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Somos aprendices..., para continuar aprendiendo

Nudo de señales

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La vida es un manantial incesante de novedades, no cabe imaginar su detención. Desde la espontaneidad de un solo sujeto a la amplitud del entorno, el flujo de las nuevas impresiones es muy caudaloso; la vorágine de ese movimiento se convierte en elemento esencial. Junto al peso de la enorme carga del misterio subyacente, perfilan las características de la existencia. Dichas evidencias nos provocan el ASOMBRO, cuando observamos las reiteradas tendencias a la fijación de las nociones, actitudes y comportamientos. Convertir la aventura en una costumbre acomodaticia no parece lo más apropiado; atrae los riesgos de las fijaciones interesadas desde los diversos sectores manipuladores.


La realidad se agita con múltiples vibraciones reflejadas de mil maneras, dejando huellas, oscilaciones deslumbrantes y recios impactos, en un muestrario inabarcable. Se establece una visión unitaria universal como ente global, compatible con el perfil desestructurado de las manifestaciones. Pero, ¡hete aquí!, que proliferan los INTERPRETANTES, para describir y relacionarse a su manera con los fenómenos. Inician un proceso de captación desde múltiples perspectivas, cuyo asiento configura los núcleos particulares de cada persona. Su proliferación incrementa la complejidad del conjunto, se convierten en centros emisores de nuevos estímulos, en un torbellino abrumador de captaciones y reacciones en cadena de alcance imprevisible.


Necesitamos una buena traducción de toda esa compleja trama, para el funcionamiento cotidiano en las circunstancias particulares de cada cual. Las valoraciones aisladas se establecen en una red de ligazones con trazados teóricos, que pueden resultar alejados del individuo concreto. Este, en su modesta realidad, se ve en la necesidad de actuar en los ámbitos próximos. Esa PRAGMÁTICA impone sus condiciones primarias, y para su ejercicio recurrirá a cuanto pueda ayudarle. Sean las mencionadas valoraciones conceptuales o las cualidades de su mente, aplicadas a los retos del momento. Se perciben datos y señales no incluidos en la carga teórica; por lo tanto, se exigen otras adaptaciones.


En cualquiera de las situaciones en que nos encontremos, sin ningún tipo de duda, nos interfieren de alguna manera los magníficos avances tecnológicos; no digamos, los modernos procesamientos de datos con los sofisticados algoritmos. Las configuraciones matemáticas y cibernéticas son apabullantes; sus adelantos marcan una época. Aunque la INTELIGENCIA de la persona es otra cosa; desde su complejidad, se verá enfrentada a la tecnología; pero, sobre todo, a quienes dirijan y manipulen los instrumentos. Puesta a prueba la capacidad adaptativa de las personas, quedamos a la expectativa de sus maneras de reaccionar ante tantas novedades. Siempre expuestos a las maniobras de los empoderados y sus intenciones.


Una persona concreta nunca capta del todo esas redes ajenas, se ve obligada a replantear la situación, para establecer su propia base de operaciones si no quiere desaparecer. Registra su propia red de conexiones ceñida a los estímulos accesibles, sean los captados desde esa avalancha foránea o se trate de los impulsos y razonamientos surgidos de su interior, también enérgicos y numerosos. Es evidente que nunca logrará una determinación absoluta del amplio panorama, más bien lo avizora. Consigue así un mínimo asiento con la forja de una ESTRUCTURA particular, aunque sea pasajera, para afrontar la tremolina ambiental de cambios, enigmas, carencias y tribulaciones. Será el núcleo de la nueva entidad personal en activo.


Si algo queda patente en esta movida existencial, es la enorme amplitud de las áreas afectadas. Brotan indicios y señales desde múltiples horizontes y chisporrotean sin fin las conexiones de todo tipo. Ya cuesta hablar incluso de procesos, en realidad los cursos lineales se encuentran interrumpidos por numerosos obstáculos. Las contingencias cobran protagonismo, nos deparan un SURTIDOR emitiendo un muestrario variadísimo. No queda otra, a la hora de situarnos y asumir el ámbito globalizado, escasean las opciones; recurrimos a la citada configuración de la estructura personal con todas sus peculiaridades esporádicas. Es comprensión personal nos permitirá tomar parte en dicha algarabía con cierta dignidad.


