Me van a permitir que, en esta ocasión. haga referencia a un antiguo refrán español de gran difusión durante los años de mí, ya lejana, juventud y que, cosa rara en aquellos tiempos en los que lo escatológico no estaba bien visto, contenía alguna expresión que se podían considerar fuera de lugar para aquellos señores más refinados e intolerantes defensores del lenguaje correcto, que debía ser utilizado por cualquier persona bien educada. Ni que decir tiene que el hecho, poco corriente, de que fueran mis padres los que primero me lo dieron a conocer, fue motivo de gran regocijo por lo que significaba de transgresión de las estrictas reglas de la educación que predominaban en aquellos lejanos años y que, precisamente, fueran mis progenitores, aquellos que más estrictos se mostraban en cuanto a los modales que debía tener, los que me descubrieran aquel juego. Puedo comprender que, ahora, a las nuevas generaciones, les resulte incomprensible que el empleo de determinadas expresiones que, en la actualidad, se pueden considerar como de uso común en el lenguaje permisivo que se emplea corrientemente, fuera para un joven de pocos años, como era mi caso, una violación divertida de las estrictas reglasde comportamiento vigentes en aquellos años treinta del siglo pasado.
El refrán en cuestión, de origen desconocido, es el siguiente: “El cuento de María Sarmiento que fue a cagar y se la llevó el viento. Y echó tres pelotitas, una para Juan, otra para Pedro y otra para el que hable primero”. La segunda parte convertía aquel fruto del ingenio popular en un juego que se practicaba en muchos colegios u otros lugares de reunión infantil, usado por los profesores para mantener callados a aquellos arrapiezos, cuya principal ocupación consistía en parlotear y armar jolgorio, como correspondía a su edad.
Seguramente, se estarán preguntando el por qué de esta poco usual alusión a un tema que no suele ser corriente en mis comentarios sobre política, pero ocurre que lo que está sucediendo en estos momentos en Europa, con la satánica guerra provocada por el señor Putín y lo que se está cociendo en España, a cargo de un Gobierno que está demostrando, en su hacer de cada día, su cada vez más deslavazada, incorrecta, suicida y peligrosa deriva hacia sistemas políticos que ya llevan años desacreditados y que, para más INRI y preocupación para los españoles, no lleva trazas de ningún cambio en lo que son sus objetivos políticos, sino más bien, todo lo contrario. Un gobierno que, como la protagonista del juego, parece que todo lo que sabe hacer es “cagarla” en toda la extensa significación del término, con su más repugnante interpretación y con todos los aditamentos odoríficos y putrefactos inherentes a toda defecación.
Las izquierdas españolas, huérfanas de referencias respecto a quiénes fueron los verdaderos promotores, instigadores, creadores y practicantes del comunismo bolchevique, en el que se han apoyado durante muchos años y al que vienen alabando como ejemplo de sistema de gobierno; se han quedado mudas, sin saber cómo se puede justificar la actitud de esta Rusia en manos de una peligrosa persona con aspiraciones totalitarias, como ha resultado ser el señor Putín.
En la videoconferencia de ayer, en la sede del Congreso de Diputados, vimos como algunos, los más cerrados comunistas que forman parte de él, fueron incapaces de aplaudir al señor Zelenski pese a que, seguramente, les hubiera gustado hacerlo, pero se tuvieron que contener para no demostrar lo incongruente de sus declaraciones previas a favor de Putín y una actitud de apoyo al canciller ucraniano. Algunos quedamos sorprendidos cuando el prócer ucraniano incluyó en su discurso, una mención a lo que fueron los muertos a consecuencia de los bombardeos de los pilotos alemanes sobre Guernica. No venía a cuento, ni las circunstancias en las que se produjo tiene comparación alguna con los crímenes perpetrados en Bucha y, queremos creer que quienes han contribuido a redactar el discurso han querido darles una alegría a todo este rojerío que se agarra a Guernica para ocultar la inmensa monstruosidad de los asesinatos indiscriminados cometidos con la sacas de las prisiones de Madrid, en Paracuellos del Jarama y las torturas y asesinatos que se cometían impunemente en las “checas” de Barcelona, Madrid y Valencia, durante la Guerra Civil española, que han sido borrados de la historia reciente de España, debido a la propaganda intensiva de la Izquierda ocultando todas las barbaridades cometidas por el Frente Popular, durante la duración de la contienda.
Estamos, sin duda, ante una de las más incomprensibles contradicciones, protagonizadas por este gobierno filocomunista que tenemos en España, que intenta aplicar, contra viento y marea, sus objetivos propios de un gobierno intervencionista, de un sistema dictatorial, de demolición de la propiedad privada y heredero de aquellos que fueron los autores de los asesinatos más inconfesables que tuvieron lugar bajo los auspicios de lo que fue la Segunda República española. El socialismo derivado del que estuvo durante lo que fue Unión Soviética, con el intento de propagarse en el resto de Europa por medio de aquellos “frente populares” que intentaron, en algunos lugares con más éxito que en los otros, implantar el modelo soviético en las principales naciones de todo el continente. Curiosamente, y nadie parece mencionarlo, el canciller alemán Adolfo Hitler, fue uno de los que más lucharon para evitar que, en su nación, prosperase el comunismo importado de los frentes populares.
Si señores, no nos duelen prendas al reconocer que esta guerra inhumana desatada por el señor Putín, que ha visto como sus planes de invasión relámpago de Ucrania han fracasado, y ante semejante pifia, han salido a relucir las más desagradables e inhumanas formas de represaliar a una población civil indefensa, convertida en víctima de unos verdugos que, por ahora, siguen perdiendo la guerra y que, solamente la reticencia de algunas naciones, la inoperancia de muchos políticos y la opinión desequilibrada y cerril de algunas de los países europeos, que temen por las consecuencias de las sanciones que se le han impuesto a los rusos, no todas las que debieran, por cierto; no son, ni más ni menos, que lo que se puede considerar la “gran cagada” de los políticos europeos, rusos y, por lo que nos toca, españoles.
Los miles de civiles, soldados ucranianos que han muerto como héroes luchando para salvar su país, los cientos de niños inocentes que han pagado por la violencia indiscriminada de los atacantes, y todas la consecuencia que, con motivos de la escalada bélica, se están produciendo es probable que nunca, en este mundo de irresponsables, puedan ser castigadas en los tribunales internacionales, debido a que naciones de la potencia de Rusia, no parecen estar dispuestas a consentir que, ninguno de sus líderes, acabe sentado en el banquillo de los acusados del tribunal de la Haya, al que no reconocen su autoridad en esta materia. Las tres pelotitas de heces se las pueden repartir entre quienes armaron este sarao, que lleva trazas de acabar en tablas; quienes no supieron valorar lo que haría el Kremlin y aquellos que, incautamente, con este buenismo que suele caracterizar a todos quienes parecen dispuestos a transigir ante cualquier amenaza, que siempre creen que lo mejor es ceder y ceder. Y que lo que quede que se les reserve para todos aquellos que hablen primero, después de haber mantenido un silencio cómplice respecto, a los crímenes perpetrados por los rusos.
O así es como, señores, excusándome por los aromas desagradables que puedan emanar de este comentario fecal, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos que dirigirnos ante esta izquierda insensible, que no duda en seguir en sus trece, dispuesta a implantar, por cualquier medio a su alcance, este comunismo destructivo del que es una muestra palpable el señor Putin y todos aquellos que hacen posible que este sujeto pueda poner al mundo de vuelta y media, para que reflexione y rectifique. Todos saldríamos ganando.
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