Silencio (en inglés Silence) es una película estadounidense de drama histórico filmada en el año de 2016, y dirigida por Martin Scorsese y escrita por Jay Cocks y Scorsese, basada en la novela homónima de 1966 escrita por Shūsaku Endō. Ubicada en Nagasaki, Japón, la película fue filmada completamente en Taiwán en torno a Taipéi. El reparto incluye a Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Tadanobu Asano y Ciarán Hinds. La trama sigue a dos sacerdotes jesuitas del siglo XVII que viajan de Portugal al Japón de Edo para localizar a su mentor desaparecido y difundir el cristianismo católico. La historia se establece en el tiempo cuando era común para los cristianos esconderse de la persecución después de la represión de los católicos japoneses durante la Rebelión Shimabara (1637-1638) contra el shogunato Tokugawa.
Argumento
Dos sacerdotes jesuitas portugueses se enfrentan a una persecución violenta cuando viajan al Japón de 1640, para buscar a su mentor y difundir las enseñanzas del cristianismo.
La película comienza con un prólogo del joven sacerdote jesuita portugués Cristóvão Ferreira, testigo de la tortura mortal de los conversos japoneses que ha estado tratando de llevar a la fe cristiana. El sacerdote parece estar indefenso para ayudar a los conversos ante la presencia de las autoridades japonesas, que llevan a cabo diferentes tipos de torturas y ejecuciones sobre ellos.
Unos años más tarde, en el Colégio de São Paulo, Macao, un sacerdote jesuita italiano, Alessandro Valignano, recibe noticias de que Ferreira renunció a su fe en Japón después de ser torturado. Con incredulidad, los alumnos portugueses de Ferreira, los sacerdotes jesuitas Sebastião Rodrigues y Francisco Garupe, parten a buscarlo. Kichijiro, un pescador alcohólico que huyó de Japón para salvarse, acepta guiarlos.
Al llegar a Japón, en el pueblo de Tomogi, los sacerdotes se sienten consternados al encontrar a las poblaciones cristianas locales viviendo escondidos. Ambos sacerdotes se sorprenden cuando un samurai que busca a cristianos sospechosos, a quienes los aldeanos llaman el "Inquisidor", ata a algunos de los aldeanos a cruces de madera en la orilla del océano, donde la marea finalmente los ahoga. Luego, los cuerpos son incinerados en una pira funeraria que, según los sacerdotes, se hace para evitar un entierro cristiano. Garupe se va a la isla de Hirado, creyendo que su presencia obliga al shogunato a aterrorizar a la aldea. Rodrigues va a la isla de Gotō, el último lugar donde vivió Ferreira, y la encuentra destruida. Deambulando por Gotō, lucha por esclarecer si es egocéntrico negarse a renunciar a su religión cuando hacerlo terminará con el sufrimiento de los demás. Eventualmente se reúne con Kichijiro, quien lo traiciona a manos del samurai. Un viejo samurai, que antes había acompañado al "Inquisidor", Tomogi, le dice a Rodrigues que otros cristianos capturados sufrirán a menos que renuncie a su fe.
Rodrigues es llevado a Nagasaki, donde es encarcelado con muchos conversos japoneses. En un tribunal, se le dice que la doctrina católica es un anatema para Japón. Rodrigues exige ver al gobernador Inoue Masashige, cuando se entera, para su consternación, de que es el anciano sentado ante él a cargo del procedimiento. Rodrigues es devuelto a la prisión, y Kichijiro pronto llega para ser encarcelado también. Le explica a Rodrigues que los funcionarios de la corte lo amenazaron para que traicionara a Rodrigues. Kichijiro luego dice que es un cristiano y le pide que lo absuelva de su traición a través de una confesión, que Rodrigues le concede a regañadientes. Más tarde es liberado después de que le pidan que pise un fumie (un crucifijo crudamente tallado), un acto que simboliza el rechazo de la fe. Más tarde, Rodrigues es puesto bajo vigilancia en la costa para esperar a alguien. En la distancia, él es testigo de un Garupe demacrado y otros tres prisioneros que se acercan a la costa bajo una guardia separada. Aún en la distancia, los otros tres prisioneros son llevados a alta mar en un pequeño bote y están a punto de ahogarse uno por uno, como un intento de que Garupe renuncie a su fe. Rodrigues es refrenado por guardias en la orilla mientras observa a un Garupe negarse a apostatar. Garupe desesperado intenta salvar a los prisioneros de ahogarse nadando hacia los otros tres prisioneros. Cuando llega con el último muere en el intento de salvarlos frente a un impotente Rodrigues destrozado sin poder hacer nada más que ver la crueldad que significa la estancia de un cristiano en Japón.
