Nuestro idioma es tan rico en todos los aspectos, que posee un refrán, o dicho apropiado, casi para todos los momentos de la vida humana. En este caso es el que encabeza este escrito, que se lo podemos aplicar muy bien, a este príncipe de la mentira y rey del engaño, más conocido como Pedro Sánchez. Realmente sería digno de lástima si no fuera por esa inconmensurable soberbia, egolatría y el sentimiento de creerse superior a los demás mortales.
Aún no se han apagado los ecos de las trapacerías del “caso de las mascarillas” de la presidenta del Congreso Francina Armengol, junto al de Koldo, del asunto de Tito Berni, en libertad con cargos, cuando, por arte de Birlibirlo que, aunque con fundamentos, parece ser que reales y ciertos, su esposa, la inefable Begoña Gómez, aparece enlodada hasta el cuello, por una buena cantidad de trapacerías que pueden que no solo la asfixien a ella, sino también al “machito del corral”. Sí, sí, el que jugaba al baloncesto.
El trágico embrollo que envuelve a Begoña, parece sacado de una novela de Kafka, pero no se trata de una trama novelesca, sino de una historia real y bien real.
Fue fichada por entidades académicas, sin tener ningún título que la avalase. En la Universiada, en cualquiera de sus Departamentos, para ser PNN, se ha de haber finalizado, como mínimo una Licenciatura y obtenido una nota tan relevante que haga merecedor del puesto al aspirante.
Sin poseer, como decimos, titulación alguna comenzó como codirectora de Máster. Pero no es el único cargo que ostento en la Universidad; fue también incluida en un Claustro de expertos, Codirectora del Máster: Transformación social competitiva. Ejerció como catedrática o sea, la categoría más alta en enseñanza media o universitaria (RAE), sin poseer título alguno que la capacitase para ello.
A su paso por esta Universidad, Begoña, otorgaba el visto bueno a los Másteres que en ella se realizasen.
Fue Directora del África Center, ¿con qué méritos? ¿qué aval la respaldaba? El de su esposo, bien, con eso es suficiente.
Llevó a cabo una alianza con APD MAROC, en el que se integran los grandes ejecutivos marroquíes, a las órdenes del rey de Marruecos (¿tendrá que ver algo con esto el asunto Pegasus y por ello Mohamed V lo tienen bien cogido, por salva sea la parte?).
Continuar con todos los tejes y manejes de esta “ilustre” señora podría llenar varios folios, cosa que no es mi propósito, pero sí lo es que este embrollo y sus ramificaciones, le ha explotado en lacara al inenarrable Pedro, que solo se limita a decir que todo ello está producido por la “fachosfera” (¡vaya palabro!) y la máquina del fango.
Pero Pedro, su esposa, su hermano y toda la patulea socialista no están enfangados, están metidos en el cieno hasta las orejas, y el cieno es el barro con detritus orgánicos que, al pudrirse, producen un olor muy desagradable, con un aspecto repugnante.
Ahora, sin duda, Begoña está más en entredicho que nunca después de sus relaciones con algunos de los nombres que aparecen en el sumario del caso Koldo.
El padre de esta “insigne” mujer regentaba saunas para homosexuales, cuya contabilidad la llevaba Begoña, (algo cobraría por ello, digo yo, por lo tanto sería participe en un asunto tan mefítico).
Por si fuera poco, para este rigor de las desdichas, llamado Pedro, de pronto aparece, como conejo sacado de chistera, el asunto de su hermano. ¡Buena prenda!
El Juzgado número 3 de Badajoz ha iniciado diligencias por los presuntos delitos de malversación, prevaricación y tráfico de influencias, así como de supuestas infracciones contra la Administración y la Hacienda Pública.
Ha fijado su domicilio en una localidad de Badajoz, por el que no aparece siquiera, para tributar en este país, en el que los impuestos son más bajos que en España.
En verdad Pedro Sánchez no tiene la culpa de lo que haga su hermano, pero ¿podría este actuar así, si no fuese hermano del presidente del Gobierno de España?
Respecto al caso Begoña será tan responsable como ella, cuando el juez concluya las actuaciones y el caso se sentencie, pues un refrán muy nuestro dice: “Dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición”.
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