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Antigüedad clásica y mujeres de ciencias: Elefantis, Aglaonice, Aesara de Lucania, Filénide y Fintis

Son reconocidas por su contribución al mundo de la Ciencia
María del Carmen Calderón Berrocal
lunes, 25 de noviembre de 2024, 08:43 h (CET)

1. Elefantis. Activa durante el siglo I a.C., fue una mujer de ciencia que se expresó en verso y ha pasado a la historia como poetisa de la Antigua Grecia, conocida por su contribución con un tratado sobre sexualidad.


En esta época es difícil distinguir entre sabias, brujas, médicos o alquimistas, todos rayando entre la medicina y otros saberes como la psicología.


Su nombre, que evoca la figura del elefante, refleja la tradición de las cortesanas griegas de adoptar seudónimos basados en animales, lo que ha llevado a la especulación sobre la existencia de múltiples autoras bajo el mismo alias, algo que no se puede comprobar porque no se han conservado sus textos íntegros, legándonos solo con fragmentos de su legado y citas o alusiones de otros autores.


El emperador romano Tiberio, -según transmite Suetonio-, adquirió gran parte de la obra de Elefantis en Capri, lo que sugiere tuvo relevancia en la época. En uno de sus poemas, se hace referencia a su manual de cosmética y a otro manual sobre métodos abortivos, revelando su amplia gama de conocimientos aunque no haya perdurado escrito alguno.


2-Aglaonice, Agloanike o Aganice de Tesalia fue una astrónoma destacada de Tesalia en los siglos II o I a.C. Es mencionada en los escritos de Plutarco y de Apolonio de Rodas como una astrónoma y también como la hija de Hegetor o Hegemon de Tesalia. Vivió en Tesalia y habría estudiado en Mesopotamia, pues conocía perfectamente los ciclos de los eclipses de Saros, que conocía el pueblo Caldeo, con los cuales podía predecir eclipses con gran precisión para la época. Su reputación pues, está marcada por su conocimiento sobre los ciclos de eclipses.


En la antigüedad, su habilidad fue a menudo malinterpretada, considerándola una hechicera en lugar de una científica, debido a los prejuicios sobre la capacidad intelectual femenina, perpetuados por figuras como Aristóteles. Plutarco y Apolonio de Rodas documentaron su legado, elogiando su conocimiento, mientras que un proverbio griego popularizaba su influencia: “Sí, como la luna obedece a Aglaonice”.


Se la consideró hechicera o sacerdotisa debido a su habilidad para hacer desaparecer la luna del cielo, así se entendía en su época, lo que fue interpretado como que era capaz de predecir el momento y la zona en la que iba a producirse un eclipse lunar. Pero, realmente, su autoridad científica la puso en duda Aristóteles por las ideas que transmite sobre la inferioridad de las mujeres en todos los campos, incluida la inferioridad intelectual. De este modo, se prefirió creer que tenía poderes sobrenaturales, que era maga o bruja, antes que aceptar su capacidad matemática y su capacidad de observación del firmamento que es lo que le proporcionaba los datos precisos para sus predicciones sobre cuando sucedería un eclipse lunar.


Otras astrónomas, también consideradas hechiceras, fueron asociadas con Aglaonice, al grupo se lo conoció como “las brujas de Tesalia”, así las que sin duda fueron grandes astrónomas, estudiosas de los ciclos lunares y de los eclipses, que sabían predecir con precisión teniendo en cuenta la época en la que vivieron, tuvieron consideración y degradación a nivel de hechiceras o brujas. Su actividad se desarrolló entre los siglos III y I a. C. Indudablemente Aglaonike era una persona docta y sobresaliente de la media, pues para hacer sus cálculos usaba tablillas babilónicas con listado de eclipses.


Hicieron referencia a ella y su conocimiento en sus escritos autores como Plutarco y Apolonio de Rodas, Horacio, Platón o Virgilio, entre otros.


En el diálogo de Platón, Gorgias, dice Sócrates:


“Pero sí hay que temer, querido amigo, que no nos ocurra, lo que se dice sucede a las mujeres de Tesalia cuando hacen descender la Luna”.


Plutarco escribió que:


… ”conocía muy bien los períodos en los que la luna llena estaba por eclipsar y, sabiendo de antemano el momento en que la luna estaba por ocultarse tras la sombra de la Tierra, se aprovechaba de las mujeres y les hacía creer que ella la hacía caer”.


Uno de los cráteres de Venus en su honor se llama Aglaonice. Aglaonice es también un personaje en el film de Jean Cocteau Orpheus, donde aparece siendo amiga de Eurídice y líder de la Liga de Mujeres.


