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El rey Midas y Pedro Sánchez

Tenemos un refrán los españoles que dice: “antes se coge a un embustero que a un cojo”. Me parece que, en las próximas elecciones se demostrará la veracidad de este dicho
Manuel Villegas
lunes, 17 de julio de 2023, 09:48 h (CET)

Es mito ¿o acaso realidad? la fábula del Rey Midas que reinó en Frigia desde el 740 al 696 a.C. era hijo del rey Gordias y juntos fundaron la ciudad de Gordio y ataron el famoso nudo gordiano, cuya leyenda decía que, quien lo desatase se apoderaría de Asia, hasta que llegó Alejandro Magno y pronunciando la famosa frase “Tanto monta monta tanto, romper como desatar”, de un poderoso tajo lo partió por la mitad. Expresión que Fernando el Católico la empleó a su divisa personal, sobre el nudo gordiano y el yugo de su blasón, queriendo decir que los medios utilizados para resolver un problema no son importantes frente a la solución de este, conocida como “el fin justifica los medios”.

         

Frase erróneamente atribuida a Maquiavelo, desliz del que dudo ya que su obra El Príncipe, hay muchos y sesudos historiadores que defienden que la escribió inspirado en la forma de gobernar de nuestro Fernando el Católico.

         

Sin embargo Midas no es famoso por haber ligado el nudo gordiano, sino por un poder, o maldición, según se mire.


De pequeño, una adivina pronosticó que poseería grandes e incontables riquezas, cosa que se cumplió cuando Dionisos. Baco para los romanos, porque Midas había ayudado al sátiro Sileno, compañero de juergas, borracheras y francachelas el dios, le concedió el don de que todo lo que tocase lo convirtiese en oro, parece ser que este afán lo tenía el rey desde pequeño.

         

Hasta aquí muy bien, tocaba una mesa de madera, se transformaba en oro, igualmente con una silla o cualquier otro objeto al que llegasen sus manos, pero ¡ay! Llegó el al momento, necesitaba alimentarse, y vianda que tocaba en oro se transformaba. Unos dicen que murió de hombre y otros que Dionisos le retiró el poder para que pudiese comer

         

Alguien me preguntará ¿qué tiene que ver esto con Pedro Sánchez? Sí y no, él no tiene el poder de trasformar en oro lo que toca, pero sí en excrementos allí donde alcanza su potestad.

         

En contra de lo que cree Sánchez, su vida no constituye en absoluto un manual de resistencia. Cada vez que ha intentado resistir, lo han derribado. Cuando pretendió mantenerse al frente de la Secretaría general, ante el envite planteado desde el Comité Federal del PSOE, perdió la batalla. Lo mismo ha sucedido durante la tramitación de los Presupuestos, convertidos en un agónico y fallido intento de prolongar la legislatura.

         

Marrulleramente llegó al poder y se mantiene en él porque se apoya en los enemigos de España. Los independentistas catalanes, la prolongación de los etarras, conocida como Bildu y los comunistas quienes, ya trasnochados, pretenden implantar en nuestra Patria regímenes periclitados y fracasados como en Venezuela, Corea del Norte y tantos y tantos países en los que impera el comunismo. No me cansaré de preguntarme ¿Qué bien ha proporcionado el comunismo a los simples ciudadanos, no a los gobernantes, allí donde se ha implantado?

         

No me refiero a los errores morales de Pedro Sánchez, que son muchos y obvios, desde las constantes mentiras hasta los pactos con Bildu o los independentistas catalanes condenados por el Supremo. Me refiero a los errores estratégicos, que cuestionan esa imagen de infalibilidad y olfato político construida con habilidad por él mismo y sus asesores y que se derrumbó el lunes, cuando anunció el adelanto electoral. La caída empezó la noche anterior, claro está, con esa derrota contundente y su nueva estampa de perdedor, en las elecciones municipales y autonómicas

         

Tiene el descaro y la desfachatez de decir que sus mentiras son solo rectificaciones. Bien, rectificar es manifestar lo contrario de lo que se he enunciado antes, o sea: “Donde dije digo, digo Diego”.

         

Si una frase que se ha dicho con anterioridad se cambia y sustituye por otra que, a veces, es la contraria, hay que preguntarse ¿Cuándo era falsa, la primera o segunda vez?

         

Al fin y al cabo lo que se hace es cambiar una mentira por otra ¿mentira? Esta persona lleva tanto tiempo desdiciéndose que nunca sabremos cuando dice la verdad.

         

Tenemos un refrán los españoles que dice: “antes se coge a un embustero que a un cojo”. Me parece que, en las próximas elecciones se demostrará la veracidad de este dicho.

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