Qué suerte es levantarte cada día,
sabiendo que el Señor nos guía y ama, y que Su amor, sin límites, nos llama para encontrarnos en la Eucaristía.
Dichoso aquél que en el Señor confía, y con fervor Su protección reclama, pues sentirá que el alma se le inflama al disfrutar tan dulce compañía.
Si algún día te invade un gran temor, en lugar de buscar otro cobijo; ¡refúgiate en la Casa del Señor!
Donde hallarás un sitio acogedor, lleno de paz, consuelo y regocijo porque allí está, ¡la Fuente del Amor!
|