En general, no se trata de dar soluciones definitivas, sino de encontrar los trayectos accesibles en un determinado momento. Entre otras disquisiciones, nadie dispone de las prerrogativas requeridas para una imposición al resto. Las DISCORDANCIAS surgen en cualquiera de los roces existenciales, con los consiguientes intentos de una adaptación circunstancial. Admitiremos el carácter estimulante de las discrepancias sin apuntar todavía a su valoración; esta derivará de tomar en consideración los factores influyentes en la vida de los humanos. Quedando clara una cuestión, si nos adentramos en una dirección, desatendemos el extremo opuesto; sin menospreciar aquello de los extremos que se reúnen al final de sus andanzas.
Nos ponemos intratables al poner la mirada en blanco en plan hamletiano, elucubrando por encima de las nubes más elevadas, para determinar si somos o no somos, desconociendo los verdaderos entresijos de dicha condición. Es asombrosa la pretensión de circular por esas cumbres, allí no resolvemos la condición menesterosa que nos constituye; con la añadidura displicente de alejarnos de la realidad circundante. En esa tesitura renunciamos al estar simple y llano, a la PRESENCIA en la vida cotidiana. Sucede con otras fijaciones orientadas a ideas menos luminosas, desviando las atenciones comunitarias hacia sus esferas sectoriales. Nos inducen a reivindicar la importancia de las labores del presente.
Si observamos con atención, tampoco la tendencia contraria centrada en las rutinarias ramplonerías, vulgarizaciones sin acercamiento a los razonamientos, resuelve las inquietudes surgidas al menor encontronazo con la realidad. Nos descubrimos en posesión de algo más. Desde la mirada limpia, la sensibilidad o los suspiros anhelantes, nos rebelamos contra el conformismo con el mero discurso a ras de suelo. El cómo podríamos denominar o calificar a esa PERCEPCIÓN íntima, será una cuestión enigmática sin resolver, puesto que nadie nos concreta sus pormenores y queda abierta al dinamismo de los geniecillos interiores. Como suele ocurrirnos, estamos en medio, también con impulsos interiores potentes.
No conviene ser demasiado drásticos en asuntos con innumerables incógnitas, peor todavía si están sometidos a un dinamismo incesante. Al decidirnos por algo, rechazamos de facto otras opciones, incluida la indiferencia. Eso no implica mantenerse empantanado en un aturdimiento nefasto. En el intervalo situado entre los extremos, evitando las polaridades estrictas, está uno más predispuesto a la consideración de las posibilidades existentes, para adherirse a las opciones adecuadas a las circunstancias del momento. Con aires poéticos, la propuesta puede revestir formatos con diversos enfoques:
INTERVALOS Entre el ser o no ser, Estar. Entre estar o no. Ser. Entre el decir o callar, Pensar. Entre oír y escuchar, Espabilar. Entre amar u odiar, Sentir Entre luces y sombras, Inconformismo. Entre bromas y veras, Sensatez. Entre militancia y discordancia, Conciencia. Entre Finisterre y Cabo de la Nao, Trayectos Entre creer y no creer, Existir Entre prosa y poesía, Suspiros.
Las actitudes intempestivas se originan en gran parte por la manera de expresarse los intervinientes. Unas veces por decir inconveniencias; pero no pocas por todo lo contrario, el no haber pronunciado las frases oportunas. Tanto el callar como el decir entrañan un verdadero arte no exento de dificultades. Hay un trecho enorme desde lo dicho a lo entendido. Contando con esa característica, todavía resta la oportunidad de pronunciarse en el momento preciso. Los diversos condicionantes requieren de un equilibrio siempre difícil de concretar, la única manera de aproximarse se centra en la DELIBERACIÓN prudente de los pormenores, con ella disminuyen los lamentos por haber hablado o callado.
Entre luces y sombras nos sobrecogen fragorosas actuaciones sin aparentes alternativas. ¡Son tantos los enigmas naturales! Esa abundancia de mecanismos desconocidos no es lo sorprendente; en cambio, resulta un ejemplo de escaso juicio la sumación de intentos para incrementar las sombras tenebrosas. Y cuando no se trata de sombras, cavamos un sinfín de trincheras rígidas aprovechando cualquier circunstancia. Contra los discursos habituales, de hechos aplaudimos y votamos a gente empeñada en apagar las luces del buen entendimiento. Suena clamoroso el INCONFORMISMO sano para graduar las tonalidades lúcidas desde la intimidad a las proyecciones comunitarias, evitando a los atosigantes.
Entre Finisterre y el Cabo de la Nao, es un decir, los trayectos posibles no se acaban; la pericia, los múltiples equívocos y las simples preferencias; admiten las más insólitas variaciones. Los empeños maquinando en contra de esa pluralidad son de una perversidad antinatural, a la cual se adhieren los adictos empoderados de cada área. Desde quien prefiere quedarse parado o desaparecer, a los exploradores aguerridos, las diversas actitudes no debieran estar sometidas a los penosos dominadores. La CONCORDANCIA se fragua precisamente desde esa diversidad aprovechando las facetas vitales con los perspicaces ánimos de colaboradores y con algún anhelo poético si fuera posible.
|