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​Las bombas sucias de la política

Estamos asistiendo impávidamente a un desmantelamiento del Estado
Jorge Hernández Mollar
sábado, 29 de octubre de 2022, 11:21 h (CET)

No deja de sorprender que se pretenda hacer una distinción entre la limpieza y suciedad de unas bombas en función de la expansión del mal que producen. Unas y otras matan, pero las llamadas sucias expanden la radioactividad según su tamaño y además de dañar la salud, pueden ser letales para quienes se vean afectados.


Pero no es mi propósito detenerme en la progresión que está sufriendo la guerra de Ucrania y en la cruel demostración de la inhumanidad de Putin, al arrasar ciudades y destrozar la vida de soldados y familias inocentes por su afán expansionista. Este símil de las bombas, me sirve para hacer una breve reflexión sobre los difíciles momentos que atravesamos en estos tiempos tan convulsos y perturbadores que nos ha tocado vivir.


Hay unas bombas que podemos llamar “limpias”, porque nos explotan inadvertidamente como consecuencia de circunstancias ajenas a nuestra voluntad o a la del propio gobernante, como son las epidemias, inundaciones, sequías o cataclismos económicos que causan  a veces cientos de miles de víctimas directas o colaterales. Este primer cuarto de siglo, está siendo un claro ejemplo de ello. Pero lo verdaderamente  preocupante son las “sucias” que arrojan los políticos que pretenden agrietar día a día los cimientos de nuestra sociedad.


Estamos asistiendo impávidamente a un desmantelamiento del Estado. Desde un Rey oscurecido por la incontenible vanidad de Pedro Sánchez, hasta un descarado asalto a las instituciones que hasta ahora han sido pilares de la democracia. El indecente mercadeo político con sus socios independentistas y batasunos, abre las puertas a una nación quebrada, desigual e ingobernable por la desaparición para las futuras generaciones, de una lengua, una cultura y una historia común.


Con ser esto grave, lo es más aún la guerra ideológica que abanderan los ministros /as comunistas con el plácet entusiasta de Zapatero y Sánchez, los dos revolucionarios maltusianos del “nuevo régimen”. Con leyes como la trans, la de bienestar animal, el aborto o la eutanasia se arrojan “bombas sucias” sobre una buena parte de la sociedad española. El buenismo y la ingenuidad de muchos, les impide advertir la profunda revolución ideológica con la que esta nueva generación sedienta de poder, pretende imponer su religión panteísta transformando las mentes de millones  de ciudadanos.


“Se necesita hacer la transición del hombre como rey de la naturaleza a la convicción de que forma parte de ella. Necesitamos un nuevo paradigma que reemplace los vagos conceptos antropológicos y el mecanismo que usaremos será el reemplazo de los diez mandamientos por los principios contenidos en esta Carta”. Palabras con las que  Mijaíl Gorbachov  prologa la Carta de la Tierra firmada en 1997 y que sirve de fundamento ético a la Agenda 2030. Léanse la Carta y reflexionen…

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En nuestra realidad circundante, en lo que solemos citar como nuestro entorno, el sistema judicial tiene como objetivo no la Justicia, abstracción platónica que nos trasciende, sino garantizar, con realismo y en la medida de los posible, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, que no es poco. Por eso hablamos de Estado de Derecho, regido por la Ley.

Estamos habituados a tratar con las apariencias, con la natural propensión a complicar las cosas en cuanto pretendemos aclarar los pormenores implicados en el caso. Los pensamientos son ágiles e inestables. Quien los piensa, el pensador o pensadores, representa otra entidad diferente. Y curiosamente, ambos se distinguen del fondo real circundante, este tiene otra urdimbre desde los orígenes a sus evoluciones posteriores.

Dejó escrito Salvador Távora sobre Andalucía que «la queja o el grito trágico de sus individuos sólo ha servido, por una premeditada canalización, para divertir a los responsables». No sé si mi interpretación es acertada, pero desde que vi por primera vez su obra maestra, Quejío, en el teatro universitario de Málaga creo que muy poco después de su estreno en 1972, el término adquirió para mí un sentido diferente al que antes tenía.

 
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