron y, a pesar de que él ganó el aval de varios congresistas de la derecha "moderada", el grueso de la derecha votó en su contra. Los cerronistas argumentaron su rechazo a respaldar al Gabinete (en el cual 2/3 de sus ministros estuvieron en el que tuvo antes Bellido) argumentando que esta estaba girando hacia la centroderecha. Empero, Bellido cuando buscó su ratificación no planteó en su extenso discurso ante el Congreso nada que pudiese quitarle votos derechistas de respaldo tales como Asamblea Constituyente, Ingreso Libre a las Universidades, destinar el 10% del presupuesto del Estado a la salud y otro a educación, estatizar el gas u otros servicios estratégicos, etc. Es más, siendo Premier Bellido aceptó que el BCR siguiese en manos de Julio Velarde garante del monetarismo neoliberal, que se renovara el acuerdo con USAID, que se permitiera el ingreso de tropas norteamericanas y europeas, que se permita al Estado incinerar cuerpos de presos muertos, que se despidiese al canciller Héctor Béjar, y que se mantuviese el modelo económico que persiste desde hace 3 décadas. Los congresistas leales a Castillo argumentaron que se debía permitir al profesor el poder gobernar, aunque Vásquez ha decidido mantener una serie de políticas que no "asusten" a los derechistas, incluyendo rechazar cualquier estatización, proponer que la constituyente no es una prioridad y pedir un "pacto social".
Ambos sectores cometieron un serio error desde el momento en el cual se trataba de defender la victoria electoral. En vez de optar por continuar y expandir las movilizaciones antigolpistas (como la del último sábado de junio que tuvo decenas de cuadras de extensión en Lima), optaron por enfriar estas y dedicarse a convencer a EE. UU., la OEA y los grandes inversionistas que ellos estarían de su lado manteniendo el status quo. Luego decidieron no restituir la constitución de 1979 aduciendo que la actual es ilegal por surgir de un quiebre golpista e ir aceptando poco a poco las demandas de la derecha para ir despidiendo ministros.
Lo que le hubiese dado fuerza inicial a Castillo era el poder haber llegado al Gobierno con cientos de millares en las calles y aplicando un "shock popular". Ello implica aumentar los famélicos e insignificantes salarios mínimos y pensiones, revertir los altísimos gastos de servicios y distribuir millones de canastas familiares de manera regular a precios módicos logrando ir al "hambre cero" y haciendo que el Estado beneficie tanto a los productores como a los consumidores eliminando a intermediarios usureros. Con esta política se hubiese incrementado el mercado interno y la economía se estuviera reactivando mientras los precios se bajaban.
El sendero que optó todo PL fue el de adaptarse al status quo y por eso han pagado el plato roto de ir perdiendo popularidad y de estar dividiéndose como resultado de la presión de la derecha. Primero, los fujimoristas lograron desafilar el machete del rondero Castillo haciendo que él preserve el mismo sistema macroeconómico impuesto en 1990 y que vaya buscando ir sobreviviendo haciendo más y más concesiones. Hoy, Fuerza Popular (que ha mantenido su unidad) ha logrado hacer que el cerronismo vote con esta contra la ley por las elecciones internas en los partidos y, sobre todo, contra la ratificación del Gabinete.
Tanto el ala minoritaria de la bancada de PL (que sigue a los hermanos Cerrón y a Bellido) como la mayoritaria (que respalda a Castillo) han perdido (y mucho) con esta división y al haberse remolcado tras sectores timoneados por distintas derechas.
Los cerronistas han aparecido votando dentro del bloque fujimorista (aunque digan que rechazan a Keiko Fujimori se pasaron en los hechos a su bando, aunque sea en una votación tan crucial) y ahora se oponen a las marchas que piden cerrar el Congreso. Su estrategia es que este legislativo dure un quinquenio para que ellos preserven su bancada (si hubiera nuevas elecciones parlamentarias esta se reduciría o eliminaría). Los castillistas han aparecido como una minoría del bloque de la derecha moderada, la cual le va a ir exigiendo a este Gobierno que cada vez se vaya tornando más hacia el centro y que se termine de dar paso a una superconvivencia con Acción Popular, Alianza Por el Progreso, Somos Perú y Podemos, la misma que debiera sacrificar varias "palabras de maestro" planteadas durante los comicios.
Ambos no quieren darse cuenta de que estamos en una situación de dualidad de poderes en el cual los actuales Ejecutivo y Legislativo no pueden convivir al mismo tiempo y que uno debe imponerse sobre el otro. En los hechos el Congreso ya impone gran parte de la agenda al Presidente y puede obligarle a dejar su puesto. La única forma de neutralizar al golpismo es con un programa que apasione y movilice a las mayorías. Si Castillo no cumple con sus promesas va a seguir perdiendo puntos en las encuestas y sus fuerzas no van a quedar bien paradas en las elecciones locales y regionales del 2 de octubre 2022, y todo eso si es que para entonces lograr seguir en el poder. El cerronismo ha decidido a jugar a ser una fuerza que presione a Castillo desde la "izquierda", aunque cuando ha liderado al Gabinete ha seguido el curso que él y lo que ellos llaman "caviares", les han impartido. Hoy, los Cerrón solo cuentan con el respaldo de un 40% de los 37 congresistas electos por PL y van a perder mucho respaldo en las bases pro-Castillo, mientras que su accionar va a alentar a los maestros y a los castillistas a formar un nuevo partido.
Las izquierdas se han dividido para ir cada cual como un furgón de cola de uno u otro sector de la derecha. Los castillistas ahora quieren un gobierno más hacia el centro y en convergencias con la derecha no fujimorista, para lo cual están obligados a realizar una forma de continuismo de los anteriores gobiernos neoliberales. Si los cerronistas quisieron marcar su desencanto con el actual Gabinete pudieron haberse abstenido o retirado del recinto para no votar, pero, al haber votado junto con la extrema derecha para querer que caiga este Gabinete van a generar mucha decepción dentro de las bases y electores que respaldaron a PL. Es probable que pierdan a la mayoría de su bancada y de muchos militantes.
Tras esta división va a ser muy difícil ir hacia un frente de cara a las regionales que han de darse en menos de 11 meses y que ambos sean castigados por un electorado que no gusta de peleas internas ni que no se cumpla con las promesas. Los cerronistas, en ve de buscar presionar a Castillo a que vaya en su propia dirección van a hacer que él se acerque más al Frente Amplio, a JPP y a Vero, así como a Lescano y otros sectores de la derecha "moderada".
En vez de tomar ese curso ambos sectores bien pudieran hacer causa común para impulsar un programa de aumento de salarios y pensiones, canastas familiares y de movilizaciones en las calles contra el golpismo y por una pronta Asamblea Constituyente, la cual, por su propia naturaleza, debe tener más poderes que todos los demás. Falta una semana para la gran marcha por el I aniversario de la muerte de Inti y Bryan, la cual ha de darse el 13 de noviembre, y es vital lograr que esta sea una muy grande para ir avanzando en un movimiento social de masas contra la vacancia.
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