Cada vez que pretendemos acercarnos a la gran política, aquella que de verdad tiene que ver con la democracia con mayúsculas, nos alejamos más de estas seudo versiones que, desde los distintos puntos de la política de izquierdas, de la falsa y destructiva interpretación de lo que debe ser un Estado de derecho, de los predicamentos de quienes se alimentan de rencores, viven para la venganza y se expresan como oráculos de las libertades cuando, en realidad, no son más que artífices de un totalitarismo que, como se ha demostrado a través de toda la historia del socialismo y el comunismo, no ha conseguido más que empobrecer, constreñir, limitar y coartar las posibilidades de desarrollo de un país permitiendo que el esfuerzo, preparación y emprendimiento de aquellos ciudadanos que son capaces de acometer una empresa, iniciar un negocio o ejercer una profesión que sirva para contribuir al enriquecimiento y mejora de vida de toda la sociedad, quede fuera de la protección gubernamental. Aquellos que, contrariamente a lo que sostienen estos defensores del comunismo a ultranza, constituyen el verdadero motor de una sociedad en la que las libertades, la libre iniciativa y la verdadera cultura del trabajo y el esfuerzo, se constituyen en sus esenciales normas de convivencia.
Esta sociedad en la que nos estamos desenvolviendo últimamente, por desgracia, no se basa en ninguno de los principios a los que nos venimos refiriendo. Estamos en manos de políticos laicos, pero que no son capaces de aceptar que los haya religiosos que crean en ideas metafísicas, ni de respectar y tolerar a aquellos que difieren de sus formas de pensar. Si Montesquieu fue capaz de entender, promocionar y establecer la distinción esencial que debe existir entre los tres poderes independientes, básicos de un Estado, vemos como cuando un gobierno, como el español, cae en manos de las izquierdas, todo su empeño, sus esfuerzos y sus manipulaciones se centran en ir haciendo desaparecer, a medida que se les permite y mediante el lavado de cerebro de aquella ciudadanía más proclive a dejarse engañar, estos tres poderes que se van diluyendo de modo que, tanto el ejecutivo como el legislativo o el judicial, acaban siendo un solo poder omnímodo, en manos de una persona o un grupo que disponen de la potestad de imponer sus reglas a toda una ciudadanía que, poco a poco, va viendo desaparecer sus oportunidades de actuar con independencia, de ejercer sus derechos de propiedad, de tenerocasión de poder cambiar, periódicamente, a sus los gobernantes y, en definitiva, la pérdida absoluta de lo que constituyen sus libertades básicas en una democracia.
El antiamericanismo de las izquierdas, proverbial en nuestro país, siempre se ha manifestado, por la progresía española, desde un cierto punto de vista basado en la superioridad, supuesta, por cierto, de los conceptos de equidad, de igualdad, de anticapitalismo, de defensa de las clases menos favorecidas y de negación de cualquiera de estas cualidades a lo que hace referencia a la gran democracia americana, o sea, de los EE.UU de América. Podemos entender que aquellos patriotas que venimos lamentando la pérdida de nuestras colonias de allende los mares, tengamos todavía algún resentimiento respecto a la forma en la que aquellos americanos del siglo XIX llevaron a cabo nuestra expulsión de Cuba; pero el tiempo, las circunstancias y toda una serie de acontecimientos respecto a lo que fueron la pérdida de todas nuestras colonias en América, han acabado por demostrar que los verdaderos culpables de aquella debacle fuimos nosotros mismos, los españoles, que con nuestra forma de mantener el colonialismo fuimos perdiendo, poco a poco, la estimación de aquellos americanos oriundos que acabaron levantándose en armas contra de nuestra nación. En fin, que ahora pedir a los EE.UU responsabilidades de aquellos hechos, no es más que una de las tonterías en las que, a veces y sin beneficio alguno, se pierden quienes no tienen cosas mejores a las que dedicarse.
Pero vean lo que la democracia americana viene a decir, mediante lo que se sabe sobre el borrador de una sentencia del TS de aquella nación norteamericana, respecto a un tema de proyección mundial; un tema que la ONU ha sido incapaz de resolver de una forma satisfactoria y que ha conseguido movilizar a toda las izquierdas empeñadas en una lucha absurda, indecente, criminal y contraria al derecho que tiene toda persona a la vida; algo que parece que estos “progres” que piden la libertad para abortar, no han conseguido asimilar, cayendo en la contradicción de exigir grande penalidades para cualquier crimen que se cometa en un recién nacido y, en cambio, que se martirice y mate a un feto que ya tiene todas las características de un ser humano, cuando la madre decide libremente, si lo quiere engendrar o no. El TS de los EE.UU ha decidido, según el borrador que se ha conocido últimamente, que por cierto ha sido filtrado, para conocimiento previo de los periodistas, por los magistrados proabortistas de dicho alto tribunal, con la intención manifiesta de crear un clima de rechazo entre los más extremistas que, evidentemente, no son los más numerosos, pero sí los que tienen las posibilidades de hacer más ruido y elevar protestas en contra de esta decisión del TS.
