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Frustraciones en ciernes

Las ideas mal enfocadas son una frustración andante
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 3 de febrero de 2023, 09:37 h (CET)

Nos desenvolvemos en una serie de paralelismos de direcciones contrapuestas. La inusitada proliferación de expectativas, genera a su vez desengaños atribuibles a infinidad de factores. La cruda realidad interrumpe gran parte de los proyectos. La simple sorpresa ante una situación inesperada, por pillarnos al margen, no sobrepasa el rango anecdótico. Por el contrario, al estar involucrados en la preparación de ciertas expectativas, la interrupción de estas repercute en la intensidad de un sentimiento de FRUSTRACIÓN de consecuencias imprevistas. La defectuosa atención prestada a las carencias e impedimentos, acrecienta el lamento demasiado tarde como una revelación desagradable.


Disponemos de unas habilidades muy limitadas para percatarnos de las circunstancias reales; por eso destaca el pretendido olvido de esas carencias evidentes frente a las pretensiones de sabiondos fatuos. Es habitual encontrarnos con la valoración de una persona por algunas de sus OBRAS, incluso una sola; desplazando el análisis de esas obras a la calificación personal de su autor. El desfase también se produce en sentido contrario; en vez de centrarnos en la obra, hacemos referencia cotidiana a las dimensiones personales de su artífice. El chasco es inevitable, contribuye además a descentrarnos. Sacamos conclusiones sin relación con la realidad, nos desorientan hasta sacarnos de la órbita natural.


En muchas circunstancias importantes de la vida sufrimos los errores de dichos desplazamientos valorativos, bien sea por los desvíos propios o dejándonos embaucar por los desvíos ajenos; sobre todo cuando esos desplazamientos pierden su franqueza espontánea al quedar adheridos a intereses no relacionados con el buen aprendizaje. Uno de los sectores expuesto a estas inconveniencias es el de los registros históricos, en general archivos DOCUMENTALES. Al fin son obra de determinados autores, con sus insidias políticas, protagonismos ficticios y abundante estulticia. Ceñirse en exclusiva a sus valoraciones nos induce a una reducción impropia. La pesca de otras sensibilidades es un imperativo si no queremos quedarnos con el culo al aire.


El tema de los desengaños es de una amplitud desmesurada, al menos sería lógico no lanzarnos a ciegas sobre aquellos que hubieran podido evitarse, menos aún sobre los que nos abocan a insatisfacciones y penalidades de mayor enjundia. En el trato cotidiano con las demás personas, entre las actividades profesionales e incluso en las disposiciones de carácter íntimo resulta primordial estar avisado, para no caer en los DESEQUILIBRIOS motivados por valoraciones desvaídas. Estos desajustes nos sacan de quicio, nos impulsan por trayectos equívocos con las consiguientes sorpresas e insatisfacciones. El peligro va implícito en las decisiones mal valoradas; pese a ello, frecuentadas a diario.


Por rutina o por convicción, muchas de nuestras actuaciones se desarrollan en pequeños círculos locales, tienen su lógica, por aquello de la proximidad de las personas relacionadas. La exageración de dicha actitud recorta las posibilidades enfocadas a otras proyecciones. En el polo opuesto, las mentalidades alejadas de los núcleos locales no suelen percatarse de las peculiaridades entrañables de los pequeños sectores. El espacio modela las disposiciones de sus habitantes; por lo tanto, la UBICACIÓN mental de cada protagonista será decisiva. Abundan las frustraciones derivadas de las mencionadas polarizaciones. La multiplicidad de espacios vitales requiere una buena distribución de las atenciones.


De manera similar, los anhelos desde dentro y las necesidades generales sobrevenidas, son de una amplitud considerable, superan la capacidad de respuesta de un solo individuo, con la exigencia de repartir saberes y aptitudes. Es natural el establecimiento de una serie de NIVELES vitales orientados a los matices diferenciales. En lo personal se puede progresar en esa nivelación y la vertebración comunitaria tendrá mucho que decir en la organización de las variables. El disparate se acrecienta cuando no se asimilan esos niveles con sus atribuciones y límites. Entonces se adoptan actitudes intempestivas por exceso o por defecto; no será difícil el augurio de decepciones progresivas después de las desnivelaciones mentales.


La estratificación de las ocupaciones deviene en una compleja red de responsabilidades, sin que la aceptación y la comprensión de los diferentes papeles por los implicados sea unánime. Se dan los rechazos, como las aceptaciones impropias de ciertas tareas sin la capacidad adecuada para llevarlas a cabo. En cada sector se requiere la presencia de las personas con mejores condiciones para dirigirlo, pero las dificultades subsisten. Cuando surgen de manera espontánea, no siempre se ajustan a las necesidades. A la hora de buscar esos LÍDERES, los inacabables condicionantes de su formación y el añadido de su personalidad, nos abocan a decisiones controvertidas, muy propensas a comprobación de errores y lamentos.


Quizá la ligereza, la mediocridad y la desconfianza, tienen mucho que ver con el siguiente apartado en el comentario de hoy. Al tratar de las diferentes conductas corruptas, del desfase educativo, de los hechos delictivos, la desmesura informativa e incluso de la ciencia, se admiten versiones inadmisibles sin parar mientes en la ratificación de sus contenidos. Es todavía peor, sea por una mentalidad de mentes ahuecadas o por cruda perversión intelectual, el PODER SEDUCTOR de las mentiras se impone sobre la aceptación de las verdades elaboradas con mayores garantías. No parecen importar las desgraciadas secuelas de estas tendencias, mientras proliferan los desencantos y el desasosiego difíciles de compensar.


En vez de pensar en las mejores soluciones, me da la impresión de un enfoque general para evitar males mayores o ni eso para seguir igual, como si no fuera posible invertir las tendencias. Eso sí, el desbarajuste no se rectifica si persistimos en las mismas actitudes insustanciales, agravadas por la ausencia manifiesta de cordialidad. Con el beneplácito comunitario, nos conducimos unos a otros de una manera absurda. Al estilo de “La parábola de los ciegos”, de Brueghel el Viejo, si no prestamos mayor atención a las CUALIDADES, seguiremos precipitándonos en los precipicios modernos, con un grado de conformismo que supera los peores calificativos. Sin las exigencias requeridas, continuaremos con las sorpresas desagradables y frustraciones.


El revulsivo eficaz para salir de esta situación no se vislumbra dibujando castillos en el aire desprovistos de las cimentaciones imprescindibles y sin argumentos proyectivos. Se funden pronto los vuelos sin base, como alas de Ícaro. Serán ARTIFICIOS de escaso fuste. Por eso resulta incomprensible las numerosas adhesiones a dichas prácticas.


Por otra parte, a la hora de buscar salidas gratificantes, topamos con un orgullo cegato, el de afrontar la MEMORIA compleja e insondable en su totalidad con posturas sectarias. Cuando cabría esperar un posicionamiento de apertura permanente en busca de la mejor armonía, nos encerramos en posiciones particulares, incompletas por su propia condición. Impedimos así el paso al encuentro de los lazos entrañables entre gente menesterosa, que al fin somos todos.

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