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Viendo lo que ha acontecido y acontece, creo que es urgente un plan de saneamiento ideológico en Catalunya y en muchos rincones de España. ¿Qué hay que hacer para ello? Voluntad política y creer en unos mínimos principios democráticos, unos principios que no son patrimonio de la izquierda, como nos quieren hacer ver.
No pretendo dar lecciones de nada, solo quiero recordar lo que significa “tradición política”, y si nos fijamos en lo que ha sido y sigue siendo la izquierda, llegamos a la conclusión de que esta izquierda ni es política ni posee tradición.
La derecha conservadora de hoy tiene la obligación de transformar la realidad luchando ideológicamente contra la dominación cultural actual.
La izquierda, cuando conquista poder, ni quiere ni sabe gestionar de una forma mínimamente correcta, y su único objetivo es la manipulación ideológica, que se convierte en corrupción ideológica.
Es urgente sanear los conceptos de legitimidad, representatividad, legalidad y democracia, conceptos que desde hace tiempo la izquierda tergiversa de forma alevosa.
Los votos y el apoyo a la formación política Junts per Catalunya son los votos del espanto, y la triste realidad es que muchos catalanes compran sus mentiras. Los catalanes ya sabemos cómo gobiernan estos de Puigdemont y compañía, pero por lo visto hay personas que les gusta ser engañados.
Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre la vejez, que en distintas tradiciones filosóficas ha sido considerada como una etapa vital en la que la experiencia se materializa en sabiduría. Pues bien, desde la modernidad hasta nuestros días se ha desplazado sistemáticamente el valor en la vejez hacia la vereda de la marginalidad.
La baja tasa de natalidad en España es una preocupación que afecta a la sostenibilidad demográfica y económica del país. Según datos del INE, en 2021 la tasa de natalidad fue de 7,6 nacimientos por cada 1.000 habitantes, una de las más bajas de la UE. Esta tendencia descendente ha llevado a una disminución de la población activa y a un envejecimiento progresivo de la sociedad, lo que pone en peligro el sistema de pensiones y otros servicios sociales esenciales.
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