3-Aesara de Lucania fue filósofa pitagórica del siglo IV o III a.C., es conocida principalmente por un fragmento de su obra Sobre la naturaleza humana, conservado por Estobeo. Originaria de una región rica en comunidades pitagóricas, Aesara exploró la relación entre la naturaleza humana y la moralidad, dividiendo el alma en tres partes: la mente, el espíritu y el deseo. Sus ideas anticiparon conceptos sobre la ley natural y la justicia, planteando que el entendimiento de la naturaleza humana es clave para establecer un orden ético tanto en el hogar como en la sociedad.


Vino al parecer de Lucania, un antiguo distrito del sur de Italia que formaba parte de la Magna Grecia donde había muchas comunidades pitagóricas. Las comunidades pitagóricas fueron creadas por Pitágoras de Samos, del que se ha dudado hasta de su existencia y, a la muerte de este, fueron continuadas y reactivadas por su colaboradores y esposa e hijas. En ellas se impartía la filosofía del matemático Pitágoras y tuvieron extraordinario renombre en la época.


Se ha pensado en la posibilidad de que el nombre de Aesara fuese una variante de Aresa, quien, según algunos autores, habría sido una de las hijas de Pitágoras y de su esposa Teano, también matemática. Un escritor de Lucania llamado Aresas tes mencionado por el filósofo Jámblico en su obra Vida de Pitágoras.


Sobre la naturaleza humana está escrito en prosa dórica, propia del siglo III a. C. o anterior, lo que no obsta la posibilidad de que fuese escrito posteriormente en un estilo arcaico y se conservase la copia. Se ha argumentado también que este fragmento que se ha conservado es una falsificación neopitagórica que dataría de la época romana, lo que al menos implicaría que había una pitagórica anterior que se llamó Aesara de Lucania y que esta era digna de imitaciónr. Igualmente se ha sugerido que este fragmento sea seudónimo y procedente de un libro producido por una de las escuelas sucesoras y disidentes de Arquitas de Tarento en Italia en el siglo IV o III antes de Cristo. Pero en ausencia de pruebas sólidas que confirmen cualquiera de las hipótesis, no tenemos razón para suponer que este fragmento que se ha conservado no fuese escrito por una científica llamada Aesara entre los siglos IV III antes de Cristo.


Aesara se pronunciaba argumentando que es estudiando nuestra naturaleza humana, específicamente el alma como podemos entender la ley natural y la moral. Decía:


“La naturaleza humana me parece que proporciona un estándar de ley y justicia tanto para el hogar como para la ciudad”.


Dividía el alma en tres partes: la mente que sería la que realizara el juicio y el pensamiento; el espíritu, que contiene el coraje y la fuerza; y el deseo, que proporciona amor y amistad. Decía:


“Siendo triple, se organiza de acuerdo con funciones triples: lo que efectúa el juicio y el pensamiento es [la mente], lo que efectúa la fuerza y la habilidad es [el espíritu elevado] y lo que efectúa el amor y la bondad es el deseo”.


Estas cosas, divinas, serían los principios racionales, matemáticos y funcionales que actiarían en el alma.


En suma, la teoría del derecho natural de Aesara tiene tres aplicaciones de la moral: la del individuo, la de la familia y la de las instituciones sociales.


Los pitagóricos eran una secta notable que incluía a las mujeres en sus filas considerándolas uno más de ellos, pero hay que mirar la Historia con ojos pretéritos no presentes o contemporáneos, lo mencionado no necesariamente equivalía a las contemporáneas ideas de igualdad, pues creían que las mujeres eran las responsables de crear la armonía y la justicia en el hogar, de la misma forma que los hombres tenían la responsabilidad orientada hacia el Estado. La teoría del derecho natural que propugnaba la matemática Aesara es fundamental orientándose hacia la justicia y la armonía en la sociedad.


4-Filénide de Samos pertenece a la antigua Grecia, cortesana y autora de un manual sobre noviazgo y erotismo en los siglos IV y III a.C., lo que la sitúa en el ámbito de la psicología, habiendo sido objeto de controversia con respecto a la autenticidad de su obra. Pero, a pesar de las dudas de otros poetas contemporáneos a ella, se encontraron fragmentos de su manual en los Papiros de Oxirrinco. Su texto abarcaba técnicas de seducción y descripciones eróticas, tratado amatorio que precedería a la famosa obra de Ovidio El Arte de Amar.


