”Si la felicidad estuviese hecha de placeres corporales, podríamos decir que los bueyes son felices cuando encuentran garbanzos para comer”, (Heráclito).
La periodista Ima Sanchís le pregunta a John Gray filosofo experto en “filosofía felina”: “¿Los gatos están más bien dotados para la felicidad que los humanos?” La respuesta que le da el filósofo es: “Sí. Los gatos tienen una tendencia natural a la felicidad y a estar plácidos. El ser humano tiene como base la ansiedad por el miedo a la muerte y porque su proyecto es la felicidad”. Creo que no se puede contrastar el comportamiento de los gatos como el del resto de los animales irracionales con los humanos porque no tienen los mismos parámetros. Con la muerte termina todo para los animales.
Jesús refiriéndose a las aves del cielo dice: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mateo 6: 26). Con estas palabras Jesús hace una clara distinción entre las aves y los humanos a pesar de que ambos físicamente son polvo y al polvo vuelven. Con estas palabras Jesús censura el desasosiego de los hombres por su cuerpo, cómo lo alimentarán, cómo lo vestirán (v.25). Los animales guiados por el instinto con que han sido creados instintivamente dependen de la provisión divina. Los humanos con el raciocinio con del que el Creador nos ha dotado nos hace superiores a los animales a la vez que la semejanza de Dios que ha sido distorsionada por el pecado que rompe la comunión con Él que tenía al principio. Este cataclismo conduce a sentirnos desamparados lo cual origina la ansiedad que con el Covid-19 se ha intensificado y producido los graves problemas de salud mental.
John Gray dice: “El ser humano tiene como base la ansiedad, por el miedo a la muerte y porque su proyecto es la felicidad”. Según el filósofo el miedo a la muerte crea ansiedad. Es cierto. Ello se debe a que la muerte es agente patógeno extraño que se ha introducido en el ser humano que perturba el orden de la creación. El pecado es el causante de que el hombre muera y también es el responsable de haberse roto la relación con Dios lo cual nos deja desvalidos ante los vaivenes de la vida.
La solución que John Gray presenta ante el problema de la muerte que es la causante de la ansiedad es: “Al tener conciencia de nuestra mortalidad, aterrorizados, inventamos religiones y filosofías para dar sentido a la vida”. Grave error es este querer encontrar sentido a la vida con el invento de religiones y filosofías. Si como expone el profeta Isaías los pensamientos de Dios están por encima de los nuestros y si los caminos del Señor no son los nuestros, ¿por qué no investigamos qué es lo que piensa Dios de la muerte? Creo que la negativa a querer saberlo se debe a que nos da miedo descubrirlo. En nuestra inconsciencia nos volcamos a los avances médicos que creemos que un plazo más o menos lejano erradicarán la muerte. Craso error es este porque “está establecido que hemos de morir una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9: 27). La creencia en la supuesta transmigración de las almas que lleva a nuestra purificación después de millones de transmigraciones, es un invento satánico para engañarnos como lo hizo con Eva. Esta credulidad no elimina la ansiedad.
Inicialmente el hombre no tenía necesidad de buscar el sentido de la vida porque gozaba de perfecta comunión con Dios. Debido a la desobediencia de Adán seducido por Eva y ésta a su vez por Satanás, el germen de la muerte se introdujo en el hombre. Sin pérdida de tiempo el Creador se acerca a nuestros primeros padres para instruirlos cómo recuperar la vida perdida. Dios es el inventor de la Religión verdadera porque instruye al hombre en cómo volver al estado original en que fue creado. No debe olvidarse la existencia del personaje maligno que indujo a Eva a comer el fruto prohibido y ésta a su vez a seducir a su marido a hacerlo también. Satanás que consiguió fácilmente separar el hombre de Dios no se va a quedar de brazos cruzados para impedir que sus esclavos recuperen la libertad.
La base de la Religión verdadera es que sin derramamiento de sangre no hay perdón de los pecados. Esta enseñanza Dios la transmite simbólicamente con unos animales (¿ovejas?) con las pieles de los cuales cubrió la desnudez que avergonzaba a nuestros primeros padres. Para evitar cualquier duda de que la sangre de los animales no era la lejía que eliminaba el pecado, Dios se dirige a la serpiente para decirle. “Por cuanto has hecho esto, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo, sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya, ésta te herirá en la cabeza y tú la herirás en el talón” (Génesis 3: 14,15). Esta es la primera profecía que anunciaba el Mesías que derramaría su sangre para limpiar los pecados y que se va perfilando a lo largo de la Historia hasta cumplirse en Jesús crucificado.
Satanás como padre de mentira que es no pierde el tiempo en pervertir la religión establecida por Dios. En el mundo cristiano mucha gente tiene nociones de los hermanos Caín y Abel, hijos de Adán y Eva. Ambos eran religiosos que adoraban a Dios. Caín lo hace a su manera: Pero” (Dios) “no miró con agrado a Caín y su ofrenda”. En cambio “miró el Señor con agrado Abel y su ofrenda” (Génesis 4: 4, 5). Así ha sido a lo largo de toda la historia. De ahí la multitud de religiones que todas ellas dicen ser la verdadera y adecuadas para ir a Dios. Son útiles para ir a Roma pero no para ir a Belén.
El filósofo pregunta a la periodista que le entrevista. “Piénselo, ¿cómo es la vida interior de los humanos? La respuesta es escueta: “¿Caótica?” John Gray dice: “Es preciso vivir con alegría intrépida”. ¿Como los gatos? No creo que los gatos nos den ejemplo de felicidad.. Muchos de nosotros no priorizamos parecernos a Cristo en medio de nuestros problemas. Deseamos ser felices pero no lo conseguimos. La felicidad es la consecuencia de estar en paz con Dios por la fe en nuestro Señor Jesucristo. La Feria de las Vanidades nos produce fugaces momentos felices. Lo que verdaderamente perdura es el gozo que da el Señor Jesucristo.
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