En junio de 1934, estalló una controversia debido a una ley aprobada en el Congreso norteamericano, y promulgada por Franklin Delano Roosevelt, que prohibía vender armas a Paraguay y Bolivia, que entonces combatían en lo que Daily Herald de Londres calificó como la más insensata guerra en la historia sudamericana.
La polémica derivó de la prohibición de vender armas norteamericanas a Paraguay y Bolivia, promulgada el 28 de mayo anterior.
Aún no había Transcurrido una semana, cuando el primer día de junio de 1934, el representante diplomático boliviano en Washington, Enrique Finot, decidió escribir al secretario de Estado Cordell Hull quejándose de la prohibición, alegando que violaba un tratado comercial entre Bolivia y Estados Unidos, firmado en La Paz el 13 de mayo de 1858.
En tanto Cordell Hull se tomaba tiempo para responder al boliviano, apareció en escena el senador Huey Long, acusando el 7 de junio en el Congreso al gobierno de Estados Unidos, al gobierno de Franklin Delano Roosevelt de tolerar un insulto a la bandera de Estados Unidos, invocando el fallo del presidente Rutherford Hayes que en 1878 había intervenido en la cuestión del Chaco con un fallo favorable al Paraguay.
El 13 de junio de 1934, Hull responde a Finot con cuidadosa amabilidad, informando que el tratado de 1858 se refería a importaciones y exportaciones, en tanto las prohibiciones el 28 de mayo se referían a municiones y armamentos a dos países en guerra.
Estados Unidos, alegaba el secretario de estado que contaba con aliados como Trujillo, Somoza o Batista, se estaba dedicando a la política del buen vecino.
Sería en el más alto grado inconsistente con esa política, que armas y municiones de guerra fabricadas en los Estados Unidos siguieran vendiéndose con el propósito de ayudar a la destrucción de las vidas de los ciudadanos de nuestras dos repúblicas hermanas de Bolivia y Paraguay, agregaba Cordell Hull.
La explicación de Hull no satisfizo a Finot, quien evidentemente tenía a quién recurrir para presionar al departamento de estado.
El Día 14 de junio, el embajador Boliviano hizo un llamado telefónico para presionar a Sumner Welles, y movilizar al asesor jurídico del departamento de estado Míster Hackworth.
Según el Departamento de Estado, el Primer Secretario de la Legación de Bolivia, Señor Lozada, se quejó vía telefónica porque un Fiscal de Distrito, mister Conboy, en Nueva York, impedía el envío de bienes ya pagados a Bolivia.
Presentó al departamento de estado ciertos cheques cancelados que demostraban que los suministros habían sido pagados total o parcialmente; que en algunos casos los bienes habían sido realmente fabricados y estaban listos para su entrega, mientras que en otros casos estaban en proceso de fabricación al momento de emitirse la Prohibición de enviar estas armas a Bolivia.
La protesta de Finot y Lozada finalmente sería escuchada, y el 27 de julio el secretario de estado norteamericano firmaría una excepción que permitiría enviar 1971 cajas de municiones a Bolivia, vía Arica.
El canciller paraguayo Justo Pastor Benítez hizo pública una protesta por esta excepción. Hull entonces apeló al chantaje, y pidió al embajador en Paraguay Meredith Nicholson, haga saber al gobierno de Paraguay que el Departamento de Estado norteamericano tenía pruebas de ayuda recibida por Paraguay por parte de Argentina y países europeos.
El mismo argumento esgrimió el representante de la empresa Curtiss Wright, proveedora de aviones de guerra a Bolivia, cuando fue indagado por los senadores David Clark y Gerald Nye sobre el mismo tema.
La guerra del Chaco finalmente cesó un año más tarde, luego de dejar cien mil cadáveres sembrados en el territorio disputado.
La explicación con cierta lógica de las causas de aquella guerra, nunca la dieron los responsables. Aunque hoy pueda deducirse de la montaña de comunicaciones particulares y diplomáticas que legaron.
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