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Tradición, ¿es espectáculo?

Los protocolos tienen que irse renovando para mantener viva la sensualidad de los feligreses porque si no se aburren
Octavi Pereña
lunes, 24 de junio de 2024, 10:08 h (CET)

La tradición convierte a la religión en un espectáculo porque afecta a la sensualidad y no al corazón.


El acto religioso convocado para celebrar Corpus “en la Catedral de Lleida como fiesta excepcional, tuvo la solemnidad adecuada, si bien a criterio de muchos feligreses pecó (palabra inadecuada, al tratarse de donde se trata), de demasiado largo”. Este texto lo he extraído del artículo “Liturgia y protocolo” de Jaume Climent (La Mañana, 4/06/2024).


La fiesta de Corpus no es de origen apostólico. Se constituyó en el año 1264 siendo papa Urbano IV y, definitivamente proclamada  en el año 1316 siendo papa Juan XXII. La celebración no está amparada por el canon de las Sagradas Escrituras cristianas. Forma parte de la Tradición católica. Por lo cual se tienen que tener los ojos bien abiertos porque no siempre Tradición equivale a Verdad.

A partir de la desaparición de los apóstoles y debido al debilitamiento de la autoridad de los pastores y del abandono de la Biblia como garantía de la sana doctrina que se impartía.  Debido a los lobos cubiertos con pieles de ovejas que se infiltraban en las iglesias, las falsas doctrinas convertidas en fábulas iban suplantando la verdad bíblica, convirtiéndose en la Tradición que tanta importancia se le da en la Iglesia Católica. En este sentido es necesario recordar las palabras del profeta Isaías: “Dice pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a Mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí, y su temor de Mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (29: 13). Jesús aprueba las palabras del profeta cuando refiriéndose a la tradición judaica dice a sus enemigos los sacerdotes y fariseos. “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7: 9). El creyente católico si desea ser fiel consigo mismo tendría que preguntarse: Lo que creo y practico, ¿se ajusta a la Palabra de Dios o a la tradición de los hombres? Que el Señor le ilumine pues de la respuesta que dé depende su salvación o condenación eterna.


Corpus tiene que ver con la doctrina de la transubstanciación que enseña que la harina que es el componente básico de la hostia, ésta al ser consagrada por el sacerdote, sin perder su textura material, se convierte en el verdadero cuerpo de Jesús. Jesús afirma de sí mismo: “Yo soy el pan de vida, el que a mí viene nunca  tendrá hambre, y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6: 35). Jesús no dice a sus oyentes que ingieran un pedacito de pan que le representa. Afirma. Creed en Mí, es decir tened fe en Mí como Salvador. Jesús aporta más información al decir: “El Espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (v. 63). Cuando Jesús dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero2 (v. 54), lo dice en sentido figurado, no literal. Se come la carne de Jesús y se bebe su sangre por la fe, no por la boca.


Cuando los sabios doctores que tiene la Iglesia Católica, como prestidigitadores sacaron la doctrina de la transubstanciación, tuvieron que legalizarla. Ello se hizo en el Concilio Lateranense celebrado en el año 1215. Esta doctrina que es herejía no se conforma con quedarse sola, le acompaña el pecado de idolatría. Ante la hostia consagrada por ser lo que se dice representa, los fieles tienen que doblar la rodilla ante ella en señal de reverencia. A esto se le llama idolatría. Por cierto, totalmente prohibido por Dios. Así lo exige la Ley divina: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que le aborrecen” (Éxodo 20: 4, 5).


No solo en las procesiones, también en la iglesia ante el Sagrario en donde se supone que Jesús está presente, los fieles católicos tienen que hacer la obligada reverencia. La Iglesia Católica que desea que Jesús esté en cuerpo presente en las  procesiones y en las iglesias, tendría que recordar las palabras del apóstol Pablo que por conservarse grabadas en la Biblia y que por ser Palabra de Dios prevalecen sobre cualquier otra autoridad: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1Corintios 3: 16). El mismo apóstol concretando más, escribe: “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones” (Efesios 3: 17).


El autor del escrito “Liturgia y protocolo” lo cierra con el temor de que Corpus “no se convierta involuntariamente en un espectáculo folclórico más, como si de un desfile se tratase”. Su temor se ha convertido ya en realidad. La Tradición se ha convertido en espectáculo que tiene que irse renovando para mantener viva la sensualidad de los feligreses porque si no se aburren.

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