Como premisa ineludible hemos de dejar bien sentado que nadie tiene potestad, ni debe de acabar con la vida de otra persona, sin embargo esta pregunta se la han hecho a lo largo de la historia grandes pensadores, filósofos y teólogos principalmente, santos incluidos. Es digna de tener en consideración la actitud que el Padre Mariana tiene en el desarrollo de la doctrina sobre la legitimidad del tiranicidio que expone en su libro Deregeetregis institutione publicado en 1599. Éste califica de tiranos a figuras históricas como Alejandro Magno o Julio César, y argumenta que está justificado que cualquier ciudadano asesine al que tiranice a la sociedad civil, considerando actos de tiranía, entre otros, el establecer impuestos sin el consentimiento del pueblo, o impedir que se reúna un parlamento libremente elegido. Otras muestras típicas del actuar de un tirano son, para Mariana, la construcción de obras públicas faraónicas que, como las pirámides de Egipto, siempre se financian esclavizando y explotando a los súbditos, o la creación de policías secretas para impedir que los ciudadanos se quejen y expresen libremente.” Henry D. Thoreau, nos dice en su obra Walden(1854): “En cuanto a las pirámides (de Gizeh, Egipto), no hay nada por lo que asombrarse tanto como del hecho de que pudiera haber tantos hombres degradados para gastar sus vidas en construir la tumba de un bobo ambicioso, que habría sido más sabio y viril ahogar en el Nilo, y arrojar luego su cuerpo a los perros.” Pero no es cualquiera un tirano. Hay enamorados que se dicen: “me tienes tiranizado, soy tu esclavo/a y no hago nada si tu permiso”. No nos referimos a esta tiranía amorosa, sino a lo que nuestro El DIRAE nos define con estas palabras: “Dicho de una persona que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto, o materia, o que, simplemente, del que impone ese poder y superioridad en grado extraordinario”. No pretendo escribir un tratado sobre la justificación del tiranicidio, ni quiero remontarme a los tiranicidas Harmodio y Aristogitón que por un asunto de celos homosexuales (en la Grecia antigua la homosexualidad, era una situación amorosa totalmente admitida, como en la España de hoy), sino a lo que nos dice el DIRAE, como hemos mencionado). Es muy interesante lo que nos dice S. Isidoro en su Etimologías IX, III que a continuación referimos: “La palabra rey viene de regir (reges a regendo); pues como sacerdote viene de santificar, así rey viene de regir, y no rige el que no corrige (non autem regit qui non corrigit). Los reyes, pues, conservan su nombre obrando rectamente y lo pierden pecando (Recte igitur faciendo regis nomen tenetur, peccando amittitur); de aquí aquel proverbio entre los antiguos: Rex eris si recte facias; si non facias, non eris (Serás rey si obras rectamente; si no obras así, no lo serás). Dos son las principales virtudes reales: la justicia y la piedad (iustitia et pietas), y más se alaba a los reyes la piedad que la justicia, que de por sí es severa. Debemos de entender pecando, como el mal obrar respecto a sus súbditos, pero queda bien claro que el rey debe de ser considerado como tal siempre que procure al bien de sus ciudadanos y no el suyo propio. Rades de Andrade, en su obra: “Chrónica de las tres Ordenes de Cavalleria de Sanctiago, Calatrava y Alcántara”, cuando habla de la muerte que los lugareños de Fuenteovejuna infieren al Comendador Fernán Pérez de Guzmán, nos indica que los villanos no reciben su castigo porque llega a los reyes el conocimiento de las tiranías del Comendador. Al parece, prevalece en él el postulado de que es lícito matar al tirano y que, ante sus desmanes, el tiranicidio ésta permitido. Así en la obra de Lope Juan Roxo dice a sus conciudadanos: “Tiranos son ¡A la venganza vamos!” (verso. 1711) y desde este momento es uno de los gritos que los amotinados lanzan, cuando van a asaltar la casa del Comendador.
ESTEBAN: Ya el tirano y los cómplices miramos ¡Fuenteovejuna, y los tiranos muera!
Hoy hay más de un tirano gobernando distintos países del mundo y subyugando a sus ciudadanos en provecho propio (muy cerca tenemos uno),que, con tal de mantenerse en el “machito”, ha pactado con los que quieren destruir nuestra Patria. Además hay cierto sujeto, llamado Putin, no sé si llamarlo humano, que ha llevado al límite de la opresión a los ciudadanos de Ucrania, sin motivo ni fundamento alguno, solamente con el propósito de extender Rusia a los tiempos de los Zares o a la época del dominio del peor cruel dictador y asesino de la Historia, el “padrecito Stalin" que superó, con mucho, los terribles asesinatos de Hitler. Este Abominable ser, creyendo que invadir Ucrania sería, poco más o menos que un paseo triunfal, se ha equivocado de extremo a extremo. Los ucranianos han reaccionado al igual que lo hicieron los españoles con la invasión napoleónica. Cada hombre capaz de empuñar un arma se ha convertido en un fiero batallador, aunque la edad de combatir le haya quedado muy lejos. Se trata de defender su patria, su suelo, sus costumbres, en una palabra, su familia y todo lo que significa algo para ellos. Si el resto de las naciones no le paran los pies a tiempo, puede ser que nos arrastre a una tercera guerra mundial. Hasta ahora solo se le ha castigado con sanciones económicas que parece ser que le importan un ardite. Hay animales que solo se puede acabar con ellos exterminándolos. No se le debe de quietar la vida a nadie, pero hay momentos en los que para salvar a la Humanidad es necesario que desaparezca un hombre. En Roma arrojaban desde la Roca Tarpeya a los que habían intentado causar mal a la República. A falta de esta, hoy día hay métodos tan expeditivos o más que ella, con los que se puede eliminar a quien intente llevar a la Humanidad a un desastre. ¿Dónde están los drones?
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