Parece ser que el primer ministro inglés Disraeli –que conocía bastante bien el tema- decía que hay tres tipos de mentiras: mentiras pequeñas, mentiras grandes y encuestas. No se si llevaba razón, pero a mí, personalmente, me parece que no andaba muy equivocado.
Todo esto viene a cuento de la presión que se está ejerciendo sobre los españolitos de a pie a través de los decretos del gobierno, los medios de comunicación, los influencers, los tertulianos el metaverso y las dichosas encuestas. Están haciendo de nosotros una especie de robots que son amonestados en cuanto se salen de las normas y criterios de “la clase dominante”. La última encuesta del Cis sobre las relaciones familiares, es todo un dechado de despropósitos. Me da la impresión que los encuestados han realizado sus respuestas para “quedar bien” y sentirse “políticamente correctos”. Hay datos tan peregrinos como el siguiente: El 47% de los encuestados considera primordial, a la hora de encontrar pareja, que esta “se implique en las tareas domesticas”, mucho más que la belleza, la edad, la economía, las ideas políticas o religiosas, los hijos, etc. Por otra parte dice que el 47.6% de los encuestados dice estar de acuerdo o muy de acuerdo con tener “dos o más de dos relaciones afectivo-sexuales a la vez” y y para el 41,4% "los miembros de una pareja pueden acordar tener relaciones sexuales con otras personas fuera de la pareja sin que haya vínculo sentimental con ellos". A hacer puñetas todo el romanticismo, las miradas cruzadas, el cortejo y Juan y Medio. Gustavo Adolfo Bécquer era un blando y los que hemos celebrado las bodas de oro matrimoniales… unos “moñas”. Lo importante son las “aperturas” de todo tipo. Vienen a mi memoria las películas de Frank Capra. Un cineasta norteamericano de mediados del siglo XX que inundó las pantallas de esperanzas y de buenos tipos. Hace unos días en un “zapeo” tope con uno de sus filmes más disparatados, en el que da riendo suelta a la utopía, al oído sordo a las “recomendaciones” de los expertos y la felicidad que se obtiene cuando se vive olvidándose de la espada de Damocles del “qué dirán”. Un mundo en el que se da rienda suelta al auténtico amor y la libertad para hacer cada uno lo que le de la gana sin estar pendiente de “lo que se lleva”. En “vive como quieras”, un rico heredero se enamora de una chica perteneciente a una familia “especial” en la que todos están un tanto chiflados, pero que son felices porque hacen lo que les gusta. La sociedad “oficial” se echa sobre ellos e intenta destruirlos como sea. Acaban todos encarcelados, pero allí también son felices, porque la felicidad no está en las cosas que les rodean, sino en su interior. La utopía surge cuando la inteligencia supera a “lo que hay que hacer” y a “como hay que vivir”. Vive como quieras, no serás un triunfador pero serás feliz. Creo firmemente que gran parte de nuestra sociedad no se encuentra reflejada en las encuestas. Muchos de que pertenecemos a la mayoría silenciosa -la “gente corriente”- no comulgamos con esas ideas que nos quieren imponer. Seguimos soltando una lagrimita e identificándonos con los personajes de “Que bello es vivir”, ”Un gángster para un milagro”, “Juan Nadie” o “Vive como quieras”. Mi buena noticia de hoy es que, gracias a Dios, la gente se sigue enamorando “porque sí”. Una buena mayoría de los españoles (y españolas) (ya he caído en lo políticamente correcto), nos casamos para siempre, vivimos sin relaciones extramatrimoniales y aprendemos a fregar los platos y hacer las camas un poco mayores. (Nuestras madres nos tuvieron muy mimados y maleducados). Creo que a los de mi generación nos amargaron la juventud con el dichoso sexo mandamiento. Ahora sucede lo contrario, para estar en la “pomada” hay que ser una mezcla entre el Marqués de Sade, Madame Bovary o Nacho Vidal. Y se me olvidaba: una especie de Mister Proper con aspiradora. Pues a nosotros no nos ha ido tan mal con nuestras costumbres viejunas.
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