Con la llegada de las vacaciones de verano, desaparecen o se mitigan el estrés y la ansiedad acumulados durante el período laboral. Para muchos, el paréntesis estival supone el paréntesis de descanso anual, el momento de recargar pilas, relajarse y dejar aparcadas las preocupaciones. Sin embargo, para muchos adolescentes y jóvenes millennials el estrés y la ansiedad no sólo no se acaban, sino que pueden agudizarse. La causa: un excesivo uso de las redes sociales en vacaciones.
Los jóvenes son los más expuestos, según los expertos de Mentalia Salud, compañía especialista en la atención a personas con trastornos en salud mental: “Esa generación ha nacido y ha crecido con las redes como parte indispensable de su vida hasta el punto de que, a veces, llevar a cabo formas de socialización frente a frente con otras personas les serían imposible”, explica José Manuel Requena Garmendia, director del centro de Mentalia Usurbil. “Las personas con adicción a las redes sociales tienen la necesidad de mostrar siempre un buen aspecto, una cara amable, una imagen ideal. Y para eso no hay período de descanso. No necesariamente aquello que se proyecta a través de las redes se corresponde a la realidad de esas personas. Y eso, con frecuencia, puede llevar a cuadros de depresión y ansiedad por la necesidad de estar constantemente conectados, por los likes que se reciben o por la cantidad de seguidores”, añade Requena. Según el reciente estudio anual de IAB Spain, algo más de 28 millones de españoles entre los 16 y los 70 años navegan habitualmente por las redes sociales. En el caso concreto de jóvenes y adolescentes, el 98,5% está registrado en alguna aplicación social, con las ventajas y, a la vez, con los riesgos potenciales que ello conlleva. La necesidad de socializar cara a cara Las redes sociales pueden originar nuevos tipos de adicciones y su uso inadecuado puede redundar en la pérdida de capacidades mentales de la población, revela el estudio 'Brújula: Beneficios y riesgos del uso de Internet y las redes sociales' del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). “Emplear menos tiempo en socializar a través de una pantalla para hacerlo con personas de carne y hueso es ya una mejora”, argumenta el director de Mentalia Usurbil, quien añade que “la exposición en sí misma no es el problema, pues las redes incluso pueden ser beneficiosas -nos permitieron conectarnos con nuestras familias y seres queridos durante la pandemia-, pero lo preocupante es la realidad ilusoria, deformada, que éstas generan y que hace que niños y niñas se la crean y quieran imitarla”. Aislamiento e incomunicación El aislamiento es un efecto colateral del uso excesivo de las redes que se suma a estos problemas potenciales, según un reciente estudio publicado en el American Journal of Preventive Medicine. Para evitar esta incomunicación de facto, Requena hace un llamamiento para que “los niños ocupen las plazas y las calles para jugar, que los adolescentes queden para contarse cara a cara sus experiencias, que vivan las relaciones con las personas sin necesidad de tener que mostrarse como lo que no son a través de una red social. Algo a lo que invita más aún el tiempo de verano”. Recurrir siempre a profesionales Los expertos de Mentalia advierten sobre la importancia de recurrir a profesionales ante cualquier problema, situación o anomalía que se detecte relacionada con el abuso de las redes sociales. “La sobreexposición a las aplicaciones sociales puede causar múltiples disfunciones en las personas usuarias. Cuando eso ocurre, es importante que estas personas acudan a centros especializados como los de Mentalia Salud para abordar y mejorar su salud mental”, razona José Manuel Requena Garmendia. Los centros de la compañía disponen de herramientas de carácter interdisciplinar y equipos profesionales expertos en el abordaje de problemáticas derivadas de un uso excesivo y dependencia de las redes sociales.
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