Sabe lo que son; se lo explicaron y, lo peor de todo, es que le da igual abrazarles, compartir mitin y retratarse con ellos para la posteridad. Parece que en la cruzada contra el socialismo y los 'colectivistas' todo vale, incluso darte abrazos de oso con lo mas granado del populismo nacionalista conservador de Occidente.
Milei estuvo muy sólo en sus inicios contra el 'zurderío' en radios, teles y redes; "Era yo contra 15 zurdos en cada debate de aquellos" dijo este fin de semana durante su visita a España para verse con empresarios y participar en el evento Viva 2024 de Vox. Así estuvo un par de lustros, escudo y bazuca en mano, dando él sólo, cual Quijote de la Pampa, la batalla cultural en la Argentina. Y así, desde la soledad, acompañado tan solo por unos pocos incondicionales, consiguió con pico y pala el éxito, a base de carisma con fuertes dosis de populismo y, sobre todo, gracias a los errores y al desastre provocado por sus adversarios y el brutal descontento -que bien ha sabido capitalizar- de una buena parte de los argentinos.
Lo paradójico es que ahora, conseguido el éxito y desde el poder, es cuando busca aliados; es duro ser el primer presidente libertario de la historia mundial y no tener a nadie con tu ideología en todo el planeta. Así es imposible librar batalla cultural alguna, y más aún si la quieres liderar internacionalmente ahora.
Abascal, Le Pen, Meloni, Trump y todos los demás que estaban físicamente o representados en el acto de Vox nada o muy poco tienen que ver ni con MIlei ni con el liberalismo. Ellos si tienen - con matices - mucho en común: aunque si defienden un cierto libre mercado en el interior de sus paises, son en diferente grado, proteccionistas, arancelarios, contrarios al libre comercio internacional; poco amigos de la inmigración y lo positivo que puede traer a unos países envejecidos y decadentes; partidarios del mercantilismo y de su primo hermano el cronycapitalism (el capitalismo de amiguetes que tanto criticó en Davos MIlei ); ponen la religión, la nación y la tradición por encima de las libertades individuales; con matices entre ellos, pero en general, ven al Estado grande, social y protector, algo irrenunciable e imprescindible.
Incluso uno de ellos, Abascal, dirige un partido que expulsó o arrinconó hace un año a los pocos liberales que quedaban y que, con su sindicato Solidaridad, promueve el nacionalsindicalismo, de inspiración falangista y anticapitalista.
¿Se puede saber que carajo pinta el anarcocapitalista de Milei con toda esta tropa de antiliberales? ¿Cómo es posible que este fin de semana en Madrid ubicara dentro de los liberales a todos los de ese grupo, y que las diferencias con ellos las calificara de "matices"?
Nada une más ni genera más socios que tener un enemigo común; el problema está en que tras la batalla, aniquilado ya tu enemigo, al despertarte, tengas la cama repleta de monstruos, alguna cabeza de caballo ensangrentada y hasta un oso ibérico que no para de abrazarte.
|