El hecho de que el alto tribunal americano, en su proyecto de sentencia, manifieste la intención de cambiar su doctrina, desde 1973, respecto al aborto significa un antes y un después para el país americano amén, qué duda cabe, de su influencia sobre todos aquellos países que se miran en él, sobre una cuestión, la interrupción voluntaria por decisión de la madre del embarazo, hasta ahora una cuestión indiscutible y tabú para aquellas mujeres que reniegan de su condición de madres para adoptar la de privar de sus posibilidades de nacer a un hijo, que tiene todo el derecho del mundo a hacerlo. Derechos de las mujeres a disponer libremente de su cuerpo ¿quiere decir prescindir de los medios para evitar la concepción? o ¿ les permite que, por omisión, dejadez, comodidad o falta de una contención prudente, por dejar de tomar las precauciones precisas para evitar el embarazo, tengan el derecho a acudir a la cirugía criminal, para eliminar la “molestia” del embarazo, sacrificando al nonato?
El TS, con esta sentencia, lo que hace es lo que ya muchas de las naciones que integran los EE.UU venían practicando, recortando, impidiendo o matizando la libertad de abortar de modo que, a partir de la nueva sentencia, puedan decidir libremente impedir o mantener las leyes anteriores sobre el aborto. Es curioso lo beligerante que, un católico, llamémosle así, el presidente Biden, se ha mostrado en sus críticas al TS; algo que debiera de haberse ahorrado por lo que dice sobre de su manera de aceptar las leyes de su nación. La Vanguardia, el panfleto separatista catalán, tampoco se ha quedado manca en sus opiniones, evidentemente en contra de la sentencia mencionada, algo que nos demuestra la clase de colaboradores que tiene y lo que puede condicionar el dinero que recibe del separatismo catalán.
Y una comparación que nos demuestra lo que el fanatismo de izquierdas, la doble vara de medir cuando se trata de obstaculizar los derechos de los ciudadanos que no comulgan con sus principios comunistoides, la contradictoria, absurda, inconstitucional y, evidentemente, limitativa del libre derecho a expresión, manifestación y opinión, de esta nueva norma que impide a los que rechazamos el aborto ir “a rezar”, no a intimidar ni impedir que las que vayan a las clínicas abortivas puedan hacerlo, sino simplemente ir a rezar ante sus puertas para que quienes vayan a abortar puedan pensar que existen otros medios menos traumáticos para resolver el problema de la vida de su hijo. Estos señores de las izquierdas, esta pandilla de presuntos defensores de las desnaturalizadas que abortan para no tener la molestia de cuidar a un hijo, les debería hacer pensar que una gran nación, como los EE.UU se haya hecho eco de las peticiones de los distintos estados que la componen, 13 de ellos ya contrarios a dicha práctica criminal así como de una notable mayoría de ciudadanos americanos, menos ruidosos, menos notorios y más reservados con sus creencias, hayan sido quienes han llevado adelante la campaña para conseguir esta posible sentencia del Supremo de aquella nación que, posiblemente pueda suponer la salvación de miles de niños condenados al aborto.
La ONU y sus camarillas y comisiones acaparadas por las izquierdas reformistas, siempre dispuestas a favorecer a los que promueven el aborto en los distintos países y los que dan el dinero para las campañas proabortistas van a tener que empezar a considerar que, cuando países como los EE.UU toman una decisión semejante, será porque ya han valorado los pros y contras de una acción de una crueldad semejante. Un organismo que ya se ha mostrado incompetente en cuanto a los conflictos que se le someten, quizás sería prescindible en una época en la que parece que solo sirve para gastar dinero.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos enorgullece que aquello por lo que venimos apostando desde que el aborto quedó legalizado por una ley permisiva, en contra de esta práctica inhumana y criminal, venga ahora a ser respaldado desde la más alta jerarquía jurídica de la gran nación americana. Pocas satisfacciones nos dan las noticias de actualidad, pero esta es una de ellas.
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