El poeta Escrión de Samos negó que Filénide, su compatriota, fuese realmente autora de esa obra. Pero en cortos fragmentos de su manual, descubierto entre los Papiros de Oxirrinco (P.Oxy. 2891) dice:


“Filénide de Samos, hija de Ocimenes, escribió las siguientes cosas para todos aquellos que quieran... la vida".


La obra contiene técnicas de seducción, artes eróticas que describe de forma sistemática, con descripción de posturas, más afrodisíacos, cosméticos y abortivos.


5-Fintis fue una filósofa pitagórica del siglo III a.C., originaria de Crotona, que escribió sobre el comportamiento adecuado de las mujeres, lo que la sitúa en el campo de la psicología, conservandose fragmentos en la obra de Estobeo. Se le atribuye una perspectiva que defendía la castidad como virtud fundamental, sugiriendo que las mujeres debían controlar su sexualidad y enfocarse en el autocontrol.


Aunque su trabajo ha sido debatido en cuanto a su autenticidad, sus escritos ofrecen una visión sobre la moralidad y la ética desde una perspectiva femenina en un contexto filosófico dominado por hombres.


Según Estobeo, era hija de Calícrates; y Holger Thesleff sugiere que Calícrates podría identificarse con Calicrátidas, general espartano muerto en la Batalla de Arginusas. De ser cierta esta afirmación, Fintis sería una espartana que habría nacido a fines del siglo V a. C. y su florecimiento habría sido en el siglo IV.


Jámblico menciona una mujer llamada Filtis en su lista de mujeres pitagóricas, afirmando que era de Crotona y que su padre se llamaba Teofris.


I. M. Plant cree que la Filtis de Jámblico, aunque pitagórica, es una persona distinta de la Fintis de Estobeo.


Se han conservado dos fragmentos que han sido atribuidos a Fintis y que se conservan en obras de Estobeo, pero no todos los investigadores están de acuerdo en su autenticidad. Lefkowitz y Fant piensan que las obras atribuidas a las mujeres pitagóricas, incluyendo a Fintis, eran realmente ejercicios retóricos escritos por hombres. Están en el dialecto dórico y son unas 80 líneas escritas en prosa. El lenguaje usado data del siglo IV a. C. aproximadamente, aunque algunas de características parecen ser arcaísmos que pueden ser deliberados; posiblemente compuesto en el siglo III a. C., aunque Friedrich Wilhelm en 1915 sugirió una fecha tan tardía como el siglo II d. C.


Los fragmentos versan sobre las diferencias entre hombres y mujeres, defendiendo la castidad como virtud más importante en las mujeres. Habla sobre las formas en que las mujeres han de practicar su autocontrol, concluyendo que la forma más eficaz es tener relaciones sexuales con su esposo pero solamente para procrear hijos legítimos.


Junto con su defensa de la castidad de las mujeres, sostiene Fintis que la práctica de la filosofía es apropiada para mujeres y hombres.


Los fragmentos que perduraron incorporan el supuesto pitagórico de que las naturalezas de los hombres y de las mujeres, tienen mucho en común, en algunas formas esenciales, aunque son diferentes.


La autora dice que la excelencia, en unas personas u otras, es distinta, la moderación es lo más adecuado para las mujeres. Afirma que la moderación es más apropiada para una mujer virtuosa. Dice que el cuerpo es salud, fuerza, agudeza de percepción y belleza.


El mundo perfecto sería que las mujeres ignoran las realidades de su situación social, con lo que se está anticipando más de 21 siglos al feminismo. Puesto que el orden social es como es, plantea la pregunta de si es nuestra la responsabilidad moral de vivir nuestras propias vidas, de acuerdo con cualquier moral. Está hablando ya de que la sociedad interactúa y modifica al hombre, lo que Ortega y Gasset decía como: “El hombre es él y sus circunstancias”.


La teoría de la autora tiene en cuenta nuestras circunstancias especiales y el punto de vista de cada cual. Según Fintis, si no se ejercitan las virtudes del coraje y la sabiduría, la sociedad, la comunidad, sufrirá engaños y violencia, de otras ciudades y de sus propios miembros.


Dice que, cuando se casó, hizo un juramento ante la comunidad y los dioses; y, junto con ella, los padres y todos sus parientes. El propósito del juramento sería asegurar divina protección para toda la familia. La infidelidad entonces pone en peligro esta protección y a toda la familia. Supone un error contra la divinidad y un delito civil contra el país. Entiende que el matrimonio transfiere la custodia de una mujer de sus padres al marido, en una sociedad patriarcal. Considera que la infidelidad de la mujer es el peor de los crímenes y la mujer infiel no puede esperar misericordia, su motivación para violar la ley es el más básico de los motivos criminales, siendo este la consecución del placer.

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