Se ha puesto de moda denostar y descalificar a la Iglesia Católica. Los mismos que dirigieron y disfrutaron del nacional catolicismo (que después fueron demócratas de toda la vida), chaqueteros siempre, hoy aprueban, cuando no apoyan descaradamente, a los anticlericales. Pero sus críticas se quedan tan solo en el cristianismo. En lo referente al Islam, la Cienciología o cualquier religión oriental o exótica en general, un respeto exquisito. ¿Por qué será?
Jamás he escuchado a ningún graciosillo oportunista mofarse, reírse, hacer chistes asquerosos o sacar imágenes inadecuadas de Alá, de Mahoma, de Buda o de Confucio. Lo cual me parece muy bien. Pero en lo referente a nuestra fe se ha abierto la cámara de los truenos. Lo de la Virgen del Rocío en la televisión catalana del otro día fue el colmo. No voy a entrar en detalles innecesarios. Espero con avidez la actuación de estos brillantes comunicadores en representaciones sobre la Torah o el Corán, con el fin de cachondearse de su significado. A ser posible en Irán, Jerusalén, etc. Porque como son tan valientes, lo harán con seguridad. Estoy hasta las narices de esa falta de respeto a mi Padre, mi Madre o mi Hermano, en una palabra, a todo lo que para mí, y para muchos, es sagrado. También me molestarían si plantearan la visión de los padres de los desgraciados protagonistas de esta astracanada, haciendo o diciendo imbecilidades. En cada una de las regiones y nacionalidades españolas existe una institución de control de las emisiones televisivas. En el caso de Cataluña se trata del Consell de l’Audiovisual de la Generalitat de Cataluña. Si entran en su página Web, podrán observar la defensa a ultranza de lo que para ellos son valores: la discriminación racial, lingüística, de género o política; la publicidad y sobre todo la defensa del catalanismo. De las faltas de respeto a lo sagrado, ni hablar. Échenle un vistazo. Se que estas letras no sirven para nada. Pero el que calla, otorga. Y no me da la gana de callarme. Y aprovecho para decirles que su actitud es como la del que escupe hacía arriba. No llega a ninguna parte y le caen encima sus desprecios. No me hacen gracia. Me dan pena. Por cierto, ya le gustaría al pueblo catalán tener la cultura y los ascendientes que tenemos los andaluces. Están perdiendo su seny a marchas forzadas.
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