Cuando llega un nuevo gobierno a un país lo lógico es que se espere que, aquellos defectos que se le achacan al anterior y que han sido causa de su caída sean los primeros en corregirse; al menos, que exista una verdadera intención de hacerlo. Esto supondría que los señores que forman parte del nuevo ejecutivo, con el presidente a la cabeza, tuvieran un plan preconcebido, dispusieran de unos estudios previos sobre las medidas a tomar para corregir los errores pretéritos y que se pusieran en juego los medios humanos y materiales, los capitales, los planes y los ejecutores capaces de cumplir debidamente con su cometido.
En el caso del Gobierno actual se puede decir que, en ningún momento, se ha podido ver que anduviera por delante de los problemas, más bien al contrario, siempre ha tenido que actuar a remolque de los acontecimientos que, por desgracia, siempre lo han venido superando y desnortando, de tal modo que en España vamos dando tropiezos continuados desde que empezó la crisis del Covid 19, sus secuelas, las crisis subsiguientes, la guerra de Ucrania y finalmente todo el problema energético que últimamente estamos padeciendo sin que, en ninguno de los distintos momentos de este ya largo proceso, hayamos tenido la impresión de que nuestros dirigentes hayan sabido apechugar con los acontecimientos.
Un despliegue continuado de propaganda, la negación sistemática de cualquier tipo de responsabilidad en los sucesivos y desagradables acontecimientos que han ido teniendo lugar, el machacón, continuado, irresponsable e injusto sistema de ir acusando al adversario político, que no tiene ninguna responsabilidad de gobierno, de ser el culpable de la incapacidad del ejecutivo de llevar adelante el país. Todo un despliegue costoso, improductivo, desleal, engañoso y completamente perjudicial para la marcha de España y de su tambaleante economía, de una propaganda tóxica, es lo único que saben hacer a la perfección estos señores, que están entregando a los separatistas catalanes una parte de nuestra nación mientras, por otro lado, nos llevan directamente hacia lo que se entiende en hispano-América como una república bananera, al estilo de las de Bolivia o Venezuela; dejando que las sucesivas leyes que van promulgando, ahonden en lo que se podría calificar como ir segando la hierba debajo de nuestra Constitución de 1978, con el maligno propósito de vaciarla de contenido a favor de las tesis comunistoides que están inspirando a nuestro presidente el señor Pedro Sánchez, apoyado desde los partidos comunistas que siguen, aún siendo minoritarios, teniendo una gran influencia dentro del gobierno.
Sin embargo, la pregunta es sumamente sencilla: a la vista de la situación actual por la que estamos atravesando los españoles; de las consecuencias, aún no superadas de una crisis mal llevada del Covid 19; de una pésima e inoportuna decisión personal del señor Sánchez, el presidente, de romper con Argelia para apoyar, de una manera insensata al sátrapa marroquí, Mohamed VI, que nos ha venido produciendo problemas en unos momentos especialmente críticos por la falta de suministros energéticos, derivada de la decisión rusa de cortar el suministro de gas a Europa; de la inflación galopante que amenaza con aumentar de día a día y, esto señores, no se le puede achacar a un bulo de la derecha, ¿ se está viviendo en España mejor o peor que en los tiempos del señor Rajoy? El pueblo, y ya no me refiero a los separatistas que no han dado cuartel desde hace ya muchos años, sino a los españoles de la clase media y trabajadores ¿se puede decir que está más contento bajo el régimen comunistoide de hoy que en las etapas en las que la derecha gobernó?¿ Viven mejor? ¿Pagan menos impuestos? ¿Disponen de más dinero para gastar? Interesante, muy interesante conocer la respuesta a estas preguntas que, no obstante, no vamos a poder saber porque la KGB de quienes hoy tienen en sus manos el poder, va a evitar por todos los medios que pueda salir una información que sería fatal para los actuales gobernantes.
Ideas peregrinas, como las de la señora Yolanda Díaz, intentando imponernos una cesta de la compra absolutamente fuera de contexto, incluyendo artículos, como el chocolate, en lo que debería ser artículos básicos para los menús del pueblo; nos recuerda la época del “racionamiento” de la postguerra y a aquel memorable “estraperlo”, que motivó que muchos vendedores se hicieran ricos a costa del pueblo español. Lo malo de estos señores que nos gobiernan, es que no conocen la verdadera historia del país y menos lo van a saber si publican esta absurda, mangoneada, amañada y engañosa Memoria Histórica, que lo único que hace es poner de relieve como unos que perdieron la guerra con Franco, una vez muerto el dictador, ahora, desde el papel impreso, pretenden ganarla para la seudo- historia, algo que no van a conseguir porque, la verdad y los hechos pueden ocultarse pero el tiempo se encarga de poner las cosas en su sitio. ¡Hasta ya hay quienes quieren revivir la medida de la Falange Española del “plato único”, un medio para engañar el hambre y justificarlo como un sacrificio en pro del pueblo! Lo malo es que, no todos siguieron la pauta y sólo lo practicaron aquellos que, por necesidad, no tenían otro remedio que hacerlo. El tener muchos años es muy sano como medio de vacunarse en contra de quienes, desde la facilidad de haber nacido en tiempos de abundancia, se permiten juzgar la historia por medio de su visión obnubilada y fuera de contexto de lo que fueran aquellos complicados años de postguerra.
Y un comentario sobre la tendencia, cada día más corriente en tertulias, periódicos, comentarios y mesas de café: consistente en la extensión de la costumbre de muchos ciudadanos, especialmente los legos en derecho, que pretenden enmendar las sentencias de los tribunales; criticar aquellas que no coinciden con su ideario político; dando opiniones sesgadas que no tienen ningún valor técnico ni coinciden con las leyes de procedimiento penal ni con lo establecido en el CP actualizado, pero que parece que, si nos atenemos a la cantidad de opiniones que se vierten sin ninguna acreditación cultural, debería haber tantos CP como personas tiene el censo español. Lo mismo que los curanderos, de los que actualmente algunos subsisten, constituyen una verdadera lacra para la medicina científica, estos amateurs de la justicia no son más que advenedizos que sólo contribuyen a que, entre las personas de buena fe, que siempre están dispuestas a creerse a cualquier charlatán con el que hablen, se pueda valorar de una forma errónea una sentencia emitida por un tribunal perfectamente dotado para dictarlas conforme a derecho.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, hoy tenemos que recomendar al señor Herrera, de la Cope, del que somos habituales oyentes, que deje de dar tanto protagonismo a algunos de sus tertulianos que, en ocasiones, como hoy ha sucedido con el periodista señor Sostres, se expresan como si fuera un egoísta epicúreo y falto se sentimiento social, cuando, y lo que hace con cierta frecuencia, decide pontificar como si estuviera por encima del bien y el mal. No es él solo quien desbarra, en esta tertulia, pero si un ejemplo de lo que no debería estar en la emisora.
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