Hay una nueva especie en la fauna política mundial, una especie que ha cambiado los discursos sobrios y las promesas sensatas por el griterio y el show barato. ¿Qué ha pasado con aquellos tiempos en que los políticos al menos intentaban parecer serios? Ahora, parece que el principal criterio para ser electo es la capacidad de provocar titulares y no hacer políticas.
Así que bienvenidos al gran circo de la política contemporánea, donde los payasos no están en la pista, sino en un estrado.
Hoy en día, si quieres destacar en política, olvídate de las propuestas serias y bien estructuradas. Lo que necesitas es un buen meme. Claro, la complejidad de los problemas modernos requiere análisis profundo y soluciones integrales, pero, ¿quién tiene tiempo para eso cuando puedes lanzar una mentira descarada y ver cómo el país se incendia en debates sin sentido? Total, ¿a quién le importa la verdad cuando la mentira es más divertida y obtiene más likes?
La verdad como casualidad:
Los hechos y la verdad son detalles secundarios en este nuevo panorama. Para algunos cargos electos, la verdad es algo que solo ocurre por accidente, como un mal chiste contado en un mal momento.
Un día dicen blanco, al día siguiente negro, y luego se las arreglan para culpar a los medios de comunicación por tergiversar sus palabras. Si la realidad no se ajusta a su narrativa, simplemente la ignoran y siguen adelante, tan campantes.
Provocadores profesionales:
Estos personajes han perfeccionado el arte de la provocación. Han convertido la política en un reality show donde lo importante no es el contenido, sino el espectáculo. Sus declaraciones son bombas de humo diseñadas para distraer a la audiencia de su total incompetencia.
¿Problemas económicos? ¡Qué va! Mejor hablemos de la última barbaridad que ha dicho tal o cual político. Porque claro, es mucho más fácil provocar a la oposición que resolver los problemas de la gente.
La escudo risa:
Y aquí es donde entra el humor ácido. Porque, sinceramente, ¿qué otra cosa podemos hacer sino reírnos de semejante espectáculo? La sátira se convierte en nuestra única defensa ante la desfachatez de estos personajes.
Nos reímos porque es menos doloroso que llorar. Nos burlamos porque, de alguna manera, es nuestra manera de mantener la cordura en un mundo donde la política se ha convertido en un mal chiste.
El gran número final:
Así que, queridos lectores, acomódense en sus asientos y disfruten del espectáculo. El circo de la política está aquí para quedarse, y los payasos están decididos a seguir haciéndonos reír (o llorar) con sus ocurrencias. Quizás algún día, en un futuro lejano, recuperemos la seriedad y el decoro en la política. Hasta entonces, nos queda el consuelo de la sátira y el humor ácido para sobrellevar la incompetencia de quienes deberían estar liderando con responsabilidad y seriedad, y no con mentiras y provocaciones.
Porque al final del día, en este circo sin final, todos somos espectadores atrapados en el gran número de los payasos del poder. Y vaya espectáculo el que nos están dando.
Nuestra única herramienta no es otra que nuestro derecho y obligación del voto para acabar con este Circo y esos Payasos.
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