Enfatizamos a diario los comentarios sobre la memoria, como tratando de una entidad establecida, cuando a lo sumo captamos pequeños sectores, silenciamos a muchos de ellos y no estamos dispuestos a investigaciones francas. A la vez, mantenemos encendidos los anhelos declarados y los inconfesados, en unas elucubraciones íntimas de ilimitadas aspiraciones. Al intentar examinar las tareas emprendidas para enlazar dichos elementos distantes, resulta chocante la dimensión del AGUJERO NEGRO intermedio. No se aprecian intenciones comprensivas de las experiencias contrapuestas. La dispersión de las atenciones alimenta el fuego de las disensiones, con la crispación como actitud predominante.
En esto de las trayectorias individuales, también ocurre con las colectivas; destacan las numerosas actitudes absentistas rayanas entre la indiferencia o la negligencia. Podemos fijarnos en la complacencia NEURÓTICA, con respecto a una presencia propia estática, como apoyada en el quicio de la actualidad, sin ánimo de intervenir, extasiados en la consideración de uno mismo, en claro matiz narcisista. Así ubicados, los retos se suceden como una tarea para los demás, quienes deberían calentarse la cabeza para afrontarlos debidamente. Las tensiones aparecen como fenómenos inapropiados venidos del exterior. Las consecuencias de esos comportamientos se intuyen, pero sobre todo se padecen.
En ocasiones, las carencias de una actuación son delatadas por un exceso de diligencia en los procedimientos empleados. Es útil esta apreciación para detectar la falta de experiencia de algunos catalogados como expertos. Pasan a exponer sus pronunciamientos con toda celeridad; y esa misma prisa les contradice. La mínima indagación precisa, el concurso de los instrumentos requeridos, la calibración de las variantes, no aparecen en sus consideraciones. La PRECIPITACIÓN mengua su efectividad, demuestra un comportamiento poco concienzudo. Aún con la buena intención de hacer, el acierto exige mejores cuidados para encauzar las actividades de gente implicada y cabal.
Determinar el destino es tarea inútil, por lo enrevesada y por la cantidad de enigmas superpuestos. De ahí que la rotundidad se transforma en elemento sospechoso, como ente enajenado. La física nos demuestra las infinitas conexiones entre partículas y energías; de manera sutil, también se implantan en las relaciones humanas. Los talantes de la convivencia se tornan CUÁNTICOS, con flujos peculiares del dinero, intenciones, diversidad de pareceres, maniobras subrepticias, impulsos azarosos; con repercusiones a distancia y esa potencialidad de los ocultamientos o lo que permanece visible. Nos plantamos sin remisión en extensas zonas fronterizas como sustrato habitual.
Dependemos de circunstancias interminables, pero en esa navegación actuamos con estilo propio, también este es portador de matices increíbles. En las penalidades, como en las satisfacciones, disponemos de la posibilidad de implantar el sello propio; pasivo o activo, meritorio o deplorable, de una calibración complicada. Hasta puede uno no darse cuenta de su posición en este panorama. En medio de la globalidad interdependiente, cada sujeto introduce su SENTIDO de orientación, definitoria de sus andanzas, con reflejos íntimos e influencias hacia el exterior. Son experiencias existenciales insustituibles. Esas caminatas constituirán su testimonio vital por excelencia:
TRAYECTORIA No hay significados Ni signos. Todo está por escribirse, Todo está por traducirse, Dispuesto a transformarse. Si soy un lenguaje, Puro cambalache De palabras ilusionantes, Con el texto de ensamblaje Antes de los desaires. De las conductas Interpretamos las pautas, Jugando las cartas De figuras conocidas, Pero expresiones anárquicas. La singularidad extrema Adopta una línea abstracta, Surcando las desventuras, En busca de la ventura Con un gramo de cordura.
En el curso de las experiencias cotidianas va dibujándose un esquema repetitivo, el de esos individuos engreídos de su buen entendimiento de los eventos y circunstancias. Se instaura en ellos el fraude de la comprensión total. No es cuestión de su grado de conocimiento, se trata de su posición particular subidos en el pedestal. Son verdaderos MONSTRUITOS, de lamentables actuaciones por su apego a estructuraciones fijadas sin justificación. En las figuras políticas, ideologías, jerarquías, medios de comunicación, abundan; pero también en agrupaciones vecinales, culturales o profesionales. Su sobredimensión particular incide en la maraña de obstáculos convivenciales.
A las presiones naturales se añaden implacables las diversas tensiones originadas por las actividades humanas. Si algunas de estas surgen de una cierta lógica, sufrimos en demasía los efectos por artificios pergeñados desde las más crueles perversidades. La inercia puede conducirnos al desenfoque de la realidad con respecto a sus múltiples integrantes comunitarios, sometidos a las caprichosas intervenciones de los empoderados. No será extraño que veamos con buenos ojos a la irreductible INCERTIDUMBRE de fondo como manantial imposible de cegar. Vislumbramos en su horizonte la posibilidad de mantenernos a flote como personas.
El significado se basa en la acción de levantar el telón de una vez, para contemplar las fascinantes luces del panorama fronterizo. Si actuamos con FRUICIÓN, ilusionados, descubrimos unos logros espléndidos, alejados de las posiciones contundentes, independientes de tamaños y número de adeptos. Se trata de una perspicacia discrepante para las captaciones insospechadas en los mejores ámbitos.
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