Ya puestos en la tesitura de un actuante, sale a relucir la tonalidad del talante creador del nuevo agente, con él aparece otro potente surtidor de mensajes, con toda su energía vital. Se ha convertido en un elemento DIFUSOR de señales y signos. Aunque al sumarse a todo el conjunto tienden a diluirse, son capaces de crear un área de influencia en la cercanía y posibles proyecciones, de carácter inacabado por su inestabilidad constitutiva, pero de patente presencia real. De ahí, sus repercusiones y responsabilidades. Las señales se entrecruzan en todas direcciones y el individuo introduce sus propias emisiones, tratando de forjar su área personal, que nadie está en condiciones de suplantar.


Como suele decirse, estamos ante una labor de ensayo permanente, inestable en lo referente a las bases, con la ristra de carencias que llevamos a cuestas y sin poder controlar el rumbo con unas mínimas garantías. Las renuncias no pasan de ser elementos destructivos. Es el ímpetu vital el que nos confiere la energía para presentar batalla a pesar de todas las inconveniencias, siempre con posibilidades de mejorar en la escuela de la vida, como:


Aprendiz de actor


Teatrillo, teatrillo, frondoso

Atravesado de hilos y tramoyas,

Con muchos títeres como personas;

Pero, sobre todo, agente ruidoso.


Algún sujeto ronda perezoso

Servido por nuevas computadoras,

Ocupado entre tantas sugerencias;

En un aturdimiento peligroso.


Las velocidades son engañosas,

Corro raudo por bien o para mal,

Y recurro a las faenas mañosas;


Porque aunque resultan artificiosas,

Son el fiel instrumento elemental

Para mis aportaciones jugosas.


Vago e infinito trasiego en el cual estamos inmersos. Para deletrearlo hemos de aterrizar con un acercamiento tenaz hacia los trazos dejados por las diversas actuaciones. La influencia de cuanto aprendamos y de cuantas manifestaciones desarrollemos, se cuece en unas aportaciones TRASCENDENTES, de cara a la asimilación del pasado y como directriz orientada al futuro con los dibujos soñados.

Nudo de señales

Somos aprendices..., para continuar aprendiendo
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 6 de septiembre de 2024, 09:55 h (CET)

La vida es un manantial incesante de novedades, no cabe imaginar su detención. Desde la espontaneidad de un solo sujeto a la amplitud del entorno, el flujo de las nuevas impresiones es muy caudaloso; la vorágine de ese movimiento se convierte en elemento esencial. Junto al peso de la enorme carga del misterio subyacente, perfilan las características de la existencia. Dichas evidencias nos provocan el ASOMBRO, cuando observamos las reiteradas tendencias a la fijación de las nociones, actitudes y comportamientos. Convertir la aventura en una costumbre acomodaticia no parece lo más apropiado; atrae los riesgos de las fijaciones interesadas desde los diversos sectores manipuladores.


La realidad se agita con múltiples vibraciones reflejadas de mil maneras, dejando huellas, oscilaciones deslumbrantes y recios impactos, en un muestrario inabarcable. Se establece una visión unitaria universal como ente global, compatible con el perfil desestructurado de las manifestaciones. Pero, ¡hete aquí!, que proliferan los INTERPRETANTES, para describir y relacionarse a su manera con los fenómenos. Inician un proceso de captación desde múltiples perspectivas, cuyo asiento configura los núcleos particulares de cada persona. Su proliferación incrementa la complejidad del conjunto, se convierten en centros emisores de nuevos estímulos, en un torbellino abrumador de captaciones y reacciones en cadena de alcance imprevisible.


Necesitamos una buena traducción de toda esa compleja trama, para el funcionamiento cotidiano en las circunstancias particulares de cada cual. Las valoraciones aisladas se establecen en una red de ligazones con trazados teóricos, que pueden resultar alejados del individuo concreto. Este, en su modesta realidad, se ve en la necesidad de actuar en los ámbitos próximos. Esa PRAGMÁTICA impone sus condiciones primarias, y para su ejercicio recurrirá a cuanto pueda ayudarle. Sean las mencionadas valoraciones conceptuales o las cualidades de su mente, aplicadas a los retos del momento. Se perciben datos y señales no incluidos en la carga teórica; por lo tanto, se exigen otras adaptaciones.


