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Vinculaciones desafiantes

La osadía de estar presentes ha de ser coherente
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 16 de diciembre de 2022, 11:07 h (CET)

El hecho de comportarse en la vida es como mínimo trabajoso. En pocas ocasiones podemos hablar de un acoplamiento plácido sin sorpresas relevantes ni altibajos sonados. En el transcurso del tiempo le sobrevienen numerosas vicisitudes a cualquier ciudadano. Esa confrontación del potencial individual con los retos sucesivos es exigente, con frecuencia supera con creces las posibilidades de una persona en concreto. En semejante desequilibrio resulta natural la tendencia a buscarse apoyos donde sea en busca de ESTABILIDAD. Se comienza con las ideas compartidas, conocimientos y proyectos costumbristas. También con la adhesión a directrices ajenas. La impotencia procura colaboraciones.


La insoslayable vida en la sociedad diversa promueve las diferentes tareas organizativas, desde el aprendizaje a las normativas. La tención prestada a los recursos, la implantación obligada de reglas, la burocracia de los procedimientos y la cultura en general, consolidan un entramado con ataduras de variable entidad. Ese aparataje busca la adaptación de las contradictorias individualidades. Para permitir las iniciativas particulares se imponen las medidas reguladoras en sus posibles conflictos. Sin embargo, los excesos organizativos se contraponen a las actitudes espontáneas. La deformación ESTRUCTURAL acomodaticia se convierte con frecuencia en un serio obstáculo para la vitalidad comunitaria.


No se trata de cortar la cabeza de las iniciativas en aras de un patrón comunitario, sino de contarlas, atender a sus aportaciones y adaptarlas. El buen aroma democrático nada menos. Pero suenan estridentes las alarmas cuando se rompe ese equilibrio. Los desmesurados armazones estructurales se convierten en tóxicos y actúan como una potente ADORMIDERA a través de mecanismos perversos. Las múltiples entidades institucionales, requisitos y controles, provocan un farragoso impedimento para los impulsos vitales. Por otra parte, los sujetos sometidos al esfuerzo cotidiano de vivir, aplacan sus inquietudes, dejándose llevar; de donde emergen una serie de actuaciones romas, apenas superan el mero entretenimiento en un anclaje de malos presagios.


La profusión de sujeciones y el citado adormecimiento de la ciudadanía consolida un panal dulzón como potente atracción para los DEPREDADORES, muy hábiles por otra parte para el establecimiento del círculo vicioso que dicta las directrices desde las estructuras organizadas. Fomentan la difuminación de los criterios entre afanes libertarios irracionales e ilimitados, contra toda lógica y aparentemente sin rumbo. Aparente, por el encubrimiento de los empoderados apoltronados, auténticos beneficiarios del cotarro. Los vínculos se degradan según el capricho del gestor, dejan al ciudadano como piltrafas a su servicio. Los camuflajes sofisticados consiguen la complicidad estúpida por parte de sujetos perjudicados, aunque serviles.


El reto existencial nos acompaña sin pausas, constituye un DESAFÍO insolente plantado en cualquier esquina. Los sucesivos instantes nos abocan a disyuntivas inesperadas y los recursos propios, el carácter o la mentalidad, suelen verse arrollados por los dominios de mayor prestancia, no siempre justificada. El reconcomio de es desplante no ceja, pugna entre las infinitas conexiones perceptibles o subyacentes. Podemos reflejar estas circunstancias en el siguiente esquema poético:


ENTRELAZADOS


Vínculos cuánticos.

Vínculos humanos.

Si no miramos,

Ni los notamos

Vínculos químicos.

Vínculos humanos.

Si no contactamos,

No reaccionamos.

Vínculos orales.

Vínculos humanos.

Si no hablamos,

Nos distanciamos.

Vínculos poéticos.

Vínculos humanos.

Si no sentimos,

No percibimos.

Sin los vínculos

Nos hundimos.

Eso sí,

Aislados.


Es comprensible la multiplicación sin fin de las apreciaciones, y como consecuencia, de las maneras de ver las cosas, opiniones e incluso convicciones. Los matices no se acaban, ese fondo es un manantial inagotable de sorpresas. De ahí la complejidad del conjunto, donde cada elemento es portador de sus características diferenciadoras. Suelen introducirse malversaciones peligrosas en estos asuntos, las de aquellos falseamientos de los ISMOS (Idealismos, racionalismos, doctrinarismos, dogmatismos, etc.,etc.), transformadores de una particularidad en idea única, petrificando ese concepto. Desarrollan graves trastornos porque no se conforman con anular la pluralidad natural, promueven gentes o entidades controladores y abusan de quien sea.


No resulta fácil entenderse en esta apoteósica confusión de manifestaciones. Bien está la consideración de la inexistencia de la verdad absoluta, pero debería alejarnos de las pretensiones arrogantes de muchos cantamañanas en los gobiernos y en los medios de comunicación. Notamos a diario lo contrario, el bocazas más socarrón acapara las atenciones de forma inusitada. Perdieron su sentido los razonamientos, porque ya no se aceptan argumentos, ahora se funciona a base de escándalos y decibelios. Se impone la LIVIANDAD, no sólo informativa, sino discursiva y practicante, dada la ausencia de las valoraciones pertinentes. El desprecio de los vínculos pervierte la convivencia alejada de las conexiones constituyentes.


No podemos huir de la responsabilidad a la hora de enfrentarnos a los desafíos, en ello nos va la coherencia de lo que somos con las pretensiones. Portamos rasgos plegados en nuestro interior, de los cuales no disponemos a voluntad, pero ejercen sus influencias subrepticias. Y desarrollamos capacidades voluntarias en actuaciones u omisiones. Cuando intentamos poner de relieve la propia OSADÍA PRESENCIAL, la incoherencia conduce irrevocablemente a una degradación progresiva; el esfuerzo por aunar condiciones reales y deseos, es una tarea inacabada por las imperfecciones, pero la única gratificante.

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