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Siempre nos quedará Andorra

España, sus Gobiernos, no han dudado en utilizar todas las armas posibles contra una ideología, el independentismo catalán, pacifica, legal y democrática
Rafa Esteve-Casanova
lunes, 20 de junio de 2022, 09:33 h (CET)

Hace ocho años Martín Blas, comisario jefe de la Unidad de Asuntos Internos y uno de los principales responsables de la llamada “policía patriótica” del gobierno de España, en una reunión con Joan Pau Miquel, consejero delegado de BPA, uno de los bancos de Andorra, le espetaba a bocajarro una frase que, años después, hemos podido ver que desde los gobiernos de Madrid, sean del color que sean, se lleva a la practica a la perfección. Martín Blas afirmó, en aquella reunión en el hotel Villa Magna de Madrid, que “El Estado español está en guerra contra el nacionalismo catalán”. Y a fe que esta guerra soterrada se está llevando a cabo desde hace años años por todos los medios posibles en manos del Gobierno español, se llame Rajoy o se llame Sánchez su presidente.


España, sus Gobiernos, no han dudado en utilizar todas las armas posibles contra una ideología, el independentismo catalán, pacifica, legal y democrática. Han utilizado la prensa “amiga” la llamada “Brunete Mediática” para, con mentiras y medias verdades llevar a la opinión pública española por el camino del anti-catalanismo, han usado la cúpula judicial, escorada escandalosamente a la derecha, para atacar, condenar y meter en prisión a los líderes del independentismo catalán y enviando a una parte de ellos al exilio, han esquilmado los derechos económicos de los catalanes, de todos, independentistas o no, no llevando a cabo los presupuestos aprobados en materia de infraestructuras para favorecer a Madrid, donde el presupuesto cumplido en infraestructuras supone casi 400 euros por habitante mientras en Catalunya ha sido de 96 euros, han atacado, mediante la ayuda de los jueces, la inmersión lingüística en la escuela pública catalana imponiendo que un 25 % de las materias se den en castellano, cuando el castellano ya está presente en las aulas como una asignatura más.


Pero, como dijo Lincoln “ se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo” y las mentiras de esta guerra sucia del Estado español contra Catalunya van saliendo a la luz, porque no se puede engañar a todos todo el tiempo. Cuando aun están humeando los rescoldos del espionaje, mediante tretas ilegales, a políticos y lideres sociales del independentismo conocemos la existencia de un policía infiltrado en la universidad catalana y en movimientos sociales, aparecen a la luz pública conversaciones entre Villarejo y Maria Dolores de Cospedal en las que queda claro que la política del PP conocía a la perfección las maniobras de la “policía política” y temía que se hicieran públicas, ha salido a la luz que Vicky Alvarez, ex amante de Jordi Pujol Ferrussola estaba a sueldo del Ministerio del Interior que dirigía Jorge Fernández Díaz con la ayuda su ángel Marcelo. Buen guion para un buen director como Berlanga si todavía estuviera entre nosotros.


Todos los implicados en estos cambalaches de policías patrióticos, amantes que se venden al mejor postor, políticos trileros, jueces al borde de prevaricar , militares que todavía añoran a su viejo dictador Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios que no por los votos del pueblo, periodistas acostumbrados a cobrar del “fondo de reptiles”, en fin, toda una patulea inmoral unida por el pegamento “unidad de la patria”. Han jugado sucio, cual tahúres del Mississipi sabiendo que estaban sentados a la mesa del poker de la política con las cartas marcadas y que ninguno de los otros jugadores tendría la osadía de denunciarles. Eran, son, y se sienten, los guardianes de la pureza patriótica y los únicos poseedores de la verdad. 


La policía española ha sido incapaz, durante años, de averiguar que nombre se ocultaba en la anotación de los papeles de Bárcenas bajo el epígrafe M. Rajoy, los jueces del Supremo creyeron a los guardias civiles que durante la vista del “procés” afirmaron que los catalanes les miraban con odio y negaron haber molido a porrazos a los votantes, como también creyeron las palabras de Millo, por aquellos días delegado del Gobierno del PP en Catalunya, cuando afirmó, sin vergüenza alguna, que los votantes arrojaban fairy al suelo para hacer resbalar a la policía. Y ahora una jueza de Andorra se atreve a imputar por chantajistas y otros delitos a Mariano Rajoy, Fernández Díaz y Cristóbal Montoro, un presidente de Gobierno y dos de sus ministros. Y en los despachos de Madrid gritan: qué osadía.


La Justicia andorrana, por los antecedentes que se le han presentado, ha considerado tener indicios suficientes de una intervención de instituciones españolas en una operación de chantaje y extorsión contra el independentismo catalán. Desde la embajada de España en Andorra se envió a su agregado de Interior, el inspector de policía Celestino Barroso, a hablar con el Consejero Delegado de la BPA, para hacerle saber que si no daba unas informaciones que Madrid necesitaba se tendría que atener a las consecuencias. La información solicitada era el estado de las cuentas que Jordi Pujol, Artur Más y Oriol Junqueras tenían en aquel banco andorrano. Los dos últimos no tenían cuenta alguna en dicha banca andorrana.


En aquel momento los policías patrióticos ya sabían que el Gobierno iba a cerrar tanto el Banco de Madrid como la BPA, cómo podían saberlo ocho meses antes que los hechos ocurrieran?. O bien en aquellos momentos Mariano Rajoy mentía, una vez más, o bien las cloacas policiales tenían más información que el propio Gobierno.


Ahora. con el Código Penal andorrano en la mano a Rajoy y sus ministros les pueden caer un buen puñado de años de cárcel. Pero tranquilos, seguro que nada de eso pasará, no veremos a Rajoy, Fáchendez Díaz ni Montoro sentar sus cuerpos serranos en el banquillo de los acusados, y, si una vez juzgados, son condenados y Andorra pide que sean extraditados para ingresar en prisión el Gobierno español, sea del color que sea, la negará alegando que todo lo hicieron por el bien de la patria en el fragor de una guerra contra el nacionalismo catalán. Vuelve el viejo lema que colgaba en las puertas de los cuarteles de la Guardia Civil: “Todo por la patria”, un todo que durante un tiempo tapó crímenes y torturas y hoy continua tapando las ilegalidades de las cloacas del poder. Pero de momento podemos parodiar a Bogart en Casablanca y decir que siempre nos quedará Andorra donde una jueza ha sido valiente.

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