Hoy me he sentado a la mesa, de mi modesto escritorio, que es como un reclinatorio cuando el alma se me espesa.
Donde suelo hallar la paz, que necesitan las musas, echo a las ideas confusas y se me cae el antifaz.
Y con tan buena actitud, hoy día primero de mayo, me convierto en el lacayo de mi propia rectitud.
Me sobran, pues, las monsergas, las palabras sin sentido, las frases sin contenido y las complicadas jergas.
Pues, para este hermoso día, preñado de dulce calma, te deseo con toda el alma buena salud y alegría.
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