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​Cuando tengo un problema, ¿me preocupo demasiado?

Nos enseñan a no darle importancia a los sentimientos ni a las emociones, a no mostrarlas, a ser fuertes y fríos en determinados momentos para no parecer vulnerables
Violeta Torrejón
miércoles, 6 de noviembre de 2024, 09:33 h (CET)

Es inevitable que durante el transcurso de la vida no nos sucedan acontecimientos que nos hagan preocuparnos por lo que nos está ocurriendo y por cómo influirá en el futuro o incluso en el mismo presente. Existen personas que son más propensas a disminuir los problemas y otras que los exageran, pero todo depende de la intensidad del problema y de la manera que tengamos de gestionar y proporcionar soluciones.


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Y es que nadie está exento de vivir sin influencias externas que, de vez en cuando, sacuden todo su mundo, porque el día a día es ir actuando conforme a las situaciones que se nos presentan ya sea en la familia, con amigos, en el trabajo o con nuestros hijos. Cada pequeña interacción generará un sentimiento que puede ser positivo o negativo sobre el desarrollo del resto del día.


Los seres humanos a veces somos egoístas porque hasta que no nos ocurren determinadas cosas no sabemos el dolor o la magnitud de las consecuencias, pero si les sucede a los demás, tenemos la tendencia de minimizarlo o decir frases como “son cosas que pasan”. Y la realidad es que desde fuera todo parece más simple, más sencillo y sobre todo, más fácil de solucionar.


Cada persona tiene su manera de vivir y de afrontar los diversos problemas que pueden ir apareciendo y depende más de lo que una persona arrastre en su mochila emocional que de la manera de afrontarlo. Podemos ver a personas que tienen situaciones similares y observar cómo uno se puede derrumbar mientras que el otro, lo asume y sigue adelante luchando. Y ni uno es mejor ni el otro es peor, sino que son diferentes maneras de tomarse la vida. No es que uno se preocupe poco y el otro demasiado, sino que depende de la ingeniería emocional de cada uno de los individuos y del apoyo externo que reciba. Porque lo primordial para saber solucionar un problema es asumir que existe y obviamente, tener un apoyo real y eso hoy en día, no es algo tan sencillo de obtener debido al ritmo actual de la sociedad. 


Nos enseñan a no darle importancia a los sentimientos ni a las emociones, a no mostrarlas, a ser fuertes y fríos en determinados momentos, porque sino pareceríamos vulnerables de cara a los demás y eso en algunos contextos, es fracasar. Tenemos que ser emocionalmente duros para demostrar que podemos con la vida pero en realidad la vida a veces, puede con nosotros y no es malo preocuparse por temas que nos están afectando por mínimos que nos puedan parecer.


Y es que si algo nos está doliendo es porque debe ser tenido en cuenta y ya da igual de qué se trate pero no debemos pensar que nuestros sentimientos no tienen cabida y que se trata de tonterías porque es de magnitudes ínfimas ya que si lo tenemos ahí es que debe ser resuelto y darle la importancia que tiene. Y nadie puede juzgar la manera en la que nos afectan las cosas porque cada ser humano es diferente al resto y nadie es igual que nadie. Cada uno hemos nacido en una familia con un ambiente determinado en la que se ha ido conformando nuestra personalidad acorde a factores biológicos y también, ambientales. Cada vivencia del pasado afectará nuestro comportamiento futuro. Y podremos pensar que somos más o menos fuertes pero nadie debe valorar nuestra actitud si con eso, nos hace sentir mal porque si alguien quiere estar a nuestro lado, lo que debe hacer es ayudar y no criticar.


Y es por eso, por lo que el mismo problema para uno puede no tener apenas importancia y para otra persona en cambio, ser el fin del mundo. Uno puede encontrar soluciones ante un evento desafortunado y otro, por el contrario, hundirse en la miseria emocional. Pero sea de un modo u otro, para esa persona a la que le cuesta más hay que darle tiempo, hay que respetar sus ritmos para que pueda analizar y gestionar acorde a la energía que pueda tener para tratar la evolución y preocupación del problema.


Nadie es más fuerte por aparentar no tener problemas ya que la vida en sí misma es una constante de contratiempos donde habrá veces que estemos arriba y otras, abajo pero de cada uno depende aprender a vivir de la mejor manera posible porque habrá ocasiones en las que no quedará más remedio que aprender a existir con la constante de algunos problemas que permanecerán en el tiempo ya que no podremos resolverlos pero a pesar de todo, cada día, seremos supervivientes de algunas realidades que la vida nos ha puesto delante sin posibilidad de elección. 

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