De sobra sabemos, que este plagiador nefasto (y muchas más cosas, como él dijo a Feijóo) no es un gobernante decente. Son tantas y frecuentes sus fechorías políticas que lo que se llama sorprendernos, no nos sorprende, pero ¡nos fastidia sobremanera! Solo hay que comparar lo que decía a los militantes de su partido horas antes de unas elecciones y lo que, pocas horas después de perderlas, ha tenido que hacer para formar un “gobierno Frankenstein” de marcada tendencia proetarra, separatista y comunista, ante cuyos socios se cisca en su palabra sin el menor decoro.
Ahora nos encontramos ante la encrucijada de la financiación autonómica y ya va pregonando por ahí (por la presión de sus socios catalanes) que a Cataluña hay que tratarla de una manera singular. Y lo dice con toda naturalidad, como si fuera una solución justa e indiscutible.
Pero una vez más se equivoca deliberadamente y no le importa un pimiento, porque lo que él llama singular es pura injusticia que choca arteramente con el mandato de la Constitución de 1978.
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