En una sociedad de consumo como la que vivimos, la capacidad de pensar no se aplica en muchas situaciones, por parte de bastantes personas. En la sociedad del espectáculo y de la imagen y la apariencia, parece que lo primordial es simplemente sentir y dejarse llevar. Lipovetsky acuñó conceptos como hipermodernidad e hiperindividualimo. Desde su perspectiva filosófica, trata de la era del vacío y también del imperio de lo efímero, así como sobre la cultura como mercancía y la indiferencia. Realmente, desde las actitudes propias del individualismo se está llegando a una sociedad vacía de sentido y que se sustenta en una superficialidad vital, que no conduce a nada bueno. Numerosos individuos se sienten desorientados, sin propósitos, objetivos, metas ni proyectos en sus existencias. Es lo que se puede denominar narcisismo hiperconsumista. Es el resultado del individualismo desenfrenado y la pérdida de valores éticos. La soledad y el aislamiento son problemas crecientes, pero también son posibles nuevas formas de asociación y comunidad, desde el respeto a las diferencias individuales.
Pensar es absolutamente necesario y actualmente muchas personas no piensan o no saben pensar y viven en piloto automático y se dejan conducir por modas que no les benefician y arrastrar por estereotipos y no desarrollan una capacidad crítica, que es necesaria en la sociedad de la mentira y de la aceleración, que no deja espacio para la reflexión y la serenidad, si se sostienen actitudes pasivas y conformistas. Además, de poco sirve pensar, si no se actúa y no se toman decisiones. El pensamiento está en la base de todas las acciones humanas. Los animales irracionales no piensan, ya que siguen sus instintos, pero en las personas esto no es suficiente. Hace falta también una humanización de la propia vida, porque una vida sin examen o análisis no merece la pena, si queremos desarrollar al máximo nuestras potencialidades. Realmente, las posibilidades humanas son infinitas, al menos, mentalmente, porque en la subjetividad consciente somos libres para ejercer una capacidad de acción, que se abre a todo. De hecho, la acción es la materialización de los pensamientos. En toda decisión y en todas las cosas que se hacen el pensar es esencial. Cada acción y decisión es la manifestación de nuestros pensamientos. En realidad, hay tiempo para pensar en la vida actual, ya que la aceleración de la vida cotidiana no es excusa para dejar de reflexionar. En el libro el Elogio de la lentitud de Carl Honoré se analiza el culto a la velocidad, que es inadecuado, porque produce estrés y ansiedad En cambio, la lentitud es una especie de superpoder que da forma a una vida más feliz e intensa, que es lo adecuado para cualquier ser humano.
Reflexionar sobre nuestras acciones es crucial, para aprender de los errores y enfocar cada vez mejor la vida y lograr éxitos y resultados. De esta forma, ajustamos mejor nuestras acciones y estrategias, tanto para el presente como para el futuro.
La consideración de las implicaciones de las decisiones que se toman y también de las consecuencias probables o posibles de las mismas son decisivas, para el logro de lo que deseamos en la vida. Además, supone que cada sujeto ha seguido un curso de acción basado en un pensamiento profundo, desde planteamientos deliberados y con una actitud decidida, que supera los obstáculos con perseverancia y tenacidad.
Tomar decisiones bien informadas es lo más apropiado, pero nunca se puede disponer de información perfecta y completa, siempre existe un margen de incertidumbre. Ante esto, también es coherente hacer uso de una intuición bien dirigida y también de la capacidad de adaptación para responder a situaciones imprevistas, con el ejercicio de la improvisación y una actitud responsable.
Con la creatividad se pueden afrontar nuevos problemas y se ven nuevas oportunidades, que se pueden aprovechar. Ciertamente, la imaginación es una de las claves para mejorar y vivir de mejor forma, buscando nuevas soluciones a las situaciones problemáticas. Indudablemente, ser creativo es lo deseable para experimentar y tomar riesgos calculados a través de las acciones realizadas, progresando y luchando de manera más efectiva, para hacer realidad nuestros sueños y propósitos y dando mayor sentido o significado a todo lo que vivimos y hacemos.
Incuestionablemente, un pensamiento sin acción es una ilusión sin realización material o empírica. Pensar también sirve para dar dirección a la vida. Es preciso y necesario actuar con valentía, ya que sin un cierto nivel de audacia y ambición no se consiguen muchas cosas en la existencia.
Las acciones y los hechos dicen mucho de las personas. De poco sirve lo que se diga y proyecte, si no se materializa. En este sentido, los actos revelan lo que somos, ya que los seres humanos accionamos y no solo hablamos. En una sociedad en la que lamentablemente, cada vez se lee menos, de forma general, y en la que una considerable parte de la población desprecia la cultura y el conocimiento y solo valora la diversión, parece necesario decir que el saber es fundamental y no es algo accesorio. Las ciencias humanas o sociales son necesarias también como fuerza civilizatoria.
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