“La gran diferencia entre el amor en la época de mis abuelos y padres y en las de hoy, es que nosotros tenemos una inmensa capacidad de elección romántica con acceso fácil a posibles relaciones de toda clase, a toda hora y en todas partes. Esta ilimitada capacidad de elección también genera reacciones indeseables, como el miedo de perder una relación mejor aunque tuvieses una de formidable” (Carrie Junkins, filósofa). La filósofa ha escrito el libro Amor triste. Las relaciones amorosas y la búsqueda de sentido. Si uno es hombre o mujer, ¿es que no tiene sentido ser tal como uno es? El sentido de la vida se le tiene que ir a buscar en otro lugar que no sea el sexo. “Y Dios creó al hombre a su imagen, lo creó a imagen de Dios: Los creó macho y hembra” (Génesis 1: 27). Los creó sin ninguna carencia. El macho y la hembra en el matrimonio se complementan. La diversidad de opciones sexuales no tiene cabida en el modelo original porque es inmejorable. Dios vio que era bueno. Se dice que el deseo de cambiar de sexo se debe a problemas sicológicos. No se da en personas emocionalmente sanas.
El periodista le dice a Daniela Requena, periodista y mujer sexualmente reasignada: “Si uno de sus hijos machos quisiese transicionarse a mujer, ¿qué le diría? Respuesta. “Esto angustia a muchas familias. Reflexionaríamos juntos sobre la irreversibilidad de tratamientos hormonales y cirugías radicales. “¿Seguro que son irreversibles?, le pregunta el periodista. La respuesta que recibe de la entrevistada es: “Se dan personas arrepentidas en un punto en que ya es casi imposible revertir las consecuencias. Y esto es muy triste”.
“¿Por qué crece el número de personas que se transicionan?, se le pregunta a Katheleen Stock, feminista y analista. La respuesta que da es: “El sexo lo determinan los cromosomas. Tu sexo es una realidad biológica. Todas las células son de hombre o son de mujer. Si me hormono y me opero, ¿seré mujer? Serás hombre con morfología de mujer. ¿Qué es una mujer? Una hembra que llega a edad adulta. Yo soy mujer, y aun cuando me injerte un pene y me hormone seguiré siendo yo”. Para entender la problemática de la diversidad de opciones sexuales tenemos que ir más allá de la salud sicológica. Katheleen Stock dice: “La mayoría son autistas”. El diccionario define autismo.
“Enfermedad mental por la que el individuo tiene toda la actividad síquica dirigida hacia el interior, con la pérdida de contacto con el mundo circundante”. Esta deficiencia no responde a la pregunta: ¿Por qué uno no está satisfecho con su propio cuerpo? Tiene que existir algún motivo. ¿Cuál es? Cuando se hurga en el interior del alma del insatisfecho se encuentra el ateísmo. Esta filosofía expulsa a Dios de la propia existencia y hace la bondad en que fue creado el hombre que es macho y hembra, se pierda. De esta realidad nace la inconformidad con uno mismo que lleva al hombre a cometer toda una sarta de errores que en vez de corregir la disconformidad que siente hacia sí mismo se agrave.
Cuando el salmista escribe: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19: 1), no tenía el conocimiento que se tiene hoy de la inmensidad sideral. Así y todo no cae en la necedad de negar la existencia de Dios. El apóstol Pablo hace resaltar la creación como el medio que proclama la existencia de Dios: “Porque lo que de Dios se conoce le es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1: 19, 20). Se utiliza el comportamiento indigno de un sector clerical como excusa para negar la existencia de Dios. El mal comportamiento de algunos que se consideran siervos de Dios no debe utilizarse como excusa del ateísmo confesante. La creación hace pedazos este razonamiento y los hace “inexcusables”: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (vv. 21, 22).
El negacionismo insensato de la existencia de Dios tiene sus consecuencias: “Por lo cual Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (v. 24). “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas” (v. 26). “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (v. 28).
Si el lector se encuentra en la situación de dejarse guiar “por el corazón entenebrecido”, puede salir de la oscuridad. A la mujer adúltera a quien sus acusadores querían lapidar por haber transgredido la Ley de Dios, Jesús le dice: “¿Nadie te condenó?” Ella le respondió: “Nadie Señor. Y Jesús le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más” (Juan 8: 10,11).
Quienes no andan dentro de la ortodoxia sexual enseñada por Dios a menudo son maltratados por los puritanos que defienden violentamente la pureza sexual. A la mujer adúltera Jesús la perdonó pero le dijo: “Vete y no peques más”. Si algún transicionado perdonado por Jesús que ha pasado por una intervención quirúrgica, las consecuencias son irreversibles pero podrá andar gozoso en la novedad de vida que Jesús concede a quienes creen en Él como el único Señor y Salvador”
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