El humor de los hermanos Marx ha hecho reír a varias generaciones. Fueron unos cáusticos actores que, con su absurdo talante, y sus astracanadas causaron la hilaridad de quienes vieron sus películas, tanto en el cine mudo, cuanto en el hablado. Una leyenda urbana atribuye a Groucho la siguiente frase: "Éstos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros". Hay otra versión que no difiere mucho de la anterior y es: “Estos son mis principios, pero si no les gustan, yo los cambio". Como expresión sarcástica y socarrona la podemos considerar divertida, pero cuando esta actitud se corresponde con una posición de un adalid político es inadmisible porque quienes se presentan a elecciones para ser designados para cualquier puesto de la Administración de la cosa pública, han de cumplir lo que prometen durante sus campañas. No me vale lo que dijo, el malamente recordado Tierno Galván cuando manifestó que las promesas y los programas que se exponían durante las campañas de captación de votos eran para no cumplirlas. Los proyectos de gobierno que los políticos nos presentan para que los votemos, hay que considerarlos como un contrato verbal entre el elegido y el elector, que lo votará según lo que le haya ofrecido, con la esperanza de que lo cumpla. Todo no que no se ajuste a este contrato es un engaño por cualquiera de las partes. En este caso, el político que presenta las cláusulas de su contrato (promesas), con intención de no cumplirlas. Sobre los contratos verbales, la Ley dice lo siguiente: Un contrato verbal es un acuerdo mediante el cual se intercambian términos y condiciones de manera oral, teniendo la misma validez ante la ley que un contrato escrito… Tenemos que el “ínclito” Pedro Sánchez ha incumplido las cláusulas del contrato verbal que nos presentó para que lo eligiésemos: No pactar con Podemos, tampoco con Bildu, ni con los independentistas catalanes…, en fín una buena ristra de promesas en las que se ha ciscado. En cierta ocasión, la inefable Carmen Calvo llegó a decir que una cosa era el Pedro Sánchez candidato y otra el presidente. Aparte de ser una tomadura de pelo, podemos llegar a la conclusión que el hombre que rige los destinos de los españoles es el doctor Jekyll que se transforma en míster Hyde, para desgracia de los españoles, engatusándonos con unos principios que aceptamos, pero que los cambia en el momento que es elegido por otros que traerán la ruina a España. Groucho Marx era un humorista, Pedro Sánchez no llega ni a payaso, porque maldita la gracia que nos hace.
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