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Cuando la sangre llegó al río Paraná

Una guerra civil paraguaya alcanzó las aguas del un río tan ancho como los océanos, en noviembre de 1922
Luis Agüero Wagner
martes, 22 de noviembre de 2022, 09:48 h (CET)

Alguna vez escribió el pensador tucumano Juan Bautista Alberdi que aunque los liberales de Buenos Aires convirtieran todo el río Paraná en tinta y la usaran para justificarse, nunca podrían demostrar que la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay del siglo XIX fue una causa nacional para los argentinos.


El Paraguay de principios del siglo XX era obra de aquellos prohombres que impusieron a sangre y fuego su hegemonía por la vía del genocidio, en nombre de la civilización, aunque su legado a la posteridad fue un país en absoluta ruina material y moral. “Los políticos en este país están convencidos que robar el estado no constituye un robo” informaba a Londres desde Asunción un diplomático inglés de apellido Gosling.


Los herederos ideológicos del colonialismo liberal pro-británico, que dibujaban entonces el mapa sudamericano, no se hicieron esperar para sumir al país en el caos y la violencia al punto que entre 1905 y 1920 hubo dieciséis gobernantes, superando a los años transcurridos en ese lapso. Solo en el año 1912, hubo cuatro cambios de gobierno inspirados y sufragados por intereses extranjeros en el Paraguay.


En 1922 literalmente, la sangre llegó al río. La chispa que generó el incendio fue producto de una recurrente pretensión de quien en Paraguay accede al poder: el ansia de perpetuarse en el gobierno.

Era presidente provisorio Eusebio Ayala, luego de uno de las tantas convulsiones políticas de aquel tiempo, cuando se aprobó una ley llamando a elecciones en un plazo inconveniente para sus acólitos. Como no contaba con mayoría en el Congreso, Ayala recurrió al veto presidencial.


Fue el pretexto perfecto para un sector político militar liderado por Eduardo Schaerer y un coronel germanófilo, Adolfo Chirife. Varios jefes militares se pronunciaron en apoyo y la copa estaba servida. Ayala dejó sin efecto su veto, pero ya era tarde, dado que los rebeldes no buscaban una rectificación de su parte, sino su inmediata renuncia.


Eran ambos sectores del mismo Partido Liberal que en 1906 había decretado duelo nacional en Paraguay por la muerte de Bartolomé Mitre, por disposición del entonces presidente paraguayo Cecilio Baez.


Los rebeldes consideraron que tomar la ciudad de Encarnación, donde el ferrocarril paraguayo se conectaba con la vía férrea que los ingleses manejaban en Argentina, sería un golpe demoledor para un gobierno sometido a los intereses anglo argentinos como era el que entonces reinaba en Asunción. La ciudad fue cercada por la Armada paraguaya, unos pocos navíos con cañones navales que abrieron fuego contra el puerto ocupado por sus antagonistas.


Los rebeldes se mostraron decididos a resistir y respondieron con sus dos piezas de artillería y fuego de fusil y metralla, haciendo cundir el pánico en las playas de la ciudad argentina de Posadas. Aunque esta guerra civil entre dos facciones del Partido Liberal paraguayo es poco mencionada en los libros de historia, en ella participaron ex combatientes de la Primera Guerra Mundial y se produjo el primer combate aéreo del continente. También el primer derribo de un avión, pilotado por un instructor inglés al servicio del gobierno paraguayo.


Corría el mes de noviembre de 1922, hace exactamente un siglo, cuando los rebeldes enfrentaron un ataque por tierra de los gubernistas que asaltaron sus trincheras en Ka-í Puente (Puente del Mono, en español), ciudad hoy llamada Coronel Bogado. Se conservan fotos de aquellas trincheras, cavadas bajo supervisión de expertos alemanes al servicio de los rebeldes que habían participado de la guerra de trincheras en Europa, también concluida en el mes de noviembre, pero del año 1918.


Atacados por los cañones navales desde el río Paraná, por aviones italianos SVA5 desde el aire y por la artillería leal al gobierno desde tierra, los rebeldes huyeron hacia el norte para seguir resistiendo hasta mediados del año 1923. Pero ya no les fue posible recuperarse de la derrota decisiva acontecida un 16 de noviembre de 1922 en Ka-í Puente.


A pesar de su derrota militar, los rebeldes lograron su objetivo que era la renuncia de Eusebio Ayala, que fue reemplazado en los primeros meses de 1923 en un esfuerzo de poner fin a una contienda que duró dieciséis meses. En 1936 se repetiría la historia con un segundo intento de Eusebio Ayala, nuevamente en la presidencia, de perpetuarse en el poder. Sería detonante en este caso para un golpe de estado, que acabó con la hegemonía del Partido Liberal, abriendo paso a sustanciales reformas que la historia venía reclamando de mucho tiempo atrás. LAW

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