La Universidad de Panamá conmemoró el octogésimo aniversario del nacimiento de Rubén Darío, genio del idioma. El paraninfo de la universidad cobijó con suma complacencia a distinguidas personalidades del gobierno, intelectuales, académicos y diplomáticos de ambos países. La edición N° 69 de la Revista Lotería publicada en febrero de 1947 con una magnífica nota editorial de José Guillermo Batalla, replicó los discursos ofrecidos en aquella ocasión, sumando a la edición el homenaje que rindiera al poeta el Ministerio de Educación de Panamá.
Al conmemorar el 106 aniversario del gallardo poeta de Nicaragua, cito parte del discurso de don Enrique Ruiz Vernnaci, que se lee en el libro 'Rubén Darío en Panamá' (2016).
EL ÁGUILA Y DARÍO
En el número 8 de la Gaceta de Nicaragua, fechado en Managua, el 23 de febrero de 1867, se lee un suelto notable y curioso. Se titula «También hay águilas en Nicaragua». En este suelto del periódico oficial se cuenta que «un águila de la especie más bella, el águila real» había sido regalada por aquellos días al Sr. Capitán General, Presidente don Tomás Martínez. Fue encontrada el ave en las montañas de Jinotega y por su tamaño y plumaje juzgaron que tendría un mes aproximadamente. El 18 de enero de ese mismo año, en Metapa, pueblecito situado en el corazón de Nicaragua, sobre las faldas de la cordillera, había nacido Félix Rubén García Sarmiento, hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento.
El águila así, está ligada al nacimiento del gran poeta continental. Si sus cisnes bogan por los lagos de su fantasía, el águila vela por los cielos y entre las nubes de su prosapia estética. Y hay más. El águila, por magnífica coincidencia, selló igualmente la vida de Darío. El cisne- «el cincelado témpano viajero, en el mágico parque de mis triunfos testigo», firmó Rubén−le acompañó en sus sueños: el águila «para las águilas toda la gloria» cantó el genio −le besó en el ataúd. A don José Félix Cuevas, hábil ebanista, el Gobierno de Nicaragua le encargó hacer el féretro de Darío. Le proporcionó un dibujo de cisnes y góndolas que había de servir para la ornamentación.
Rubén Darío falleció el 06 de febrero de 1916 en León, Nicaragua. Foto / Biblioteca Enrique Bolaños
Pero Darío abandonó la vida antes de que el cumplido artesano rematara el trabajo y tuvo que entregar un ataúd que había construido con anticipación, para un acaudalado personaje de Managua en cuyos costados exteriores esculpiera a un lado, un águila en actitud de levantar el vuelo y al otro un águila con las alas extendidas. En ese ataúd se depositaron los restos mortales de Rubén Darío. El águila cumplió su misión de acompañarle al nacer y de seguirle rumbo a la inmortalidad. Por eso Rubén cantó al águila. Por eso Rubén fue tan americano al cantar al águila: oídle:
¡Águila que estuviste en las horas sublimes de Pthamos águila prodigiosa que te nutres de luz y de azul: como una cruz viviente vuela sobre estas naciones y comunica al globo la victoria feliz del futuro!
Sobre el autor:
Harlan Oliva Regidor (Jinotega, Nicaragua en 1981). Se licenció en Lengua y Literatura en la UNAN en el año 2010. Ha sido técnico, promotor y coordinador de proyectos sociales. Laboró en Gesaword, Panamá como consultor de diversos proyectos. En el país canalero imparte diversas cátedras en la Universidad Interamericana de Panamá. Ha publicado diversos artículos y cuatro libros, el último, Rubén Darío en Panamá (2016).
|