“Para encarar bien las demandas ciudadanas es necesario detectar los problemas sin negarlos ni esconderlos. Así se llega a un diagnóstico real, por crudo o crítico que sea, y se encaran las soluciones con humildad para corregir las políticas desacertadas. Esta sería la política ideal que la gente entendería. Lamentablemente no estamos en este punto.
La prueba ha sido el último enojo de Colau como consecuencia de los graves incidentes durante las fiestas de la Mercè, con el balance de una muerte, cincuenta heridos, saqueos de tiendas y una docena de detenidos. La alcaldesa, con el afán de rebajar la gravedad de los hechos y desvincularlos de las fiestas, acusó a los medios de comunicación de avivar una conspiración para desprestigiar Barcelona… Los incidentes tenemos que afrontarlos de cara sin querer minimizarlos o esconderlos. Esto no es nunca la solución de los problemas que crecen a la sombra del silencio o de la inacción hasta que se hacen crónicos y son más difíciles de resolver. Lo hemos visto con los temas que más preocupan a los ciudadanos, como la suciedad, la inseguridad o la movilidad. Primero se niegan, después se atribuyen a campañas políticas interesadas, después se habla de casos puntuales y cuando son un clamor, se sacan planes de choque que llegan demasiado tarde. No caigamos en el mismo error”, (Enric Sierra).
Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar. Edith Bruck, superviviente del Holocausto, nos alerta del peligro que representa la extrema derecha. Refiriéndose a la victoria de Giorgia Meloni en Italia, de sus jugosas declaraciones extraigo este texto: “Me da miedo que toda Europa esté yendo a la derecha y siempre más a la derecha. Ella (Giorgia Meloni) envió un mensaje a Vox de España pidiéndole que gane las elecciones. La felicita Viktor Orbán, de Hungría, de mi país. Ahora estarán mucho más animados. Este es el peligro. También en Francia, en Polonia, en toda Europa. Hay una nube negra que está creciendo sobre Europa y es muy peligroso con la guerra de Ucrania. No puede sernos indiferente”.
No existe efecto sin causa. ¿Cuál es la causa del desbarajuste político, económico, social, no sólo en Europa, también por toda la Tierra? Solamente hay una. El ser humano ha abandonado a Dios y la consecuencia de este abandono: “Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta Dios, Dos los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuraciones, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia, quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino también se complacen con los que las practican” (Romanos 1: 26-32).
Dios que desde el cielo observa el comportamiento del hombre ve sólo piensa en hacer el mal. Por medio del profeta Miqueas le hace esta advertencia: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan porque tienen en su mano el poder! Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad. Por tanto así dice el Señor: He aquí, y pienso contra esta familia un mal del cual no sacaréis vuestros cuellos, ni andaréis erguidos porque el tiempo será malo” (Miqueas 2: 1-3). Desde el cielo Dios inclina su cabeza para mirar lo que ocurre en la Tierra: “Y vio que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6: 5).
A lo largo de los siglos por medio de los profetas y en el cumplimiento del tiempo por medio del Hijo, Dios el Padre muestra sus intenciones hacia nosotros: “Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y que pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6: 8).
En el momento que rebosa el vaso de la maldad llega la hora de que Dios ejecute la sentencia. No obstante, la misericordia de Dios es tanta que vuelve a suplicar a los pecadores que se arrepientan y abandonen sus caminos de maldad. El profeta Jonás conocido por haber sido tragado por un gran pez, Dios lo envió a Nínive para que dijese a los ninivitas: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3: 4). A regañadientes el profeta cumple el encargo divino “y los hombres de Nínive creyeron a Dios y promulgaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor al menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza” (vv. 5, 6).
La destrucción de Nínive tenía una moratoria de cuarenta días. Debido al arrepentimiento colectivo encabezado por el mismo rey, la moratoria de cuarenta días se convirtió en unos dos cientos años cuando el imperio Asirio fue destruido por Babilonia y sus aliados. La paciencia de Dios hacia los pecadores tiene un límite. Cuando se alcanza el punto de no retorno la justicia divina ejerce su potestad. Todavía se es a tiempo de evitar que la nube negra que crece amenazadora sobre Europa descargue el fuego y azufre mortíferos que almacena.
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