Un 9 de abril del año 1981 pudo ver el final de la guerra en Asunción, el General de Brigada Juan Bautista Ayala, connotado Héroe paraguayo de la Guerra del Chaco.
Nacido en Pilar, un 24 de junio de 1889, se graduó con honores como oficial de estado Mayor en la Escuela de Guerra de París.
En el Chaco fue Jefe de Estado Mayor General y Comandante de Cuerpo de Ejército, siendo legendario su papel en la defensa de Fortín Toledo, barrera infranqueable para un ataque boliviano que pretendía ocupar las colonias menonitas.
En esa batalla, librada entre febrero y marzo de 1933, los centros de resistencia diseñados por Ayala causaron miles de bajas a Bolivia, siendo la segunda batalla más sangrienta de la guerra, luego del segundo asalto a Nanawa.
Participó en la elaboración del cerco de Campo Vía, cuyos resultados fueron demoledores para el ejército boliviano, costando el puesto al general Kun.
En vísperas de consumarse esta victoria paraguaya, el Comandante José Félix Estigarribia lo destituyó en circunstancias poco claras, y lo envió a la retaguardia bajo un falso parte de enfermo.
Dejó importantes testimonios en varios libros críticos sobre la conducción militar de la guerra, planteando enigmas de difícil respuesta dentro de los límites de la historiografía militar, por más hipertrofiada que sea ésta en Paraguay.
La guerra del Chaco como todas las guerras, tiene aristas inexplicables que desbordan la historia militar, porque para comprenderla son ineludibles las historias política, diplomática, económica, cultural y propagandística, entre otras.
Una disputa que se mantuvo por un siglo en los límites de la diplomacia, de pronto pasó a las armas y con los elementos de destrucción más modernos y onerosos de su época.
Todavía más inexplicable es la versión que deslinda responsabilidad en la matanza de empresas que se posesionaron de recursos minerales bolivianos, en aquellos años que siguieron a la Gran Depresion.
Un 27 de mayo de 1933, la revista Claridad de Buenos Aires publicaba ciertas claves para resolver el enigma, en un dramático artículo sobre la guerra del Chaco, titulado “América para la humanidad”. Esta revista era publicada por la Editorial Claridad, fundada el 30 de enero de 1922 en Buenos Aires por Antonio Zamora. En torno de esta editorial, se había aglutinado un grupo de notables que influenciarían a famosos pensadores argentinos.
El columnista afirmaba que la macabra orgía escenificada en las selvas del Chaco, parecía estar determinada por la fatalidad que signaba los ciclos históricos del continente.
Mencionaba a la xenofobia y al ancestral espíritu guerrero como factores gravitantes en una matanza insensata, preguntándose si no serían más influyentes como antivalores que el objeto material de la disputa en el Chaco Boreal. Pregunta interesante, para quienes aún subestiman el papel de los recursos minerales en aquella guerra de difícil explicación.
Si no fue por petróleo y otros recursos minerales del subsuelo, ¿Qué detonó aquella guerra? ¿La idelogía nazi? ¿La xenofobia racista? ¿ El chauvinismo jingoista?
El negacionismo sobre las verdaderas causas, que son invisibles a sus ojos, tiene la palabra.
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