Cuando somos jóvenes tenemos una vida acorde a la edad con la que, en ese momento, contamos. No tenemos responsabilidades, de forma general, y nos encontramos en un estado ideal donde salir, conocer gente o disfrutar es la prioridad. Podemos quedar con los amigos, hacer planes improvisados y hacer cambios de última hora, incluso, en ciertos momentos, existen épocas de descontrol pero nadie depende de nosotros y no tenemos esas preocupaciones que la edad adulta nos traerá más tarde.
Vamos creciendo y muy posiblemente, encontraremos a alguien que nos acompañe en el camino del amor y se queden en el olvido aquellas personas que fueron tachones o aprendizajes. Haremos planes con cara al futuro y nos llevaremos también muchas decepciones, pero llegará un momento en el que podremos plantearnos el hecho de tener hijos, ya sea con alguien o en solitario. Llegará un momento en que podremos elegir si queremos tenerlos o no. Y es que tener hijos es una opción y no una obligación pero si una mujer toma la decisión de engendrar será después cuando los tenga de verdad, cuando se de cuenta de que su vida ha cambiado por completo. Que nada es igual aunque muchas personas se empeñen en adaptar a los niños a la vida adulta y no, los adultos a los planes infantiles.
Estamos en unos tiempos en los que todo vale para todo, en los que estamos acostumbrados a incorporar a los menores a viajes, excursiones, caminatas, bodas y celebraciones. Donde las madres pasan más tiempo en el trabajo que con sus hijos, en una sociedad en la que la conciliación, por más que se publicite, en el fondo es muy difícil de alcanzar y son pocas las que lo consiguen. Donde se necesita ayuda en determinadas ocasiones de aquellos que nos rodean.
Cuando se tienen hijos, las cosas no son como eran antes. Ya vives para y por alguien porque depende de ti. Ya las circunstancias han cambiado porque, ni por asomo, tienes la vitalidad, ni las ganas que tenías antes de salir, de charlar de temas que ahora te parecen superfluos, porque tus principios son diferentes. Ahora existe una responsabilidad que durará toda la vida. Ahora existe una persona que está por encima de todo y que ocupará todos los momentos vitales. Ahora, algo habrá cambiado porque el ser madre se va aprendiendo. Antes podías tener todo bajo control pero ahora, no. Cada mes, semana o día será diferente. Ahora tus estados de ánimo podrán fluctuar enormemente y dependerás de otra persona para poder hacer vida social porque tendrás a tu hijo que te reclamará constantemente. Se tratará de una sensación que tu entorno más cercano no entenderá si no se encuentran en estados similares. Ahora las preocupaciones serán otras, irán enfocadas a temas de salud, de vacunas, de consejos y sobre todo, de planes pero siempre infantiles. Existirán amigos que aceptarán perfectamente esa nueva situación pero otros, que pueden perderse por el camino, porque los niños a veces, cansan. Porque tu vida con hijos ha cambiado y nada tiene que ver con la persona que antes eras. Podrás echar de menos tu vida anterior por la libertad con la que contabas pero sabrás que el amor que sientes por un hijo, no lo hubieras entendido si no lo hubieras tenido. Porque es algo indescriptible que hasta que no lo vives, no lo puedes sentir.
Tener hijos te hace reflexionar, pensar en las cosas verdaderamente importantes de la vida. Tener hijos es una gran responsabilidad que no tiene marcha atrás. Tener hijos es una posibilidad que hay que sopesar de forma madura porque ya nada volverá a ser como antes. Tener hijos es entender que la vida cobrará otro sentido y será un sacrificio constante. Tener hijos es saber que perderás cosas por el camino pero los que de verdad, te quieren, seguirán estando. Tener hijos es ponerlo en primer lugar ante todos.
Ser madre es renunciar a una parte de ti, que por cuestiones de crianza, es necesario. Ya no contarás con tanto tiempo, pero podrás compaginarlo de otro modo. Es adaptarse a las situaciones y es saber que la vida es un cambio constante donde las decisiones que tomemos, ahora, influirán en otra persona y que cada paso que demos, será determinante para el desarrollo de nuestro hijo.
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