Según se mire, empezamos con las opiniones, alcanzamos ciertas convicciones, pero el asalto de las dudas es abrumador. Si pretendemos concretarnos como persona individual, ese yo tan cacareado, comprobaremos la dificultad inherente a esa tarea. La acumulación de condicionantes previos (Genética, familia, historia), así como las incontables dependencias del momento (Biológicas, ambientales); nos abocan a los sentimientos DETERMINISTAS. Pronto detectamos las limitaciones de dicha orientación al notar la eficacia de ciertas decisiones para la modificación de las circunstancias; con la consiguiente sucesión de frustraciones o satisfacciones, al contrastarlas con el talante íntimo peculiar.
Nadie acaba de encontrar la explicación para la emergencia de las creencias en torno a lo desconocido, el amor o el odio manan de fuentes intrincadas, se dice fácil eso de la empatía o no; pero los orígenes subyacen. Son efluvios naturales motivados desde lo recóndito. Aún así, las dependencias son PERMISIVAS para ciertas decisiones, un sí o un no, subir o bajar, e incluso seguir bregando o poner fin a la vida. Siempre contando con la tarima inestable sobre la cual estamos encaramados. La pausa tranquila es efímera y relativa. La exigencia de una adaptación continuada es determinante, modula cualquier talante, favoreciendo las inquietudes sin el recurso a mano de ningún apoyo seguro.
Corren tiempos incómodos, la aceleración de los ritmos favorece la multiplicación de los impulsos foráneos no siempre satisfactorios; no dan lugar al mínimo reposo comprensivo. Tampoco satisface la comparación con épocas antiguas, tenían lo suyo a carretadas. Esa avalancha incesante nos mantiene ocupados, preocupados o angustiados, según las personas y situaciones. El riesgo adopta rasgos paradójicos, con tantas aportaciones, encontramos demasiadas CABEZAS HUECAS; porque el relleno amorfo ocupa los espacios sin permitir la entrada correspondiente para las funciones requeridas. El deslinde de esas penetraciones exige atentos cuidados, dejados de lado con frecuencia por actitudes incomprensibles.
Ninguna mentalidad es idéntica a las demás y las circunstancias no paran quietas; cada retazo emergente luce unas cualidades peculiares. La inclinación a recostarse en las equiparaciones apenas tiene consistencia; las mismas apariencias de igualdad se resquebrajan al instante. Por mucho que nos cueste admitirlo, formamos parte de la DIFERENCIA, con el añadido de su inestabilidad. Eso transforma la actitud adoptada como respuesta en una labor siempre inacabada; con el otro matiz de su apertura permanente, con lo que supone de nuevas posibilidades. Las diferencias se transforman en un reto apasionante, capaz de liberarnos de las mencionadas dependencias, alcanzamos así el protagonismo conveniente para sentirnos implicados.
Los flujos circundantes no son sólo numerosos, añaden su carácter discordante; se trata de una actividad demoledora por su persistencia. Debido a esa contumacia, el empeño de mantenernos con una presencia activa, requiere de una dedicación bien aplicada. Ni qué decir, de la enorme distancia en lo referente a la intensidad mostrada por cada conexión. A una persona le afectarán en unos determinados aspectos, que apenas se verán modificados en otra gente; y eso, tratándose del mismo empuje originario. Aquí se pone de manifiesto el bagaje individual con su TALANTE integrador de cara a esa maraña de aportaciones. Cabe preguntarse por la disposición propia frente al reto, quizá de esta guisa:
COMPROMISO
Sin implicarse huye la comprensión. Archivadas las diversas razones, Se agitan las múltiples variaciones; Todo se reduce a la observación.
Para qué han de servirnos las memorias, Si no logran atenuar la emoción A base de modelar la intención Motivante de nuestras correrías.
Es fuerte la ligadura inicial Usando los buenos antecedentes Como auténtico apoyo existencial
No caben las posturas divergentes Con crudos aportes perjudiciales Crean circunstancias enajenantes.
Es bastante ilustrativo examinar las actitudes elegidas para afrontar las ignorancias aparecidas por cualquier resquicio. Desde luego abundan y parece lógico el intento de vencerlas; al menos aliviarían estas andanzas mundanas. Pero, quién sabe porqué, en esto tampoco conseguimos la unanimidad. Las DIVERGENCIAS se imponen de manera pertinaz. No dejan de surgir personas empeñadas en agravar las oscuridades con planteamientos extremosos; no hay manera de evitarlo. No escasean las intenciones opuestas, bregando para esclarecer el panorama. El problema radica en la dificultad de distinguirlos, son muchos los disfraces, nos confunden; la limpieza de miras está en entredicho, y eso aturde.
En las relaciones comunitarias destacan las algaradas activistas por su bullicio expresivo; como contraste, no se sienten, quizá pesen, aquellos dedicados a una vida menos ruidosa. El abanico de las actitudes PARTICIPATIVAS es indicador fiel e importante de cuanto acontece. En cuanto al decir, sobran declaraciones, muchas se quedan sólo en eso, incluso son engañosas. Las actuaciones ya confieren una mayor entidad a las aportaciones de personas o grupos. Aún así, la coherencia de las palabras con los hechos, supone una alto escalón de cara a las valoraciones. Y por encima de todo ello, la sinceridad adherida a cada paso afecta sin duda a las repercusiones; aunque la indolencia suele hacernos mirar hacia otra parte.
La facilidad para los agrupamientos es natural, desde unas pocas personas a contingentes enormes de gente, en torno a incontables requerimientos. Las necesidades, la lengua, el ámbito geográfico, las ideas, los recursos naturales, influyen en esas tendencias asociativas. Aunque una vez más, idénticas motivaciones derivan en hechos contradictorios. Son frecuentes los SECTARISMOS cuando se polarizan en exceso. Dicha degradación es crucial para el buen curso comunitario.
A estas alturas ya nadie desconoce la conveniencia de una buena variedad, es lo natural; los monopolios traducen penosas actitudes. Junto a la bienvenida dedicada a las discordancias, echamos de menos el buen sentido DIALÉCTICO en aras de la armonía siempre perfectible. Siendo peligrosa la tergiversación de estos términos, al pasar de los argumentos razonados a las presiones. Y la fuerza es tentadora.
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