Augusto Roa Bastos escribió alguna vez que Paraguay era un bello y trágico país del cual el infortunio estaba enamorado, aunque hoy parezca dispuesto a sacudirse de sus fatalidades ancestrales.
El reconocido novelista paraguayo Augusto Roa Bastos escribió que el Paraguay era un país cuya fatalidad ancestral parecía residir en la guerra, dado que le había tocado sufrir destinos solo comparables con la antigua Numancia. Otra de sus frases más recordadas decía que el infortunio estaba enamorado del Paraguay, algo que ya aludía a los gobiernos autoritarios y corruptos que al igual que en el resto del subcontinente latinoamericano, saturan la historiografía y la literatura regional.
Roa Bastos afirmaba que la historia tiene una gran debilidad, pues un documento permite escribir dos historias diferentes y hasta opuestas sobre los mismos hechos. En su novela sobre Cristóbal Colón “Vigilia del Almirante”, Roa Bastos profundizó en su idea afirmando que toda historia también contiene ficción, así como la ficción contiene historia.
También reconocía Roa Bastos que el escritor surge del deseo de leer el texto que quiere leer y no lo encuentra, avidez que explica la recurrencia del abuso de poder en las mejores páginas que escribió, entre ellas “El Tiranosaurio del Paraguay da sus últimas boqueadas”.
La verdad es que una historia no puede continuarse sin haberla empezado, algo que hace esencial conocer el pasado, para instruir el presente en beneficio del Futuro.
El medico Jorge Querey, compañero de fórmula de Euclides Acevedo, estableció en Asamblea de sus partidarios las bases históricas de su futura gestión de gobierno, afirmando que “Existen dos revoluciones democráticas inconclusas, en Paraguay: La del Coronel Rafael Franco y la de Fernando Lugo. Ahora, con Euclides, la tercera es la vencida. Somos la única dupla socialista para el 2023”.
De hecho, la única dupla que podría representar a los ideales igualitarios en Paraguay, buscó sus antecedentes en estos dos relevantes episodios históricos de la historia del país. El primero, recordado como la revolución febrerista en Paraguay, la encarnó el héroe popular Rafael Franco, cuyo advenimiento sacudió al Paraguay de una oligarquía hegemónica incapaz de abrirse a las sustanciales reformas que la misma historia reclamaba.
El presidente de entonces, Eusebio Ayala, fue incapaz de desmovilizar a un ejército victorioso, que como las legiones romanas que conquistaron la Galia y Britania, sentía su propia fuerza y ya no estaba dispuesto a obedecer ordenes arbitrarias. Para mayor miopía, Ayala buscó su reelección inconstitucional, detonante que derivó en su violento desalojo.
El gobierno de Franco fue breve, dado que en aquel mismo 1936 en el que estallaría la guerra civil española, un abismo de contradicciones en pleno auge separaba dos ideologías antagónicas: el bolchevismo y el fascismo.
Aún así, aquel gran momento de la historia paraguaya confirmó las ideas posteriores del también médico y revolucionario argentino Ernesto Guevara de la Serna, quien teorizó décadas más tarde que la vanguardia indispensable para una revolución no es necesariamente una idea política.
En el segundo episodio citado por el médico Jorge Querey, las contradicciones fueron de otro orden. En ese tiempo, otro médico había llegado a la presidencia en Uruguay, se llamaba Tabaré Vázquez y había logrado aglutinar a una mayoría por fuera de los tradicionales partidos Blanco y Colorado de Uruguay. Más que eso, ambos partidos se unieron en su desesperación para intentar derrotarlo en las urnas pero el intento fracasó.
En Paraguay, se produjo en 2008 la primera alternancia de poder vía elecciones llegando al poder el obispo Fernando Lugo, arropado por el tradicional liberalismo paraguayo que incrustó en la dupla a un exponente de la vieja guardia del Partido Liberal. Acompañaron aquel movimiento una constelación de pequeños partidos gestados en organizaciones no gubernamentales, especie de consulados ilegales, financiados por la misma USAID norteamericana y otras instituciones intervencionistas como la Nacional Endowment for Democracy y la Inter American Foundation.
Lugo ganó las elecciones, pero fue incapaz de gobernar por tales compromisos que poco tenían que ver con el anti imperialismo que el entonces líder bolivariano Hugo Chávez había echado a rodar por Latinoamérica. No solo eso, sino que también acabó desalojado fácilmente del poder por la traición de sus falsos aliados del Partido Liberal de Paraguay y los exponentes de la poco firme linea editorial de la prensa empresarial.
En varios artículos publicados en la prensa internacional expresé mi escepticismo con respecto a esa alianza que estaba destinada a fracasar, y considero que no me equivoqué. Como estaba en el presupuesto, las embajadas extranjeras involucradas en el ascenso de Lugo, la prensa al servicio del capital y los partidos políticos ideológicamente inconexos con las intenciones del gobierno solo tuvieron que soplar suavemente para derribar aquel gobierno.
Hoy nuevamente el Paraguay tiene la oportunidad de sacudirse del infortunio, con una dupla que ha generado grandes expectativas, la que integran Euclides Acevedo y Jorge Querey, este último hombre de meditación profunda y con una honestidad a toda prueba.
Las moralejas hoy están claras.
Dijo un pensador oriental que no vale la pena retroceder ni siquiera para tomar impulso. Todo depende de lo que decidan los electores paraguayos para no repetir estas tristes historias superadas, en abril del año pròximo. LAW
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