La democracia es un pilar fundamental en la sociedad moderna, y su esencia radica en la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones. En España, como en muchos otros países, el sistema político ha evolucionado a lo largo del tiempo, y actualmente, se enfrenta a desafíos que requieren una profunda reflexión y posiblemente una reforma constitucional. Uno de los aspectos más discutidos es el sistema de representación política, que ha sido caracterizado por la predominancia de los partidos políticos sin contar con los ciudadanos.
En este medio siglo de la democracia parlamentaria actual, solo recuerdo una vez que se nos ha preguntado algo en un referéndum. La escasez de referéndums en España desde el establecimiento de la democracia en 1978 es, sin duda, un tema preocupante. La democracia participativa se basa en gran medida en la capacidad de los ciudadanos para expresar su voluntad de manera directa, y es ésta una herramienta esencial para este propósito. Su ausencia plantea graves interrogantes. Por ejemplo, en el tema educativo cada gobierno hace su nueva ley, muchas veces sin la consulta a los expertos en educación. No sirve la confianza en los representantes elegidos, pues son listas cerradas que solo indican el partido que formará alianzas para gobernar, y luego tienen disciplina de partido con lo cual los ciudadanos no participamos en el sistema legislativo sobre temas que nos interesan, se legisla a espaldas nuestras, y falta transparencia.
Críticas al sistema partitocrático actual El sistema político español, como en muchos países democráticos, ha estado históricamente dominado por los partidos políticos. Si bien estos desempeñan un papel esencial en la representación de diversas ideologías, han surgido críticas sobre la falta de conexión real entre los ciudadanos y sus representantes. La fidelidad partidista a menudo eclipsa la voz individual de los diputados, generando un sentimiento de desconfianza y desconexión entre la ciudadanía y sus líderes.
Propuesta de reforma: hacia unos representantes auténticos para los votantes La introducción de un sistema de representación más directa, donde los votantes eligen a representantes individuales en lugar de partidos, supondría una mayor participación ciudadana, pues muchos optan por no votar, en una apatía que deja la política en manos de la casta política, con lo que hay un empobrecimiento de la democracia. Este enfoque permitiría a los ciudadanos tener una conexión más cercana con aquellos que toman decisiones en su nombre. Los candidatos se presentarían no solo como miembros de un partido, sino como individuos con valores, principios y compromisos específicos que resuenen con sus electores.
Beneficios de la Reforma
- Mayor conexión ciudadana: al elegir representantes individuales, los ciudadanos podrían sentir una mayor conexión y responsabilidad por parte de aquellos que ocupan cargos públicos. Esto podría fomentar un mayor sentido de representación y participación.
- Romper la rigidez partidista: al liberar a los diputados de la rigidez partidista, se fomenta un entorno donde los legisladores pueden votar de acuerdo con sus convicciones y en beneficio de sus electores, en lugar de seguir estrictamente las líneas partidistas.
- Diversidad de voces: la introducción de representantes individuales puede dar lugar a una mayor diversidad de voces en el Parlamento, representando una gama más amplia de opiniones y perspectivas.
Los desafíos son muchos, pues la casta política se resistirá a ese cambio. Ya los Padres de la constitución cometieron este fallo para favorecer unos partidos, sin pensar que estos acabarían causando un sistema poco participativo, una nueva casta, no tan dictatorial como el franquismo, pero que con el tiempo ha ido evolucionando hacia un pensamiento único por parte de cada partido, y una nueva lucha entre “las dos Españas”.
Sería pues una reforma constitucional para revitalizar la democracia, alejándola de la partitocracia y acercándola a una representación ciudadana más auténtica. Aunque plantea desafíos (romper la casta política dominante, con los intereses económicos que mandan detrás de estos partidos) requerirá una cuidadosa implementación (transparencia en la información ciudadana, mayor complejidad en las elecciones parlamentarias), podría ser la clave para fortalecer la participación ciudadana y restaurar la confianza en el sistema político. En última instancia, la democracia florece cuando los ciudadanos se sienten verdaderamente representados, y esta reforma podría ser un paso crucial hacia ese objetivo. En mi opinión, cuando haya “masa crítica” para hacer este paso, habría que preguntarlo a los ciudadanos con un referéndum bien planteado, con una pregunta clara y comprensiva.
|