Personal de Acción contra el Hambre en el campo de personas desplazadas de Darsalam, Ménaka, trabaja con menores y madres para combatir la desnutrición © Acción contra el Hambre

“No vemos unos datos tan graves de prevalencia de desnutrición aguda en niños y niñas desde que se declaró hambruna en Somalia en 2011”, afirma la responsable de Operaciones en África de Acción contra el Hambre, Paloma Martín de Miguel.

La última encuesta de seguimiento y evaluación de desnutrición (SMART, por sus siglas en inglés) revela datos alarmantes: la prevalencia de desnutrición infantil en Malí supera con creces los umbrales críticos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En campos de personas desplazadas por el conflicto en Gao, al noreste del país, la prevalencia de desnutrición aguda moderada en menores de 6 a 59 meses es del 30,1%, el doble del porcentaje que establece la OMS como grave. Aún más alarmantes son las tasas de desnutrición aguda severa en todo el país, que pasaron del 4,2% el año pasado al 11% en la actualidad (Rapid SMART junio 2024), el nivel más alto en una década. Los datos de Naciones Unidas estimaban que, de junio de 2023 a mayo de 2024, casi un millón y medio de niños y niñas padecerían desnutrición aguda a nivel nacional entre junio de 2023 y mayo de 2024.

Los conflictos que vienen desarrollándose en Malí desde 2012 han desatado una cadena de crisis alimentarias y nutricionales con consecuencias devastadoras para la población, forzando a las personas a huir de las áreas afectadas, dejando atrás sus hogares y todos sus recursos sin que puedan cubrir sus necesidades más básicas.

La inseguridad alimentaria, la falta de acceso a servicios de salud, la pobreza y los desplazamientos forzados, así como la falta de conocimiento sobre prácticas nutricionales adecuadas, sumadas a los conflictos, contribuyen a la persistencia de los altos niveles de desnutrición. Esto se agrava aún más debido a la temporada de escasez, el período entre la siembra y la cosecha de los cultivos, cuando las reservas de alimentos están en su punto más bajo, lo que es especialmente duro para los hogares vulnerables que, sin ayuda, no tienen medios para garantizar su abastecimiento alimentario.

“La emergencia nutricional en Malí es un problema complejo y multifacético que requiere una acción concertada de la comunidad internacional”, apela el director de Acción contra el Hambre en Malí, Mamadou Diop. “Esta crisis requiere de una respuesta integral que aborde tanto las necesidades inmediatas como las estructurales, lo que incluye la mejora de la seguridad alimentaria, el fortalecimiento de los sistemas de salud, el acceso al agua y la promoción de prácticas de higiene y nutrición”, añade.

Acción contra el Hambre, presente en Malí desde 1996, está respondiendo a esta crisis con un enfoque multisectorial. En Darsalam, campo de personas desplazadas internas por el conflicto en Ménaka, viven más de 4 000 personas que han huido de los combates en la región. En este campo, los equipos de Acción contra el Hambre están examinando y tratando la desnutrición aguda moderada y grave en niños y niñas de entre 6 y 59 meses y mujeres embarazadas y lactantes mediante un enfoque basado en la comunidad combinado con clínicas móviles, al tiempo que proporcionan ayuda alimentaria a los hogares vulnerables. También hay planes para rehabilitar y construir infraestructuras de agua, higiene y saneamiento en los campos, apoyando también con la distribución de kits de higiene y medios de subsistencia para los hogares.

Ante esta situación de emergencia, Acción contra el Hambre y otras más de 40 ONG reclaman una actuación inmediata para evitar un aumento de las tasas de desnutrición en las zonas más afectadas, así como una movilización urgente de fondos para cubrir las necesidades nutricionales urgentes de 517 695 personas en zonas de alta prioridad durante la estación de escasez.