Distribución de alimentos por parte de agencias humanitarias en la región sudanesa de Al Jazirah, una de las más afectadas por la guerra entre ejércitos rivales del país. Millones de personas se han desplazado dentro del país huyendo de los combates y una parte de ellas han llegado a naciones vecinas. Imagen: Ala Kheir / Ocha
NACIONES UNIDAS – Millones de personas están en situación de inseguridad alimentaria aguda, y más de 200.000 niños pueden morir por desnutrición en las próximas semanas, como consecuencia de la guerra entre facciones militares sudanesas, advirtieron agencias de las Naciones Unidas este miércoles 20.
“Desde todo punto de vista, Sudán es uno de los peores desastres humanitarios de los últimos tiempos”, dijo ante el Consejo de Seguridad de la ONU Edem Wosornu, directora de operaciones de la oficina de asuntos humanitarios de la organización.
Expuso que el conflicto ya precipitó la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo: 6,5 millones de personas desplazadas dentro del país desde el inicio de la crisis actual, lo que se suma a los tres millones ya desplazados antes del 15 de abril de 2023. Otros 1,8 millones han buscado refugio en países vecinos.
En Sudán, de 1,8 millones de kilómetros cuadrados y 48 millones de habitantes, en su mayoría de origen árabe, estalló el 15 de abril del año pasado una guerra entre ejércitos rivales, las regulares las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Sus jefes son dos generales, Abdel Fattah al Burhan (FAS), actual presidente, y Mohamed Hamdan Dagalo (FAR), quienes se aliaron para derrocar al gobierno civil de transición en octubre de 2021 y luego rompieron, en una confrontación que tiene como telón de fondo el control de las riquezas minerales del país.
Esa guerra, junto con miles de muertos y heridos, ha dejado a 18 millones de personas enfrentadas a una grave inseguridad alimentaria, según agencias de la ONU.
La mayoría de los afectados, 90 %, se encuentran en zonas conflictivas en la región de Darfur (oeste fronterizo con Chad), Kordofán (centro y sur), y en los estados de Jartum –donde está la capital del país, del mismo nombre y a orillas del Nilo-, y Al Jazirah, en el centro-este del territorio.
Wosornu comentó que la situación, que ha forzado el éxodo de millones de civiles “es verdaderamente material de pesadillas. Hay informes de fosas comunes, violaciones en grupo, ataques sorprendentemente indiscriminados en zonas densamente pobladas y muchos más horrores”.
Los combates han restringido la producción agrícola, dañado infraestructuras, disparado los precios y perturbado los flujos comerciales, entre otros impactos.
Maurizio Martina, director general adjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), informó al Consejo de Seguridad que las hostilidades se están expandiendo en los estados del sudeste, el granero del país, responsable de la mitad de toda la producción de trigo.
“Las necesidades de importación de cereales en 2024, previstas en alrededor de 3,38 millones de toneladas, generan preocupación sobre la capacidad financiera y logística del país para satisfacerlas”, dijo Martina.
Los reportes de Ocha estiman que alrededor de 730 000 personas en Sudán sufren desnutrición grave, que se dispara a tasas alarmantes y ya cobra vidas jóvenes.
Wosornu citó un informe reciente de la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), el cual revela que un niño muere cada dos horas en el campo de Zamzam en El Fasher, Darfur del Norte.
“Nuestros socios humanitarios estiman que en las próximas semanas y meses, alrededor de 222 000 niños podrían morir de desnutrición”, indicó Wosornu. Dijo que aunque la ayuda debería ser un salvavidas, el personal humanitario sigue enfrentando obstáculos para llegar a las personas necesitadas.
Los trabajadores humanitarios acogieron con satisfacción el reciente anuncio de Sudán de permitir nuevamente la entrada de ayuda al país a través del cruce fronterizo de Tine con Chad, aunque los procedimientos aún no se han elaborado.
Las autoridades también acordaron permitir que 60 camiones entren a través de Adre en Chad hacia Darfur occidental, y Wosornu dijo que se prepara un convoy que que incluye alimentos para más de 175 000 personas.
“Son medidas positivas, pero están lejos de ser suficientes frente a la hambruna que se avecina”, añadió la responsable de la Ocha.
Por su parte, el director ejecutivo adjunto del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Carl Skau, destacó el contexto regional más amplio de la crisis del hambre.
Siete millones de personas en el vecino Sudán del Sur y casi tres millones en Chad también enfrentan una grave inseguridad alimentaria, afirmó.
Dijo que los equipos del PMA han trabajado día y noche en Sudán para satisfacer las enormes necesidades -ayudaron a ocho millones de personas el año pasado-, pero sus operaciones se ven obstaculizadas por la falta de acceso y de recursos.
“Si queremos evitar que Sudán se convierta en la mayor crisis de hambre del mundo, es urgente y fundamental coordinar esfuerzos y una diplomacia conjunta. Necesitamos que todas las partes proporcionen acceso sin restricciones a través de fronteras y líneas de conflicto”, dijo Skau.
El próximo 15 de abril, cuando se cumpla un año del conflicto en curso, se prevé la realización de una conferencia de alto nivel para Sudán y sus vecinos.
Las agencias de la ONU ven la conferencia como una oportunidad de que se asuman “compromisos tangibles para apoyar la operación de ayuda y abordar el sufrimiento, incluso mediante mayores contribuciones financieras”.
Según sus estimaciones, el llamamiento humanitario para Sudán en 2024 requeriría 2700 millones de dólares y hasta ahora se han recibido 131 millones, menos de cinco por ciento.
A-E/HM - Fuente: IPS
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