En cualquiera de las situaciones en que nos encontremos, sin ningún tipo de duda, nos interfieren de alguna manera los magníficos avances tecnológicos; no digamos, los modernos procesamientos de datos con los sofisticados algoritmos. Las configuraciones matemáticas y cibernéticas son apabullantes; sus adelantos marcan una época. Aunque la INTELIGENCIA de la persona es otra cosa; desde su complejidad, se verá enfrentada a la tecnología; pero, sobre todo, a quienes dirijan y manipulen los instrumentos. Puesta a prueba la capacidad adaptativa de las personas, quedamos a la expectativa de sus maneras de reaccionar ante tantas novedades. Siempre expuestos a las maniobras de los empoderados y sus intenciones.


Una persona concreta nunca capta del todo esas redes ajenas, se ve obligada a replantear la situación, para establecer su propia base de operaciones si no quiere desaparecer. Registra su propia red de conexiones ceñida a los estímulos accesibles, sean los captados desde esa avalancha foránea o se trate de los impulsos y razonamientos surgidos de su interior, también enérgicos y numerosos. Es evidente que nunca logrará una determinación absoluta del amplio panorama, más bien lo avizora. Consigue así un mínimo asiento con la forja de una ESTRUCTURA particular, aunque sea pasajera, para afrontar la tremolina ambiental de cambios, enigmas, carencias y tribulaciones. Será el núcleo de la nueva entidad personal en activo.


Si algo queda patente en esta movida existencial, es la enorme amplitud de las áreas afectadas. Brotan indicios y señales desde múltiples horizontes y chisporrotean sin fin las conexiones de todo tipo. Ya cuesta hablar incluso de procesos, en realidad los cursos lineales se encuentran interrumpidos por numerosos obstáculos. Las contingencias cobran protagonismo, nos deparan un SURTIDOR emitiendo un muestrario variadísimo. No queda otra, a la hora de situarnos y asumir el ámbito globalizado, escasean las opciones; recurrimos a la citada configuración de la estructura personal con todas sus peculiaridades esporádicas. Es comprensión personal nos permitirá tomar parte en dicha algarabía con cierta dignidad.


Ya puestos en la tesitura de un actuante, sale a relucir la tonalidad del talante creador del nuevo agente, con él aparece otro potente surtidor de mensajes, con toda su energía vital. Se ha convertido en un elemento DIFUSOR de señales y signos. Aunque al sumarse a todo el conjunto tienden a diluirse, son capaces de crear un área de influencia en la cercanía y posibles proyecciones, de carácter inacabado por su inestabilidad constitutiva, pero de patente presencia real. De ahí, sus repercusiones y responsabilidades. Las señales se entrecruzan en todas direcciones y el individuo introduce sus propias emisiones, tratando de forjar su área personal, que nadie está en condiciones de suplantar.


Como suele decirse, estamos ante una labor de ensayo permanente, inestable en lo referente a las bases, con la ristra de carencias que llevamos a cuestas y sin poder controlar el rumbo con unas mínimas garantías. Las renuncias no pasan de ser elementos destructivos. Es el ímpetu vital el que nos confiere la energía para presentar batalla a pesar de todas las inconveniencias, siempre con posibilidades de mejorar en la escuela de la vida, como:


Aprendiz de actor


Teatrillo, teatrillo, frondoso

Atravesado de hilos y tramoyas,

Con muchos títeres como personas;

Pero, sobre todo, agente ruidoso.


Algún sujeto ronda perezoso

Servido por nuevas computadoras,

Ocupado entre tantas sugerencias;

En un aturdimiento peligroso.


Las velocidades son engañosas,

Corro raudo por bien o para mal,

Y recurro a las faenas mañosas;


Porque aunque resultan artificiosas,

Son el fiel instrumento elemental

Para mis aportaciones jugosas.


Vago e infinito trasiego en el cual estamos inmersos. Para deletrearlo hemos de aterrizar con un acercamiento tenaz hacia los trazos dejados por las diversas actuaciones. La influencia de cuanto aprendamos y de cuantas manifestaciones desarrollemos, se cuece en unas aportaciones TRASCENDENTES, de cara a la asimilación del pasado y como directriz orientada al futuro con los dibujos soñados.

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