Después de algún tiempo, Rodrigues finalmente es llevado a conocer a un Ferreira mayor ahora con el nombre de Sawano Chūan, Ferreira le dice que apostató mientras era torturado, y afirma que después de 15 años en el país y un año en el templo, cree que el cristianismo es inútil en Japón. Rodrigues lo repudia diciendo que cómo se atrevió a cometer tal acto, enfadado y enojado le pide que no hable más con él, pero Ferreira no se detiene. Esa noche en la celda de su prisión, Rodrigues escucha a cinco cristianos torturados. Ferreira le dice que ya han apostatado. En su apostasía, los japoneses renuncian a su fe pero no serán liberados a menos que Rodrigues apostate. Mientras Rodrigues mira un fumie, escucha una voz interior de Cristo que le da permiso para pisarlo puesto que comprende su dolor diciéndole que siempre estará con él, Rodrigues finalmente lo hace llorando por haber realizado el acto más doloroso de amor hacia los demás.
Algún tiempo después se puede ver a Rodrigues practicando junto a Ferreira las costumbres de Japón. Años más tarde, después de la muerte de Ferreira, Kichijiro le pide a Rodrigues que lo vuelva a absolver, pero Rodrigues se niega y dice que ya no es un sacerdote. Más tarde, Kichijiro se ve atrapado con una bolsa que dice haber ganado mientras jugaba con un amuleto religioso que, según él, considera suyo. Se lo llevan y nunca se vuelve a saber de él. Muchos años después, Rodrigues muere. Es colocado en un gran ataúd de madera redondo, y su cuerpo es incinerado. En su mano se ve el diminuto crucifijo de fabricación tosca que le entregaron cuando llegó por primera vez a Japón demostrando que murió siendo un cristiano hasta el último día de su vida.
CONSIDERACIONES FINALES:
Silencio ilustrado, silencio humilde. Vivencias paralelas del espíritu humano.
Silencio es una cinta reveladora que nos narra y nos da cuenta de los fallidos procesos de evangelización de los cristianos Europeos y Portugueses en Japón llevados a cabo entre el siglo 16 y 17, desencadenados en la persecución y represión de las católicos que eclipsadas por Nativos influídos por sus Jefes Samuraís y por el Inquisidor se resisten aceptar una fé que les es ajena e inútil: solo la muerte y/o la expulsión, ya que su cultura y religión milenaria es Budista y hasta Brahmánica, por lo que obligan a los correligionarios, creyentes y seguidores del incipiente cristianismo a renunciar y renegar del mismo convirtiendo a los Sacerdotes cristianos en renegados y apóstatas por la fuerza y por mediación del cautiverio y métodos bárbaros y crueles como el de colocarlos de cabeza y amarrados hasta que abjuren y se retraten de su fé y de sus creencias cristianas, de lo contrario tendrán que sacrificar su propia vida, es por ello que la misión evangelizadora de los predicadores cristianos se tornó peligrosa y tormentosa, la intolerancia religiosa y sus tabúes ancestrales se vuelven contra ellos mismos que son la personificación misma de la colonización, sometimiento de los grupos tribales, ya no es la versión romántica en la Película la MISIÓN filmada en las cataratas de Iguazú, Paraguay en las que la evangelización del bajo y mediano clero tenía solo propósitos pedagógicos y hasta humanistas de redención terrenal en contraste con el alto clero que había ordenado el exterminio brutal de los guaraníes por así convenir a los propósitos colonizadores de los Imperios en expansión, en contraste la cinta SILENCIO, los pastores Jesuítas de origen Europeo que buscaban llevar la fe y la verdad del cristianismo al Japón y sus Islas se convirtieron en las víctimas y mártires propiciatorias de los autócratas orientales y asiáticos que veían en otra cultura y en otra religión una verdadera amenaza para sus intereses y sobre todo su Status Quo. Todo ello anclado en el Medievo y el aislacionismo religioso muy alejado geográficamente y culturalmente de la tolerancia y la paz que proporcionarían las visiones interculturales y multiculturales que se generarían en el Renacimiento Europeo: las revoluciones científicas, sociales y culturales que pusieron fin a los dogmas e inquisiciones y que abrieron la puerta a la libertad creadora, traducida a la libertad de culto, de expresión, de prensa y de consciencia.
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